El día 15 de Shvat, al conmemorarse un nuevo aniversario de la creación de la Kneset, se llevó a cabo una sesión parlamentaria: era la última sesión del entonces vigente período de la Kneset, y faltaba menos de un mes y medio para las próximas elecciones en las que se designará a los miembros de la 17ª. Kneset. En la mencionada sesión se desarrolló una discusión respecto al significado del pueblo judío y del estado judío.
Los parlamentarios de la corriente secular están constantemente intentando establecer una Constitución para el Estado de Israel, y muchas sesiones de la Kneset estuvieron dedicadas a dicha cuestión. Los representantes de los partidos religiosos hemos exigido que las leyes de una Constitución debían ser aceptadas por todos los partidos. Resulta muy peligroso tener una Constitución puesto que el Estado Judío podría, D-s no permita, perder todos los acuerdos alcanzados a fin de permitir que los judíos religiosos vivan en dicho Estado. Los seculares aspiran a que Israel sea una nación como todas las demás naciones.
Yo mencioné en varias ocasiones que antes del establecimiento del Estado Judío, las Naciones Unidas estaban interesadas en conocer cuál era la opinión de la Ortodoxia Judía respecto al pedido hecho por la Agencia Judía de crear un Estado Judío. El liderazgo de la Agencia Judía tenía sumo interés –y realizó muchos esfuerzos al respecto- en conseguir que Agudat Israel tuviera una actitud positiva hacia el requerimiento de tener un Estado Judío. A cambio de ello, Agudat Israel pedía de la dirigencia de la Agencia Judía un documento que garantizara los principios religiosos dentro de ese Estado, y dicho documento fue considerado a lo largo de todos estos años como algo inamovible. El mismo consistía en una carta fechada el 1º. de Tamuz de 5707 -19 de Junio de 1947, dirigida a Agudat Israel y firmada por el Sr. David Ben Gurión y otros líderes de la Agencia Judía: el Rabino Y.L. Fishman (Maimon), e incluso el dirigente anti-religioso, Sr. Itzjak Greenbaum. Esa carta prometía que, en el Estado Judío, el Shabat sería el Día oficial de Descanso, que en todas las cocinas del gobierno se prepararía solamente comida casher, que los divorcios y los casamientos se realizarían conforme a la Halajá y que la educación podría ser elegida por cada cual según su gusto.
El acuerdo con el Judaísmo Ortodoxo
Luego de la Declaración Balfour, el Mandato Británico quiso darle un status legal a la comunidad judía, y entonces se desarrolló una discusión acerca de cuales serían las bases de dicha comunidad. Desde ya que Agudat Israel deseaba un Estado Judío asentado sobre la Ley de la Torá. Los seculares no estaban de acuerdo, pero a fin de conseguir que Agudat Israel se uniera al pedido de creación de un Estado Judío, entregaron ese documento de “statu quo”, que permitió al pueblo judío vivir en Eretz Israel de acuerdo a la Halajá.
En aquellos momentos, lo que se había decidido era que no habría ninguna Constitución concomitante con la creación del Estado, pero que cuando fuera necesario establecer leyes formales, éstas se harían de conformidad y con la aceptación del Judaísmo Ortodoxo. Se daba por sentado que el Estado Judío no haría una Constitución debido a a las diferencias existentes entre los judíos ortodoxos y las personas seculares respecto a la autoridad que debía tener la Torá dentro del Estado Judío, y los seculares lo aceptaron.
Como ya lo mencioné previamente, en esos tiempos el liderazgo de la Agencia Judía estaba en una situación tal que le resultaba imprescindible conseguir que Agudat Israel tuviera una predisposición positiva hacia la demanda del establecimiento del Estado Judío. Más tarde, cuando los seculares quisiseron hacer cambios, el Judaísmo Ortodoxo insistió en que el Estado debía mantener los principios que los líderes de la Agencia Judía le habían prometido a Agudat Israel.
Como todos saben, desde su establecimiento el Estado Judío declaró que no habría de crear una nueva identidad para el pueblo judío, sino que serviría de conexión entre la nación judía y el pasado, y de conexión con Eretz Israel, que había preexistido por miles de años.
Una Constitución podría ser apropiada para cualquier otro pais, pero no expresa el sentido y el espíritu del pueblo judío en su tierra, y no puede permitirse que el Estado Judío exista sin su peculiaridad espiritual y que sea, D-s no lo permita, igual que todos los demás países. Nosotros debemos permenecer fieles a nuestra identidad y a la herencia de nuestros patriarcas, así como también a nuestra misión espiritual de estar sujetos a la Sagrada Torá que nos fue entregada en el Monte Sinaí.
El pueblo de D-s
Agudat Israel fue creado por nuestros más grandes Sabios de generaciones pasadas. Las bases de nuestra fe y de nuestra existencia residen en que nosotros no somos igual a las demás naciones. La autoridad que rige al Estado Judío es nuestra Sagrada Torá. Es esto lo que nos sostuvo durante las tinieblas de la Diáspora; esto nos sostuvo durante el horror del Holocausto, y nosotros pudimos vencer todas las dificultades y seguimos estando vivos. Estamos vivos debido a que somos “una nación que deberá tener su propia morada y que no debería contarse como una más entre las naciones”. De este modo es que podemos comprender el carácter especial y único de un Estado Judío para el Pueblo Judío. En nuestras oraciones, desde hace miles de años venimos diciendo: “Atá Bejartanu mikol ha’amim”, “Tú nos elegiste entre todas las naciones”. Es esto lo que nos sostuvo en todos los tiempos y a pesar de todas las dificultades. Porque nosotros somos el pueblo de D-s.
Esto que fue acordado entre el Judaísmo Ortodoxo y los seculares es un principio que muchos seculares pretenden cambiar, en tanto que los representantes de los sectores religiosos se oponen fuertemente a ello.
Durante el último período de la Kneset se hizo ya bastante daño, comenzando por la coalición entre Shinui (el partido anti religioso) y el Likud. Sin embargo podemos decir “Baruj Shepetrani”, gracias a D-s que ya nos hemos desligado de Shinui, que colapsó totalmente. Sin embargo los seculares están tratando de encontrar la forma de cambiar aquellos puntos de acuerdo logrados por Agudat Israel conjuntamente con el liderazgo de la Agencia Judía antes del establecimiento del Estado, y que han sido los principios básicos de nuestra existencia en nuestra Tierra Sagrada. Los partidos seculares esperan poder llevar este tema de la Constitución como cuestión a tratar en la Kneset que surja de las próximas elecciones.
El Judaísmo Unido de la Torá –Agudat Israel y Deguel HaTorá, lucharán con todas sus fuerzas en contra de una Constitución, porque los cuatro puntos de acuerdo que en el referido documento garantizaban un “statu quo”, están referidos a aquellas condiciones que nos posibilitan vivir en nuestra Tierra Sagrada. Por lo tanto, debemos asegurarnos de que el Judaísmo Unido de la Torá tenga la posiblidad en la próxima Kneset de no permitir que se realice ningún cambio en nuestros sagrados principios.
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