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El término jüdenrein posee connotaciones trágicas. Está basado en la terminología nazi que reflejaba la íntima ambición de la vida de Hitler de deshacer a Alemania –y eventualmente a toda Europa- de sus habitantes judíos.
Existen muchas otras regiones en el mundo que son también, casi jüdenrein, particularmente los paises árabes. Irak, donde habitaba la comunidad judía más grande y antigua de la diáspora, tiene ahora solamente 75 habitantes judíos. Egipto tiene 200. Jordania no tiene ninguno. Y así con todos los demás.
Parece descabellado pensar que una parte de Eretz Israel – Gaza- aún bajo control judío, se haya convertido repentinamente en jüdenrein, de donde los judíos fueron expulsados por un ejército judío apoyado por una fuerza policial judía.
¿Por qué pasó? ¿Debía haber pasado? ¿Por qué, en primer lugar, 8.000 judíos creyeron que era prudente y seguro afincarse en medio de millones de árabes?
Hay muchas otras preguntas que acosan la mente de los judíos de todo el mundo.
Mientras tanto, el éxodo de Gaza, fue materia de debate –fundamentalmente un debate hostil- en todos los periódicos del mundo. La población árabe de varios millones (a los que ahora llaman “palestinos”), están bailando en las plazas de la ciudad, creyendo que su campaña de asesinatos ha producido los frutos de la victoria.
¿Qué vendrá ahora?
¿La Márgen Occidental? ¿La paz? ¿O la guerra, D-s no lo permita?
Nadie lo sabe.
Una sola cosa es clara: nada sucede en este mundo sin una finalidad Divina.
¿Es posible que Hashem desee recordarnos que el establecimiento en un lugar no es permanente, o incluso legitimar que sigamos estando en el Galut? Durante cerca de 40 años, “nosotros” –los judíos- fuimos los dueños poderosos de Gaza. Dimos por hecho que cada centímetro del estado judío era “nuestro”.
Pero un dia después de Tishá Be’Av de 5765, eso llegó a su fin.
Uno tendría que ser ciego si no ve que hay un hecho muy sublime y misterioso en el mundo, y que nuevamente, el Pueblo de Israel está en el centro de un gran evento.
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