“¿Ya preparaste tu disfraz para Purim?” - le preguntó Ruty a Miriam. Miriam puso una cara de misterio... “¡Dale... decime!” - insistió Ruty - “¿ya tenés disfraz, o no?” Ante la insistencia de Ruty, Miriam accedió: “Bueno, sí, ya tengo disfraz..” “¿De qué te vas a disfrazar?” volvió a la carga Ruty. “Sorpresa, sorpresa...” contestó Miriam. “¡Ay, dale, decime...!”
¿Y? ¿Qué dice Ud...? ¿que Miriam cuente o que guarde su secreto hasta Purim?
“¡Claro!” dice Ud. “gran parte de la gracia del disfraz pasa por el efecto del asombro. Si todos ya conocen quién está detrás de la máscara, se pierde la impresión y la admiración que se pretende”.
Se acerca Purim. Si bien no pertenece a las Mitzvot de la fiesta, hay muchos que acostumbran a disfrazarse para la ocasión. ¿Qué hay detrás de esto? ¿No es un poco vulgar?
¿En qué consiste un disfraz? En primer lugar, el no darse a conocer. Segundo, la originalidad en la elección. Tercero, la gracia que trae aparejada.
Tratemos de profundizar el tema. En fin, si nos ponemos a pensar hay muchos disimulos y encubrimientos en nuestra vida cotidiana. ¿Quién fue el primero en disfrazarse? A ver... a ver...
Bien, le ayudo. El primero en “disfrazarse”, mejor dicho, el primero en ocultarse, Fue y Es D”s mismo. ¡Mire. Ud! Nosotros vamos a la escuela y aprendemos “Ciencias Naturales”. Este estudio se denomina de tal modo porque analiza la “naturaleza” de los fenómenos que nos rodean cotidianamente y con los cuales estamos familiarizados: los movimientos de los astros, los biomas, los ecosistemas, etc. Dado que todos ellos responden a ciertas “reglas” que los humanos tratamos de comprender (salvo en las “excepciones”, a las cuales denominamos “accidentes” de la naturaleza) y dominar, por lo tanto, todo lo que sigue esas pautas, las calificamos como “naturales”. Entonces, es “natural” (como decir “obvio”) que el sol salga del este y se ponga en el oeste, que los humanos comamos a las vacas (en forma de bifes y asados, por supuesto...) y no, D”s libre, lo contrario... (p.ej. las vacas más inteligentes y evolucionadas, organizarían una marcha por el microcentro para defender sus derechos..., etc.)
Bien. Eso que aprendemos en “ciencias naturales” - quienes creemos que existe un D”s Todopoderoso - afirmamos que Fue y Es Él Quien organizó todo esto de manera tan correcta y exacta, hasta el punto que ni siquiera se nota el hecho que es El Quien lo diseñó con tal minuciosidad. Él está, entonces, presente en todo lo que vemos, y oculto (o disfrazado), porque podemos no discernir Su Presencia, sin una mirada profunda que nos permita trascender la primer imagen superficial y engañosa.
Esta es únicamente una pequeña parte de Su máscara.
Quien quiere ahondar más en este pensamiento, encontrará que detrás de la historia tan errática de los mortales, está la Mano de D”s que guía los eventos de la epopeya humana hacia el punto en donde éstos reconozcan Su existencia libremente. Dado que la apariencia engañosa y superficial de causa y efecto, parece demostrar lo contrario, las personas preferimos habitualmente seguir las fuerzas tangibles, en lugar de obedecer a D”s.
Los judíos, y en particular quienes vivimos en el exilio los últimos 2.000 años, conocemos un antifaz adicional de D”s. La del “Hester Panim” (= ocultamiento de semblante). ¿Qué significa esto? Nosotros sabemos que nuestros antepasados cerraron un pacto con D”s en Sinaí y lo ratificaron antes de su ingreso a la tierra, como así también antes de la muerte de Iehoshúa. Elegimos seguir Su Ley. D”s, a su vez, juró no abandonarnos jamás, ni sustituirnos por otro pueblo. Bien. Esto último, se vuelve difícil de explicar, cuando atravesamos masacres, expulsiones y holocaustos... Para nosotros, los sufrimientos del Galut, así como la supervivencia inexplicable del pueblo, se deben a una manifestación del “Hester Panim” al que hicimos alusión.
Volvamos entonces a la historia de Purim. (Para detalles de esta relato, Ud. puede buscar en los Ajdut 115/116/117 el año pasado). Muchos de los sucesos que se van dando durante el proceso de la exposición, tienen todos los elementos de “malos” en el pleno sentido de la palabra. P.ej.: La situación en la que Esther es tomada como esposa de Ajashverosh, sería la peor condición en la que querría estar situada una niña judía piadosa como Esther. Recién después supo, que D”s la había colocado en aquel dilema para que fuese el instrumento de la salvación de su pueblo.
El incidente en el cual el rey dejó sin reconocer ni premiar a Mordejai que le había salvado la vida (posiblemente arriesgando la propia), también sería causa de desilusión para cualquier persona de menos fe que Mordejai. Recién en el mometo indicado (por D”s), el rey tomó en cuenta el servicio de Mordejai y la historia tomó un vuelco decisivo. La misma horca que Hamán (en el apogeo de su cargo de primer ministro), había preparado para Mordejai, se dio vuelta para cargar con el propio Hamán en su lugar. ¿Quién se atrevería a sostener que una situación análoga pudiera considerarse “buena”?
En la época de Mordejai, los judíos estaban en un proceso de asimilación. Hamán lo sabía. Se lo insinuó, incluso, a Ajashverosh dentro de su gestión para lograr el permiso real para aniquilarlos: “Hay un pueblo desmembrado y desunido... y las leyes del Rey (D”s) no cumplen...” Hamán no ignoraba lo que esto significaba para Israel. Conocía perfectamente su vulnerabilidad cuando Israel está flojo en lo espiritual y aprovechó el momento para intentar destruirlos. ¿Quién provocó la Teshuvá de Israel hasta niveles antes desconocidos? ¿Quién estimuló a Israel para que ratificara lo que habían jurado a D”s frente a Sinaí? Indirectamente, y sin duda que no fue su intención hacerlo, el propio Hamán nos ayudó a dar este gran paso.
En una y otra oportunidad de los episodios de Purim, nos percatamos de cómo los cálculos humanos de “causa y efecto” que parecen ser tan evidentes en cierto momento, pierden totalmente su explicación cuando se los estudia objetivamente como lo hace la Meguilá. Presenciamos, entonces, una de las máscaras con las cuales D”s maneja los eventos de la historia.
En el momento de la entrega de la Torá en el Monte Sinaí, no había antifaz. La Revelación fue tan clara, que no existía posibilidad de negarse a aceptar la Torá. La evidencia de lo que estaba ocurriendo, sumado al agradecimiento por haberlos sacado de Egipto, tornaron el asentimiento del pueblo en una reacción “obligada”. Mil años más tarde, después de los episodios de Purim, la convalidación con la cual reafirmaron “Kiymú veKiblú”, fue espontánea y sin el apoyo de la certidumbre vivida en Sinaí.
En el momento de Purim, los judíos pudieron descubrir el disfraz por su propia cuenta y desenmascarar a Quien guía la historia. El resultado de aquella elevación espiritual, fue la conclusión de la reconstrucción del Bet HaMikdash pocos años después.
Quienes leen los periódicos con cierta frecuencia, se habrán percatado del hecho que tras cualquier suceso que “hace noticia”, los “expertos en política” tienen interpretaciones muy inteligentes que explican lo acontecido. Tan obvias son las exposiciones de esos profetas que lo saben todo, que siempre llegan después que las cosas ya sucedieron...
¿No será que caemos nosotros también en la trampa de quedarnos con las máscaras? Cuando observamos que Israel después de 52 años de existencia como estado, ningún gobierno - ni los de derecha, ni los de izquierda - logra una paz definitiva con los vecinos, y cuando en el mundo vuelven a surgir grupos neo-nazis con un fuerte apoyo electoral a escasos 50 años de haber sido esa ideología - aparentemente - condenada por la familia de naciones... ¿no será que hay Alguien detrás del disfraz, que nos está hablando? Cuando en los miles de años de historia humana, todos los “tratados de paz” fracasaron con el tiempo, ¿no será que se cumplen las palabras de Ieshaiahu (Cap.61:1): “Por Tzion no callaré, ni por Ierushalaim quedaré quieto”, a lo cual explican los Sabios que el mundo no tendrá paz ni tranquilidad hasta que tome conciencia de las enseñanzas morales que deben emanar de la Torá de Ierushalaim?
Quienes somos descendientes de Avraham que supo divisar a D”s a través de la contemplación de todo lo que estuvo a su alrededor, sin duda que debiéramos poder mirar más allá de los disfraces del mundo, y que merezcamos percibir a Quien nos está enviando Sus señales.
(Algunos de los conceptos fueron extraídos de artículos de R. A. Scheinmann de la publicación “The Jewish Observer”)
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