Patrick Desbois decidió buscar todas las fosas comunes en las cuales los Nazis arrojaban a los Judíos que asesinaban en Ucrania. Desde hace dos años, él interroga a los ancianos de los pueblos y de las ciudades, lo que le permitió encontrar más de 400 fosas comunes. El que realiza esta tarea inmensa no es un judío sino ¡un sacerdote católico de Francia!
Según estiman los especialistas, más de un millón y medio de Judíos fueron ejecutados por los Nazis en las tierras conquistadas a la URSS, y luego arrojados a enormes fosas cavadas a menudo por las propias víctimas cerca del lugar donde vivían. El Padre Dubois, originario de Châlon-sur Saone, en Borgoña, se ocupa actualmente de localizar esas tumbas colectivas con el fin de erigir un monumento en memoria de las víctimas y darles una digna sepultura. El descubrió que sólo quienes fueron testigos de estas masacres podían encontrar las fosas, y ellos actualmente son personas muy ancianas. Es por eso que lleva una carrera contra el tiempo para contactarlos y recoger su testimonio. Para ello se dirige a los sacerdotes de la zona y les solicita emplear su influencia sobre su fieles a fin de convencerlos de suministrar información sobre un tema “tabú”. El Padre Desbois, vestido con su sotana, los espera en la iglesia con una cámara y un micrófono. “Me sirvo indiscutiblemente de mi condición de hombre de la iglesia… Les pido a los sacerdotes que anuncien que al final de la misa del domingo los esperamos afuera, y que nos interesa oír testimonios de quienes vivían allí durante la guerra. Los ancianos, muy practicantes en su mayoría, responden generalmente de muy buen grado a las preguntas, pareciendo a menudo liberar sus corazones de un secreto demasiado pesado que debieron llevar durante tantos años. Cuando están delante de la cámara, les planteamos siempre la misma pregunta: “¿dónde están los Judíos muertos? Y nos llevan a menudo directamente a los lugares de su martirio.”
Desde el principio de su aventura, el Padre Desbois se puso en contacto con el rav Ya’akov Bleich, Gran rabino de Kiev, quien lo incentivó mucho. Se vió con claridad que sólo los Judíos practicantes que conocían los ritos funerarios religiosos eran capaces de darles a las víctimas una inhumación decente.
El Fondo Francés para la Memoria de la Shoah, que financia la mayor parte de la “operación Ucrania”, fue creado hace 5 años por el Presidente de la República Francesa, Jacques Chirac, a fin de utilizar el dinero depositado en los bancos por las víctimas de la Shoah que no tenían descendientes. A raíz del escándalo que los sobrevivientes judíos americanos lanzaron contra los bancos suizos, se realizó una investigación oficial en Francia sobre estos depósitos bancarios que nadie había reclamado. Se acordó entre el Gobierno francés y las asociaciones judías que se asignarían esas sumas a un fondo especial. Así surgió en el año 2000 el Fondo Francés para la Memoria de la Shoah, dotado de un presupuesto de 393 millones de Euros y presidido por la Sra. Simone Weil, ex Ministro de Salud, y sobreviviente de los campos.
Hasta ahora, el Padre Desbois encontró 400 fosas comunes, principalmente en la parte occidental de Ucrania. Algunas sólo guardan algunos cuerpos y otras, centenares. Un equipo de seis personas acompaña cada expedición: un historiador, un traductor, un fotógrafo, un registrador, un especialista en balística y un conductor, que también oficia de agente de seguridad. El historiador evalúa previamente las dimensiones de la fosa y el número de cuerpos que ella puede contener, mientras que el especialista en balística recoge las municiones dejadas en el lugar por los alemanes para probar que se trata de víctimas de la época nazi. Además del equipo, el padre Desbois es ayudado por un grupo de estudiantes judíos, alemanes y ucranianos, que efectúan para él investigaciones en los archivos nazis. Utilizan, en particular, los intercambios de correspondencia entre las compañías de soldados que efectuaron las matanzas (Einsatzgruppen) y su jerarquía en Berlín para ubicar los lugares de las masacres. La operación “Ucrania” ya cubrió la tercera parte de la superficie de Ucrania y se evalúa en al menos dos años suplementarios el tiempo necesario para encontrar todos los sepulcros masivos.
Cuando se le pide que diga qué es lo que más lo ha marcado durante estas investigaciones, el Padre Desbois responde: “Hay tanto que no sé por dónde comenzar.” Por ejemplo, en el último viaje, hace dos meses, llegamos en un pueblo donde, según los testimonios oficiales alemanes, se asesinaron 2.760 judíos. Al principio, no encontrábamos a nadie que aceptara decir lo que había pasado allí. Durante tres días fuimos de casa en casa sin resultado, hasta que una persona nos dijo que había que interrogar a quienes vivían cerca de la estación ferroviaria. Allí encontramos a una mujer de 91 años que esperaba como una ocasión para aliviar su conciencia. Explicó que los Nazis les habían dicho a los Judíos de los alrededores que iban a ir a Palestina. Así pues, fijado el día, los Judíos se presentaron en la estación, vestidos con sus más bonitas ropas. Su viaje no se extendió más que un kilómetro. Efectivamente, cerca de las vías encontramos un hoyo común largo y estrecho que contenía los cuerpos de los viajeros hacia la Tierra Prometida. La mujer que hizo el relato había visto a los alemanes preparar esa fosa la víspera de la salida y en consecuencia había intuído lo que iba a suceder. El día de la matanza, ella se separó entre lágrimas de sus vecinos judíos, que estaban felices de irse y no comprendían porqué lloraba a pesar de sus promesas de volverla a ver pronto. A partir de este testimonio descubrimos que los Nazis habían utilizado el señuelo del viaje hacia Palestina en todos los poblados; sin embargo este subterfugio no es conocido por la opinión pública.”
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