Las palabras de la Torá son como el agua:
El agua rodea la tierra, así sucede con la Torá que rodea al mundo entero.
El agua es la vida en este mundo, también lo es la Torá.
El agua es de libre acceso, igual que la Torá.
El agua (la lluvia) viene del Cielo, así también la Torá.
El agua (la lluvia) cae entre truenos y relámpagos, la Torá también fue dada en medio de truenos y relámpagos.
El agua refresca el alma, igual que la Torá.
El agua cae en gotas y se convierte en corrientes y torrentes, igual que la Torá: Uno aprende unas Leyes hoy, algunas mañana, hasta que se convierte en un río correntoso de conocimientos.
El agua parte de un lugar elevado y fluye hacia los lugares bajos, al igual que la Torá que deja a los orgullosos y se queda entre aquellos que tienen espíritu humilde.
El agua no se mantiene fresca en recipientes de oro y plata, solamente en jarros de arcilla, igual que la Torá que se queda solamente junto a aquellos que se ven a sí mismos de manera tan humilde como si fueran hechos de arcilla.
Finalmente, al igual que el agua, un hombre grandioso no sentirá vergüenza al decirle a un hombre más pequeño, “Deme un poco de agua para beber”, de la misma manera un gran erudito no sentirá vergüenza de aprender de alguien inferior.
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