El análisis de lo ocurrido durante el año que culmina en la comunidad judía de la Argentina no puede obviar referirse a los efectos que en el ámbito institucional dejó el fallo del Tribunal Oral Federal Nº 3 que dejó en libertad a los acusados de participes necesarios en el atentado a la AMIA. Esa medida al igual que las duras imputaciones que efectuó a la labor del juez instructor de la causa, el doctor Juan José Galeano y en cierta medida a cierta dirigencia comunitaria, superaron las expectativas más pesimistas y debemos reconocer que preocupo y ocupo durante semanas a los miembros de las conducciones de las instancias centrales comunitarias, visualizándose que las posturas de la AMIA y de la DAIA proseguían siendo divergentes. A la vez que resultó claro que para el común de los miembros de la comunidad esta situación les desagradaba y - en alguna medida – hacía aumentar en forma genérica el descrédito que sentían hacía quienes las dirigían. Otro elemento que no puede pasarse por alto es el de la situación económica, pues si bien los momentos más aciagos de la crisis habían pasado y la cantidad de beneficiarios de los diversos planes de ayuda social implementados disminuyó, la cantidad de judíos que continua necesitando de la asistencia comunitaria sigue siendo elevada aunque de acuerdo a lo que se ha anticipado, en los últimos meses, los aportes que para ese fin aportaban judíos e instituciones del exterior ha de menguar en forma paulatina. La explicación que se brinda es que por un lado los informes que reciben por parte del Gobierno hablan de una sensible recuperación económica y por otro que existe la necesidad de brindar ayuda a otras comunidades que también tienen problemas y que por lo tanto deben ser los miembros acomodados de la comunidad los que se hagan cargo de los aportes necesarios. La elección y el cambio de autoridades de la AMIA seguramente han de influir en la manera en que este contexto se ha de encarar, pero hasta el presente su presidente no ha mantenido contactos con la prensa comunitaria para explicar como lo han de hacer.
El estudio demográfico realizado por el JOINT, que comentamos ampliamente en nuestra edición anterior, demuestra que la lucha contra la asimilación ha fracasado, excepto en las instituciones raigales. No sólo debido al porcentaje de casamientos exogámicos sino al alejamiento de las instituciones de casi los dos tercios de la población judía estimada de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
El cierre de escuelas judías “laicas” no culminó y en algunos círculos bien informados se comenta que al iniciarse el año escolar 2006 alguna cerrará sus puertas. Mientras esto ocurre se debieron agrandar las escuelas en donde el plan de estudio respeta los dictados de la Torá a la vez que una tradicionalmente “laica” paso a depender de Jabad Lubavitch y otra se abrirá al iniciarse las clases el año próximo. También ha sido evidente el aumento de alumnos en las Yeshivot y de los concurrentes a cursos complementarios especialmente diagramados para niños y jóvenes judíos que no concurren a escuelas de la red escolar judía. La cantidad de Balei Teshuvot se acrecienta día a día, comprobando que la labor que desarrollan los rabinos Efraín Dines, Abraham Seruya, Daniel Oppenheimer y Rafael Freue además de estar bien encaminada responde a la necesidad de muchos judíos, provenientes de familias alejadas de la observancia de las mitzvot, que buscan en la Torá el camino para guiar sus vidas. A la vez se nota que la cantidad de productos casher, al igual que sus lugares de venta, han crecido, consecuencia de que cada día son más los que los consumen, otra demostración palpable del aumento de la cantidad de judíos observantes. Pero no sólo en este campo se observa este fenómeno. El mismo es evidente en el mercado editorial de libros destinados a quienes se acercan a la Torá desconociendo muchas veces los rudimentos básicos de nuestra tradición, ya que en forma constante se editan nuevos títulos, versiones de textos tradicionales traducidos y materiales destinados a los niños. Dentro de este contexto se incluye la apertura, en pleno barrio de El Once, de Judaica, un negocio de venta de artículos raigales, libros, regalaría y galería de arte que cumplen con las prescripciones halájicas correspondientes. Otro ejemplo de lo que decimos es la tarea que desarrolla Torah Umesorah Latinoamérica, dirigida por el rabino Eliahu Kugielsky, destinada principalmente a jóvenes judíos varones del interior del país. Allí llegaron alumnos sin conocer el Alef Bet y luego de unos años estudian Talmud, son judíos extremadamente observantes y muchos de ellos tienen títulos universitarios, a la vez que una cantidad de ex alumnos son actualmente estudiantes avanzados de yeshivot en Israel. Todo esto nos lleva a afirmar que durante el año hebreo 5765 se evidenció un crecimiento de la vida judía raigal, observante de la Torá, mientras que la vida judía “laica” decayó. Si bien esto último nos resulta gratificante el resto de lo que estamos describiendo nos preocupa de sobremanera, pues si bien a lo largo de toda nuestra trayectoria difundimos los valores de la Torá y apoyamos el trabajo de quienes luchan contra el flagelo de la asimilación acercando a los judíos a su forma de vida siempre hemos planteado la necesidad de la continuidad de la comunidad y lo que observamos nos hace pensar que en camino que estamos transitando un porcentaje sumamente elevado de sus miembros se asimilará y sus descendientes se perderán para el pueblo judío. Hechos y situaciones que favorecen la asimilación, generadas desde las máximas instancias de la Kehila, que en su momento comentamos y criticamos se sieguen produciendo, como ser actividades organizadas en Shabat y jaguim ajenas por completo a nuestra tradición, el “blanqueo” de los casamientos exogámicos mediante falsas conversiones, la edición de algún libro que contradice lo que se enseña en las escuelas judías, acuerdos para formar funcionarios sinagogales contrarios a la Halajá, permitir que mujeres lleven a cabo rituales en los cementerios, por nombrar solo algunos.En definitiva, como corolario de lo que a lo largo de todo el año 5765 ha ocurrido en la comunidad estamos convencidos de que la perdida de los valores y tradiciones judías continuó y la comunidad, pese al informe demográfico, se achico mientras que las instituciones raigales, las observantes de la Torá siguieron creciendo.
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