La Voz Judía


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Celebración del cincuenta aniversario de la vacuna contra la polio

La mañana del 12 de abril de 1955, los norteamericanos recibieron la noticia de que un enemigo descorazonado que había afectado miles de personas. En un sólo momento se enteraron de que Jonas Salk y un equipo de investigadores había desarrollado una vacuna que podría conquistar la poliomielitis, una de las más temidas enfermedades del siglo 20.
La fórmula, una triple variación de virus de polio muertos, fue un experimento que muchos científicos habían creído que fallaría. El equipo de Salk lo había probado en el experimento clínico más largo de la historia, un experimento del cual participaron casi dos millones de jóvenes.
“La vacuna funciona,” declaró el anuncio. “Es segura, eficaz y potente.”
Las noticias, que marcaron un hito en la medicina, convirtieron a Salk en un héroe nacional. Cambió la vida para siempre en ciudades grandes y pequeñas. Trajo el final a las piletas clausuradas y las playas desiertas en verano, el final de los títulos en los medios anunciando otra epidemia de polio. El final de las familias perseguidas por el fantasma de la parálisis o la muerte.
“La esperanza que ofreció fue tremenda,” dijo John Sever, un pediatra en el Centro Médico Nacional para Niños, que en ese entonces era un estudiante de medicina en Chicago, tratando víctimas de la enfermedad. Aún recuerda el sonido de sus pulmones de hierro, los tubos mecánicos que mantenían vivos a los enfermos críticos.
Cincuenta años después se volvió a celebrar el logro: en la Universidad de Pittsburgh, donde Salk y sus colegas trabajaron arduamente durante casi una década; en la Universidad de Michigan, donde el éxito fue anunciado ante un público efervesciente; en Boston, donde otros descubrieron cómo lograr un cultivo masivo del virus; en La Jolla, California, hogar del Instituto Salk de Estudios Biológicos.
En el 50 aniversario de aquel anuncio se llevó a cabo una reunión en la Smithsonian Institution de Washington con el hijo más joven de Salk y la nieta de la víctima más famosa de dicha enfermedad, Franklin D. Roosevelt, que anunciaron la apertura de una exhibición titulada “¿Qué le sucedió al Polio?” en el Museo Nacional de Historia Norteamericana.

No hubo casos de polio en los Estados Unidos durante 25 años

Los Estados Unidos se han liberado de esta enfermedad durante más de un cuarto de siglo, seguidos por el hemisferio occidental, luego por los países del pacífico oeste y luego en el 2002, por Europa.
Pero el mundo aún no ha erradicado por completo al virus. Permanece en seis países asiáticos y africanos, continentes en los que incluso después de que la vacunación detuvo la transmisión, el polio no desaparece con rapidez por la gran cantidad de personas ya afectadas.
Aunque la enfermedad y su amenaza desaparecieron de la conciencia norteamericana, el impacto de cómo fue superada sigue sintiéndose. El trabajo de Salk fue financiado por individuos norteamericanos que respondían a una colecta que se hizo puerta a puerta por la “Marcha de las Madres por el Polio”, auspiciada por una organización que ahora es conocida como “La Marcha de las Monedas”.
Luego del descubrimiento de Salk vino una nueva era de financiación y supervisión gubernamental. Otras vacunas infantiles pronto aparecieron, y con ellas la esperanza que la inmunidad estaría disponible para todos, sin depender de los ingresos o la raza.
“El polio puso todo esto en movimiento,” dijo la curadora Smithsoniana Katherine Ott.
Para algunos norteamericanos hay repercusiones especiales. Aquellos para quienes la vacuna de Salk llegó unos años o meses tarde, que perdieron familiares, amigos y funciones a causa del virus, dicen que las generaciones posteriores no pueden comprender el pánico de aquellos tiempos. El polio era un azote muy duro.

Todos corrían peligro
“La diferencia es que todos corrían el riesgo,” explicó Lauro Halstead, un médico que lidera el programa post-polio en el Hospital Nacional de Rehabilitación. “Nadie quedaba exento.”
Nadie, incluyendo al mismismo Halstead que en el verano de 1954 era un próspero estudiante universitario que estaba viajando por Europa. Se contagió del polio posiblemente en Francia. Sintió los primeros síntomas de fiebre mientras acampaba en Portugal y apenas 24 horas después en España descubrió que apenas podía mover sus miembros.
Dolores Thompson sufrió la mala suerte de vivir en Blue Ridge, Virginia, cuando la ciudad de Wytheville estaba inmersa en la peor epidemia de polio del país en 1950. Su caso fue considerado “leve”, pero eso fue antes de que el virus paralizara su pecho y la envió a los 10 años al hospital donde tuvieron que conectarla a un pulmón artificial. Cincuenta y cinco años después el aparato que parece un submarino, aún sigue manteniéndola en vida.
“Respiro sin esfuerzo sólo cuando llevo conectado el aparato,” dice.
“Ninguna enfermedad atrajo tanta atención ni golpeó con tanto terror como el polio,” escribió el historiador de la Universidad de Texas, David M. Oshinksy en una nueva publicación, “Polio: Una Historia Norteamericana.” “Y por un buen motivo. El polio golpeaba sin advertencia. No había manera de saber quién se contagiaría y quién no. Mató algunas de sus víctimas y otras las dejó afectadas de por vida, dejando marcas vívidas como, sillas de rueda, muletas, prótesis, aparatos respiratorios, miembros deformados.”

Ahora los sobrevivientes pierden terreno

Medio siglo más tarde, las consecuencias de la valiente determinación de superar al polio han regresado para Walter Scheltema de Kensington, y para el millón de sobrevivientes del polio en los Estados Unidos. Aunque le dan al triunfo de Salk su merecido respeto, el legado del polio sigue alterando sus vidas. La debilidad muscular, la fatiga y otros problemas relacionados han regresado. La causa: años de esfuerzo muscular y sobrecarga de nervios que se siguieron llevando a cabo donde otros perecieron.
Dada la erradicación del virus en los Estados Unidos y el “apuro prematuro a sentenciar que el polio quedo detrás,” Halstead dijo que mucha gente ha tenido dificultades para aceptar los síntomas.
Halstead, ahora médico e investigador, fue uno de los primeros en reconocer la relación entre el pasado y el presente, y ha graficado su propia regresión: el brazo izquierdo, débil. Puede caminar apenas una cuadra. Halstead utiliza un ciclomotor incluso para distancias cortas. Le cuesta hacer movimientos para sus necesidades básicas como cepillarse los dientes. “Me siento como si me estuviera absorbiendo en una ciénaga,” dijo.

Cómo hacen algunos para superar sus limitaciones

Thompson tiene miedo que la experiencia misma del polio se esté olvidando. “Algunas personas ni siquiera saben qué es el polio.” Sus palabras están teñidas de tristeza. “Es un momento de nuestra historia del cual aún podemos aprender.”
Ella y su pulmón artificial pertenecen a una extraña camada de sobrevivientes del polio. A lo largo de los años descubrió la manera de lidiar con el tema. Obtuvo un titulo universitario en literatura inglesa, hace correcciones para revistas y escribió críticas sobre libros y poesía. “Una vida muy gratificante,” dijo. En una época aún tenía fuerzas para manejar.
Recuerda un médico en el hospital, hace décadas en Richmond, que le había dicho que estaba cercana a ser curada y le preguntó cómo se sentía.
“Dije que estaba feliz.” Acostada y paralizada, pero feliz. “No quise que ningún otro niño o adulto tenga que atravesar el polio.”

 

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