La conmemoración de Iom Hashoá, por parte de la comunidad judía de la Argentina, tuvo este año un marco muy especial ya que por primera vez el acto organizado por la DAIA se efectuó en el Teatro Colón.
Este hecho y que a los oradores tradicionales, un sobreviviente, el embajador del estado de Israel y el presidente de la DAIA se le sumó la señora Cristina Fernández de Kirchner, Senadora Nacional y esposa del Presidente Néstor Kirchner, le otorgó al acto una cobertura periodística mayor que a los de años anteriores.
Durante el acto y en los días previos las autoridades de la DAIA explicaron que se realizaba en el Teatro Colón “en clara respuesta al compromiso manifestado por el Gobierno por su rol en el Grupo de Trabajo para la Cooperación Internacional en Educación, Rememoración e Investigación del Holocausto. De esta forma, se instala en la sociedad la necesidad de transmitir la importancia del Holocausto y sus implicancias”.
Con una concurrencia que colmó las instalaciones, y miembro de la comunidad, entre ellos sobrevivientes de la Shoá, que no pudieron ingresar a la Sala debido a haberse agotado las correspondientes entradas, el acto se desarrollo dentro de los mismos lineamientos que los de los últimos años: una presentación artística que rememoraba lo ocurrido durante el nazismo mediante videos y participación de artistas en vivo, y los discursos de los oradores antes mencionados.
Asistieron al acto el Vicepresidente de la Nación, Daniel Scioli, el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Jorge Telerman, el ministro de Educación, Daniel Filmus y el secretario de Cultor, Guillermo Oliveri.
En nombre de los sobrevivientes dirigió la palabra el presidente honorario de Sherit Haplita (Asociación Israelita de Sobrevivientes de la Persecución nazi) y vicepresidente de la Federación Mundial de Combatientes Judíos, Partisano y Prisioneros de los campos, con sede en Tel Aviv, José Moskovits, quien luego de referirse a la gesta del Levantamiento del Gheto de Varsovia afirmó “Señoras y señores: nosotros, los sobrevivientes de la Shoá, queremos recordarles que en 1922 Hitler, con una veintena de personas tan degeneradas como él, inició sus actuaciones dementes en el Bierkeller de Munich sin que nadie lo tomara en serio hasta que al final, en 1939 arrastro a medio mundo costándole la vida a 60 millones de seres humanos. Actualmente, 61 años después de la Segunda guerra Mundial, en la Mesopotamia, otro demente que cree ser el redentor en la Tierra, en corto tiempo y con una bomba atómica que puede llevar no sólo a medio mundo sino a toda la Humanidad a otra hecatombe. Tomémoslo en serio: ¡Qué no sea demasiado tarde! A fin de que la época negra del terror aniquilador no se repita nunca más, realmente nunca más ni aquí ni en ningún rincón de la Tierra, nuestra generación y las futuras generaciones estamos obligados a obedecer el supremo mandato de nuestros mártires”.
El embajador del Estado de Israel, Rafael Eldad, realizo un corto pero profundo análisis de lo ocurrido destacando que “la Shoá es única por lo abrumador de sus alcances y porque fue planificada y ejecutada a conciencia, contando con la conformidad de millones de ciudadanos y el silencio del mundo”, para luego referirse a la memoria afirmando “Hoy la memoria es una categoría de vigilancia. Vivir sin recordar, sería volver a morir y a matar. El Holocausto y la locura asesina no son excepciones fácilmente aislables a minúsculos inhumanos, sino una condición misma de la civilización (…)
El presidente de la DAIA, Jorge Kirszenbaum, pronuncio un discurso en el cual además de referirse específicamente a la Shoá y su singularidad, denunció al régimen iraní, a los negacionistas de la Shoá, la proliferación de pintadas y expresiones antisemitas en el país. A continucaición transcribimos unos pocos párrafos de sus palabras.
“¿Cómo calificar a los verdugos cuando no hay adjetivos que puedan expresar la dimensión de su perversa crueldad?
La Shoá no es sólo la mayor tragedia del pueblo judío, es fundamentalmente el fracaso de la humanidad toda.
El camino a Auschwitz fue construido por el odio pero fue pavimentado por la indiferencia.
El exterminio fue posible por la pasividad de muchos gobiernos, la complicidad de otros, la cobardía y el silencio de aquellos que podían y debían tender su mano a los perseguidos.
Después de Auschwitz estábamos convencidos que se había aprendido trágicamente la lección, que la palabra genocidio había nacido para definir un exterminio masivo de un pueblo, pero que sólo podía referirse a lo ya ocurrido, que no podría volver a ocurrir.
Sin embargo, la limpieza étnica en los Balcanes, la masacre en Ruanda, han desmentido esta convicción de la posguerra. Hoy, en el año 2006, el mundo asiste indiferente al genocidio en Darfur, donde más de 400.000 civiles musulmanes han sido asesinados y otros dos millones y medio expulsados de sus hogares por parte de milicias respaldadas por el gobierno sudanés, también musulmanes. ¿Por qué no se escuchan voces de denuncia, por qué esta tragedia no ocupa los titulares de los medios?
La singularidad de la Shoá hace que el exterminio de 6.000.000 de judíos sea incomparable con otros genocidios, ya que por primera vez en la historia contemporánea, un Estado resolvió exterminar íntegramente a un pueblo, sin excepciones. No existía la posibilidad de la conversión, ni de la asimilación, no se exceptuaría a los ancianos ni a los niños. Exterminar hasta el último judío significaba asesinar a la civilización para reemplazarla por un sistema totalitario, racista y antisemita.
Sabemos que la lucha no finalizó con el derrumbe del régimen criminal nazi y debemos estar permanentemente atentos y vigilantes frente a la reaparición de señales inequívocas de discriminación, odio e incitación al exterminio.
Denunciamos hoy de la manera más firme y categórica la conducta criminal del régimen iraní, el mismo que no trepidó en planear y ejecutar el atentado antisemita más grave perpetrado en el mundo desde la Shoá, contra nuestra sede de AMIA y DAIA aquí en Buenos Aires.
Señoras y señores, la negación del Holocausto no sólo constituye un agravio imperdonable a la memoria de nuestros hermanos asesinados por el nazismo y un insulto a la inteligencia y a la verdad, sino también significa una instigación para volver a perpetrarlo.
Reiteramos el llamado a nuestro Gobierno y a todas las naciones democráticas, respetuosas de los derechos humanos, para que eleven su voz de repudio y condena contra el presidente de la República Islámica de Irán, sin especulaciones políticas ni consideraciones económicas.
Cuando cayó el régimen nazi y la dimensión del horror estremeció a la humanidad, teníamos la visión esperanzadora que el antisemitismo había muerto en las cámaras de gas y los hornos crematorios.
La triste realidad nos indica que sólo los mártires murieron allí. El antisemitismo sigue acechando, el odio antijudío se expresa de diversas maneras, se disfraza de antisionismo, pero nadie debe ser llamado a engaño”
Finalmente hizo uso de la palabra la Senadora Nacional Cristina Fernández de Kirchner, quien improvisó su discurso. Rememoró que durante su visita a Israel visitó el monumento que recuerda a los desaparecidos judíos en Argentina y su visita al campo de concentración de Dachau.
La Senadora manifestó que durante el acto en Israel se preguntaba “¿en que radica entonces este ejercicio de intolerancia absoluta que significa querer suprimir al otro, al que piensa diferente, al que reza diferente, al que cree diferente? Y creo, personalmente, que sería muy cómodo decir que es obra de locos, de enajenados, de totalitarios. Tranquilizador, vuelvo a repetir. Pero creo que lo peor de todo esto, lo peor, es que esto está en el hombre. Hace a la condición humana. (…) Pudimos observar que las cosas que han sucedido no fueron solo obra de grupos políticos, religiosos, ideológicos, sino también constaron con la complacencia, y muchas veces, hasta con el acompañamiento de las sociedades en donde los distintos procesos históricos surgieron y culminaron en genocidios increíbles”.
|
|
|