Daré a ti (Abraham), y a tu descendencia después de ti... toda la tierra de Canaán en heredad perpetua, y seré D´s para ellos.
GÉNESIS 17:8
Heredaréis La tierra y residiréis en ella, que a vosotros di la tierra para que sea vuestra propiedad.
NÚMEROS 33:53
Les dio las tierras de las naciones...
Para que guarden Sus estatutos
Y observen Sus enseñanzas. Sela.
SALMOS 105:44-45
D´S LES HA DADO Su Torá. Si no cumplen las leyes civiles, les quitará la Torá. ¿Por qué? Porque les dio la Torá sólo para que cumplan las leyes civiles.
MIDRASH RABÁ, SHEMOT, 30:23
La mitzvá de vivir en Eretz Israel equivale a todas las demás mitzvot juntas.
SIFRE, EYKEV, FINAL
(1) Una tierra para la Torá
D´s dio la Torá a una nación, no a un individuo ni a un grupo de individuos. Y la nación viviría en una tierra especialmente elegida donde desarrollarían una civilización de Torá, una sociedad justa y bondadosa que sería la maravilla del mundo. En esta tierra todos los aspectos de la vida nacional serían transformados y santificados por los mandamientos de la Torá: el gobierno, el poder judicial, la policía y el ejército, la agricultura, el comercio y la industria. Ya hemos visto que sólo un gran compromiso espiritual puede garantizar que las relaciones sociales alcancen un nivel estable de justicia y amor.
En la mayoría de los países las leyes vigentes fueron diseñadas principalmente para proteger los intereses creados de los poderosos terratenientes. En un estado semejante, cualquier movimiento para mejorar las leyes hubiese tenido pocas posibilidades para triunfar. Hubiese sido visto como una amenaza a los intereses de los gobernantes, y suprimido a la fuerza. Un sistema social ideal sólo podría ser establecido por una nación, cuyos miembros estuvieran imbuidos de una determinación para instaurar dicho sistema y que lo vieran como una tarea conferida a ellos por D´s, la Fuente de toda justicia y amor. Este iba a ser el compromiso nacional dominante.
Las prácticas y simbólicas mitzvot de “santidad” (como veremos) están diseñadas para mantener este compromiso siempre en el nivel más alto posible. Por consiguiente, todas las facetas de la vida están entrelazadas y trabajan conjuntamente hacia una meta suprema.
La tierra elegida estaba estratégicamente para propagar el mensaje de este estado ideal – en la confluencia de tres grandes continentes y con una línea costera al mar para garantizar que el mensaje pudiera difundirse aun más allá del país. Israel iba a ser “un reino de sacerdotes y una nación santa”. ¿Sacerdotes? No, funcionarios, religiosos, no. Iban a ser agricultores, hombres de negocios, profesionales, pero la manera de conducir su estado y su comercio iba a ser ejemplar. Iban a ser “sacerdotes” en el sentido que representarían el espíritu de D´s en el mundo en la práctica. Y “una nación santa”. ¿Santa? ¿Eso le suena frío, apartado, de otro mundo? Esto sería un gran error. “Santo”, en el sentido de la Torá, significa dedicado; a la justicia, la integridad y a dar. Tenemos que crear el medio ambiente en el que la Torá pueda florecer.
ASUMIR EL DESAFÍO
Este era el plan. Pero los defectos humanos impidieron que se llevara a cabo. Perdimos nuestra tierra, dos veces. Entramos en un largo exilio, haciendo lo mejor para mantener vivos los ideales de la Torá en ámbitos extranjeros. La mayoría de las veces tuvimos éxito. Pero a veces, el ámbito ajeno agobió al alma humana y muchos perdieron el sentido de misión que nos había mantenido a flote a lo largo de los siglos.
En nuestra época, la soberanía judía ha retornado a nuestra tierra, después de un intervalo de 2.000 años. Este es un acontecimiento significativo en nuestra historia. Nos corresponde asumir el desafío. Se nos ha brindado la oportunidad de recrear el ámbito de Torá en esta tierra, de reconstruir el estado de Torá como fuera concebido hace tanto tiempo, de ser nuevamente una “luz para las naciones”. Y este es el único lugar donde se puede hacer. Los judíos que viven fuera de Israel no pueden participar personalmente de este gran emprendimiento. Algunos de ellos pueden tener niveles muy elevados de estudio y práctica de Torá; pero la Torá y las mitzvot que practican tan asiduamente no tienen ninguna posibilidad de cumplir su verdadera función: moldear una sociedad judía de acuerdo con los principios de la Torá. Ocupan un nicho en un medio ajeno. Esta es la razón por la cual nuestros Sabios dicen que las mitzvot practicadas fuera de Eretz Israel nunca pueden ser verdaderamente auténticas.
Pero también en Eretz Israel enfrentamos un ambiente ajeno. Muchísimas personas, a través de factores más allá de su control, se han alejado de la visión de la Torá. Pero existe una sola gran diferencia. La situación en Eretz Israel es una que bien podríamos cambiar. Quizá si más de nosotros, en todo el mundo, entendiéramos el desafío que una Eretz Israel judía nos presenta, podríamos cambiar la cara de esta tierra. Y quizá... quizá... si uno tuviera éxito en esta tremenda tarea, la hostilidad de nuestros enemigos podría eventualmente convertirse en un respeto de mala gana... ¿Quién sabe?
Somos privilegiados al vivir en una época en la que los ídolos caen. Las ideologías, tales como el comunismo, que sostuvo los cuerpos y las almas de cientos de millones de seres humanos en un puño de hierro por generaciones, han sido derrocadas. Constituye un desafío para nosotros reemplazarlas por ideales que poseen una base incomparablemente sólida y han resistido la prueba del tiempo.
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