La idea de un Rabino Ortodoxo dando una conferencia pública sobre Judaísmo y Paz, en Siria, puede parecer muy traida de los pelos. Pero hace pocas semanas, en Damasco -frente a todos los medios de prensa sirios y ante una audiencia de decenas de personas- el Rabino Marc Gopin habló acerca de la importancia de la religión en la creación de una sociedad más tolerante y protectora. Acompañaban al Rabino Gopin, el Mufti de Alepo, Ahmad Hasoun, y el obispo de la Iglesia Ortodoxa Griega de Siria, Ghatas Hazim.
“Mi experiencia aquí y en otros paises, es que, incluso antes de que exista cualquier idea de democracia, es necesario que haya una cultura del debate. En particular, es necesario que exista una cultura de diálogo entre las minorías y entre las religiones”.
Luego de más de dos décadas de un trabajo de búsqueda de soluciones al conflicto y de diplomacia subterránea, a través de lo cual llegó al convencimiento de que la religión es el único vehículo para construir un puente de unión, el Rabi Gopin viajó, hace pocas semanas, a Siria, por segunda vez en el año.
En Enero había viajado a Siria, en el curso de algunas negociaciones llevadas a cabo en Israel para realizar una charla abierta en la Biblioteca Assad, en Damasco. El ofreció también, en esa oportunidad, entrevistas a los medios televisivos, gráficos y radiales.
En esa visita que duró 8 días, en el mes de Enero, fue cálidamente recibido, pero cuando volvió a su casa en Maryland, casi nadie le creyó.
“De hecho, mi mayor problema desde que me fui de Siria, fue que en Israel nadie creía que el evento había ocurrido verdaderamente, ni que un religioso Judío hubiera sido tratado de esta forma en la capital del más feroz de los enemigos de Israel”, escribió, más tarde, en un artículo referido al episodio.
Hace algunos días volvió de Damasco, después de haber asistido al Foro Económico Mundial, en Jordania, para participar en un diálogo religioso, en la Unión de Autores Arabes. En dicho acto se dejó espacio para un extenso período de preguntas y respuestas, en una audiencia formada por aproximadamente 70 destacados políticos, religiosos y periodistas.
Rabi Gopin declaró que a él le interesaba especialmente hacer un trabajo de resolución del conflicto con Siria, debido a que “es el último estado fronterizo en conflicto. Todos sus vecinos están en su contra, en estos momentos, y es precisamente allí donde quiero brindar mi ayuda”, dijo.
Fue muy interesante para él estar allí y poder hablar de la Guemará, y de los niveles de caridad y ayuda a los carenciados establecidos por el Rambam. “Nunca perdí la noción de que me encontraba en el corazón de una ciudad que había estado en guerra durante toda mi vida con mi hogar ancestral, con Israel, y que en consecuencia, era una amenaza para mis primos y todos los miembros de mi familia que están allí. Yo viví todo el tiempo con esa paradoja”, dijo.
La comunidad judía de Siria no tiene en la actualidad más que 300 miembros. La mayoría de los 30.000 judíos que vivían allí antes de 1948, emigraron, muchos a los EE.UU. y a Israel.
|
|
|