La simbiosis entre mi padre, oriundo del pueblito Belz, Provincia Rusa de Besarabia y mi madre, nativa de Argentina, culminó con mi procreación.
Las raíces se llamaron Bernardo Schejter y Amalia Glusman.
Desde mi más tierna edad, fui formado y educado en la cética judaica y, gran parte de esa tarea fue de mi abuelo paterno Don José Schejter.
Pero mis padres también me inculcaron, además de la honradez, la sinceridad y la honestidad, el respeto, el hábito de la lectura, que, a partir de los siete años nunca dejé.
Una infancia pastoril, rodeado de árboles frutales, de huertas, campos, alambrados de pastos y de cosechas de estación.
El balido de los corderos, los terneros y las ovejas y el relincho ocasional de los caballos, fueron la Sinfonía pastoral que acarició mis oídos. Siguiendo al ciclo educativo y primario, secundario, en el Colegio Histórico “Justo José de Urquiza” en Concepción del Uruguay, y, en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (nacionalizado por Urquiza) culminé de transitar el camino de la formación, con el título de Farmacéutico Nacional.
Alejado, por mis estudios, de los servicios religiosos, de la observancia judía, no por ello dejé de tener contacto con instituciones de nuestra colectividad. Ya ubicado con Farmacia, en mi pueblo natal, Villa Clara, me entregué de lleno a integrar las instituciones con la Escuela Hebrea, “Barón Hirsch”, la sinagoga Beth Yaacov, la Jevrá Kedusha, de Colonia San Vicente, de la que fui Presidente durante veintidós años.
Aun alejado hoy personalmente de dichas instituciones, hace casi cuatro años recomencé el camino hacia mi judaísmo,gracias a la influencia de mis nietos del Chaco que cursan sus estudios en “Torah Umesoráh Latinoamérica” en Buenos Aires, siendo actualmente observante del Shabat, lector de la Torá Emeth, el Pirke Avot o Ética del Sinai, el Tanaj, y asisto a todas las ceremonias de las festividades judías religiosas.
Abraham Shejter,
Villa Clara (Entre Ríos)
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