La falta de conocimiento básico sobre la historia y las leyes israelitas producen confusiones e interpretaciones erróneas
Reiteradamente hemos recomendado conocer nuestras raíces en las fuentes originales, serias y responsables a efectos de valorar debidamente que es un judío y que obligaciones le impone su pertenencia a la nación israelita.
Lamentablemente y por diversas circunstancias se ha interrumpido la transmisión de nuestras milenarias costumbres y leyes de generación en generación. No dudamos que nuestros abuelos recibieron la preparación debida para mantener nuestra continuidad y fidelidad a la verdadera identidad israelita.
Los niños y jóvenes vieron poco o nada de judaísmo en casa de abuelos y padres, las velas de Shabat, la dieta casher, la conmemoración de festividades como Pesaj, en que una vez al año se reúne la familia, se lee la Hagadá, que nos recuerda brevemente nuestra historia y obligaciones. Tampoco en lo colegios a los que concurrieron recibieron esos conocimientos, ya que mayoritariamente laicos, esas escuelas, basaban sus enseñanzas en las ideologías de moda, comunistas o socialistas, siendo complementadas luego por el sionismo político nacionlista sin contenido espiritual que proponía la creación de un país judío basado en el territorio, descartando nuestra tradición y forma de vida milenaria.
Esos niños y jóvenes inocentes fueron fácil presa de la asimilación y el desinterés por lo judío, que no conocían.
La proliferación de clubes socio-deportivos, al igual que los gentiles, es el lugar de contención para los mismos, sin ningún aporte tradicional ni de identidad.
Esos colegios de judíos que no cumplían su función fueron la desilusión de padres que terminaron por enviar a sus hijos a colegios del estado o privados de “alto nivel”, de acuerdo a sus posibilidades económicas. Así comenzaron a cerrarse esos colegios, año tras año, teniendo en la actualidad la mitad del alumnado que hace unos pocos años.
Inversamente a esta situación de la mayoría de las comunidad judeo-argentina, grupos minoritarios, fieles a nuestra forma de vida y trasmitiendo desde el hogar primero, y luego desde colegios judíos auténticos nuestros milenarios valores inalterables, se encuentra en pleno crecimiento, y son quienes garantizan nuestra continuidad, sin duda alguna.
En la forma de vida, de quienes han sido fieles al legado de nuestros antepasados, se destaca la familia como base de una sociedad saludable y honesta.
Casamientos jóvenes, familias numerosas, vida ejemplar que se transmite a los hijos, una organización perfecta en que cada miembro cumple su función. La mujer, en primer término, es la “Reina del Hogar”, quien dirige y controla los fundamentos de la vida judía, cashrut, taharat hamishpajá, educación y conducta de los hijos, atendiendo al esposo, encargado de proporcionar el sustento para el correcto funcionamiento del hogar, en armonía y acuerdo total con su esposa, alcanzando una integración espiritual elevada que proporciona la felicidad total.
A quienes dudan de la posibilidad de alcanzar este tipo de vida familiar basada en la fidelidad, y el respeto a nuestras tradiciones y costumbres, los invitamos a conocer cantidad de familias que viven de esta forma, alejadas y sin conocer los problemas de las familias llamadas “modernas”, en las que el rey es el televisor, y los niños y jóvenes obran a su criterio, no estando exentos de problemas de violencia, drogas y corrupción sexual.
La forma de vida de la nación israelita es única, hace 3500 años, sin cambios, desechando cualquier reforma, adulteración ni influencias de ideologías de moda. Quienes se apartaron de esta forma de vida superior desaparecieron como judíos consumidos por la asimilación en sus diversas formas, como las de moda en el presente en nuestro país, reformismo y conservadorismo, sobre el que hemos escrito detalladamente sus orígenes y nefastos resultados en toda época y lugar donde se enquistaron.
Nuestros abuelos llegaron hace más de un siglo a este bendito país, habiendo logrado el reconocimiento y aprecio de los argentinos por su laboriosidad y ser ejemplo de respeto, vida familiar, solidaridad y acatamiento a las leyes nacionales.
Las generaciones siguientes fueron dejando de lado progresivamente las costumbres y obligaciones que tenemos como “Pueblo Elegido”, depositarios de la “Torah” (Ley para toda la humanidad), siguieron las ideologías de moda, constituyéndose en partidos políticos similares a los seculares y en nuestra comunidad se destacó “Avodá”, Partido del Trabajo, laicos, contrarios acérrimos a la tradición, que luego adoptaron el “sionismo” sin contenido, que gobierna a la comunidad hace más de 50 años, siendo los responsables directos de la degradación y desprestigio de la comunidad que formaran nuestros abuelos.
Desde LA VOZ JUDÍA hemos convocado incesantemente al dialogo para encontrar soluciones a los graves problemas que atravesamos, encabezados por la asimilación y el desquicio total de la educación y la cultura judía, en las que se gastan grandes sumas con resultados totalmente negativos.
Ante sus reiterados fracasos y con el afán de mantenerse en el poder Avodá ha hecho todo tipo de acuerdos y compromisos, como el de las últimas elecciones de la AMIA, con el movimiento conservador, prometiendo aceptar como socios de AMIA y enterrar en los cementerios que administra a no judíos, hechos prohibidos en los estatutos de AMIA y en nuestras leyes milenarias.
Este acuerdo fue denunciado por Agudat Israel Argentina, lo que motivó que después de más de 30 años de participar en las elecciones de AMIA, no nos presentáramos a las mismas.
La continuidad del respeto por las leyes judías en la “Kehila (AMIA) mantuvo unida a la comunidad a pesar de las múltiples ideologías y opiniones habituales, las reformas que se están implementando representan una grave ofensa a todos los enterrados en los cementerios comunitarios y conducirán irremediablemente a la división de la comunidad entre judíos auténticos, más o menos respetuosos de nuestras tradiciones, y quienes conciente o inconcientemente profanan nuestros más sagrados sentimientos.
Insistimos en la necesidad del diálogo al que se niegan quienes se creen dueños de una errónea verdad. Observen donde están sus hijos y nietos, y tengan la honestidad de cambiar.
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