La Voz Judía


La Voz Judía
Notas extraidas del Libro “Shema Israel”

Notas extraidas del Libro “Shema Israel” sobre los sobrevivientes del Holocausto, que demuestran la entrega incondicional del Pueblo Judío a su legado ancestral

Meguila Casher
Eslovaquia 5704
Nos pusieron a trabajar limpiando proyectiles sin explotar y restos de una estación de tren bombardeada. En un vagón que no había sido dañado, encontré muchos libros sagrados. Entre ellos había una meguilá del libro de Ester, escrito con un bello estilo y completamente casher para leer en Purim. Escondí la meguilá entre mis objetos personales, pensando que sería un recuerdo de los años de la guerra...
Cuando llegó Purim yo estaba en Schattendorf. Comenté a todos que tenía en mi poder una meguilá casher. Se sintieron felices de poder cumplir con la mitzvá y me desearon la supervivencia y la liberación a cambio de ello.
Finalmente llegamos al terrible Campamento Mauthausen, donde enfermé con una terrible fiebre. Se dio la orden de ponerme en el grupo de los enfermos – en otras palabras, aquellos que los dejarían morir. Como no me quedaba otra alternativa, entregué la meguilá y los tefilín que tenía a mi amigo, Reb Tzvi Ioséf. Él intentó alentarme: “¡Wolf! Trata de aguantar. Veras que en pocos días seremos liberados y todo estará bien nuevamente”. Con la ayuda de Di-s logré aguantar y fui salvado.
Recuerdos de Zev Wolf Friedman, en Kedoshei Sheva HaKehilot, pag. 171-72
Para ver al Rebe
Buchenwald, Purim 5705
Muchos judíos que lograron sobrevivir en Auschwitz desesperaron en Buchenwald.
Un día mi amigo Herschel Procel vino a verme. Era de Wiroshow y lo había conocido en el campamento Bonn Camp en Auschwitz. Me susurró al oído, “Shalom, David. Quería decirte que hoy es Purim”. Para ese entonces ya no sabía la fecha y de hecho me asombró que él sí la supiera. También me dio su mishloaj manót – una píldora de sacarina que de alguna manera logró conseguir.
¿Qué fue lo que nos deseamos en ese día de Purim? Habíamos perdido todo – esposas e hijos, parientes, amigos. Pero aun no habíamos perdido la esperanza de ver al Gerrer Rebe, el Imrei Emet, que nos habíamos enterado que había escapado de Polonia y había logrado llegar a Eretz Israel. Entonces nos deseamos el uno al otro la posibilidad de ver a nuestro Rebe una vez más. Ese deseo se nos concedió unos años más tarde.
S. D. Horowitz, Amberes, en Hamodia (erev Shavuot 5756)
Vendido a la destrucción
Holowcszyn, Galicia, Purim 5704
Los rumores de un pogrom inminente estaban aterrando a todos los judíos en el campamento de trabajo. Pero ya era casi Purim, entonces sacamos la meguilá, una meguilá casher escrita sobre un pergamino, de su escondite en la casa de un gentil. Mientras tanto la mayoría de nosotros estaba ocupado pensando en cómo sobrevivir los próximos días. ¿Dónde podíamos escondernos?
Algunos consiguieron refugio en la casa de algún conocido gentil a cambio de un pago simbólico. Finalmente todos nos sentamos y discutimos qué hacer. Zalman Kobel de Zloscieke se sobresaltó, “Esta noche es Purim. Mir kennen areinhappen a mitzva faren toit – aun podemos cumplir una mitzvá antes de morir”.
Entonces leímos la meguilá aquella noche. Gracias al Cielo no tuvimos sorpresas en el medio. Los hombres se turnaron para vigilar afuera del pabellón.
Aquellos que teníamos algún escondite nos dirigimos hacia ellos luego, y al día siguiente cuando salimos, los conductores de carros gentiles se detuvieron y nos miraron con asombro. “¿Cómo lograron quedar con vida?” quisieron saber. Prometieron que no perderían tiempo con nosotros como lo hicieron con los otros judíos.
Fuimos de pabellón en pabellón, por todo el campamento, y fue un espectáculo terrible: piletas de sangre, cuerpos masacrados por todos lados, algunos descuartizados. Queridos y sagrados judíos que tan solo ayer habían sido nuestros vecinos. Incluso Reb Zalman, que nos leyó la meguilá un día antes, estuvo entre las víctimas.
En total murieron treinta personas, incluyendo un niño, Jaimel Maimon, cuyo cadáver yacía al lado del de su madre, Devorá. Era el único cuyo cadáver aun mantenía la forma humana; incluso seguía vestido. Antes del pogrom Jaimel solía sentarse todo el día sobre un banco y estudiar un volumen de Talmúd que apoyaba sobre sus rodillas. Ahora...
Testimonio de la Sra. Zissel Fogel de Rejasim, 5757
Bailando en Purim
Campamento de Koledichevo, Polonia, Purim 5703
Las únicas vestimentas que tenía el Slonimer Rebe para iom tov era el traje a rayas del campo de concentración. Los guardias estaban mirando, con su usual expresión sedienta de sangre. Pero Reb Shlomo David Iehoshua dio un paso adelante y comenzó a bailar en honor a Purim. Arriesgando abiertamente su vida hizo honor al día sagrado.
Pero no se trataba solo de un riesgo. ¿Cómo podía asegurarse de que no le disparen en el acto? Se le ocurrió una idea ingeniosa. “Hagamos un concurso de danza”, anunció a los habitantes de su pabellón, judíos y gentiles por igual. Todos aceptaron y, cuando los gentiles terminaron con sus danzas, los judíos tuvieron que pasar al frente. El Rebe comenzó a cantar Shoshanat Iaakov, una canción de Purim, con sus palabras alentadoras, “l´hodia shekol koveja lo ieivoshu...” – para decirle al mundo que nadie Te mirará y sentirá vergüenza, y nadie jamás será humillado al buscar su refugio en Ti”.
La noche anterior el Rebe había leído la meguilá en público de un pergamino que había logrado contrabandear de alguna manera. Los reunidos cantaron y bailaron luego de la lectura, pero el Rebe no creyó que fue suficiente para honrar al día sagrado. Quiso volver a bailar, entonces se le ocurrió este plan, que resultó ser exitoso.
Aarón Surasky, Demuiot Hod, pag. 230-31
Páginas ardientes
Ghetto de Varsovia, 5703
El Piaseczner Rebe era el último en el ghetto que aun oficiaba de Rebe. Arriesgando constantemente su vida, tenía un tisch público, enseñaba Torá y preparaba a todos para dar sus vidas por la santificación del Nombre de Di-s. Él mismo escribió sus últimas enseñanzas y después de la guerra fueron impresas en el sefer Eish Kodesh.
En estas páginas uno puede leer cómo los miembros de la SS, borrachos y salvajes, rugían por las calles del ghetto. Cualquier judío con quien se topaban, aunque sea un niño, lo asesinaban. En su rincón tranquilo el Rebe mantenía su guardia sagrada. A pesar de que estaban quebrando a los líderes judíos, se ocupaba de que cada judío preserve su imagen Divina y no desespere.
El Rebe no ahorró esfuerzos en mantener funcionando el mikve de las mujeres. Arriesgó su vida regularmente para hacerle un bris a cada niño que nacía, realizando él mismo la operación de manera estrictamente secreta. Prácticamente forzaba a la gente a alegrarse en Purim, incluso cuando nadie tenía ganas de alegrarse.
Cientos de miles de judíos de Varsovia habían sido masacrados y quemados, y el Rebe gritó, “¿Cómo puede seguir existiendo el mundo? ¿Cómo es que no cayó en el caos?” Pero al mismo tiempo siguió escribiendo sus palabras sagradas de Torá... Algún día, cuando el Holocausto termine, estas palabras formarían parte del texto Eish Kodesh. El Rebe sabía cuál sería su destino y se estaba preparando para santificar el Nombre de Di-s.
En erev Pesaj estalló una revolución en el ghetto. En un acto de venganza demencial, los nazis abrieron toda la red de suministro de gas de la ciudad e hicieron estallar casa tras casa, hasta que el ghetto se convirtió en una masa de llamas.
Los últimos días del Rebe transcurrieron en un campo de concentración cerca de Lublin. Devolvimos su alma al Creador en el crematorio el cuatro de Jeshvan de 5704.
Aarón Surasky, Demuiot Hod 3: 161-65

 

Nro 385 Adar 5766 - Marzo de 2006

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