Nos han llamado racistas. Nosotros mismos nos hemos puesto esta distinción. Posiblemente nos falte claridad para saber lo que somos realmente.
Dentro de poco tiempo – el 10 de noviembre del calendario secular, para ser más preciso – el mundo conmemorará el 30 aniversario de la declaración – número 3379 de la ONU – hecha por la Asamblea General de las Naciones Unidas respecto a que el sionismo es racismo.
A pesar de que la claúsula “sionismo es sinónimo de racismo” fue eliminada de la última declaración del organismo hecha en Durban, Sudáfrica en septiembre de 2001, la hostilidad abierta en contra de Israel en la misma conferencia fue mucho más potente e impactante que la eventual omisión de la clausula. La mayoría de nosotros podemos recordar cómo a lo largo de las décadas el sentimiento de “racismo judío” ha sido reiterado por sonei Israel, desde Damasco hasta Durban, como la legitimación para odiar a nuestro pueblo.
Y a pesar de que muchos cambiaron el discurso para evitar la creación de una imagen de que el odio es hacia los judíos per se, en oposición al odio contra un concepto político nebuloso como el estado judío, nosotros sabemos la verdad. Como lo señaló el embajador israelí de ese momento, Jaim Herzog, en la Asamblea General, había una gran ironía que podría parecer (al ojo de un no creyente) una coincidencia. El 10 de noviembre también es el aniversario de Kristallnacht, el horrible suceso que precedió la devastación de la judería europea. Entonces en la misma fecha que los enemigos de Klal Israel – junto con sus cómplices – se embarcaron en la campaña racial asesina más sangriente de la historia humana, fueron Klal Israel, víctima colectiva de aquella campaña, los declarados – en una reunión supuestamente “iluminada” – como racistas.
A decir verdad, el término “racista” está dolorosamente incomprendido. ¿Alguien niega que pueden haber diferencias – leves o no – entre grupos – raciales, religiosos o étnicos? ¿El hecho de reconocerlo está mal? Con total seguridad un racista no es alguien que reconoce dichas diferencias, ya que sólo un tonto las negaría. Un racista es una persona que trata a los demás de manera poco ética a causa de estas diferencias. El racismo es la política de la discriminación.
Considerando las definiciones del diccionario. Todas ellas indican que el racismo está inexroablemente ligado con un sistema de prejuicios raciales e invalidación, sea institucionalizada o no. Tomando la definición del diccionario Webster´s: “la creencia de que una raza es primordialmente determinante de los rasgos y capacidades humanas y que las diferencias raciales producen una superioridad inherente para una raza en particular.”
La definición de Oxford apoya más claramente esta idea. “La creencia de que existen características, habilidades o cualidades específicas de cada raza; y la discriminación en contra o antagonismo con otras razas.” La definición de American Heritage es: “La creencia de que de la raza dependen las diferencias del carácter humano y sus habilidades y que una raza en particular es superior a otras; La discriminación y el prejuicio basados en la raza.”
Nosotros, las víctimas más experimentadas de la discriminación racial, somos todo menos racistas. Se cuenta que cuando Rav Aharon Kotler, zt”l, estaba siendo transportado de Brooklyn a Lakewood por un joven, llegaron a un peaje por el cual tuvieron que disminuir la velocidad. El joven decidió que su carril estaba avanzando muy lentamente y entonces detectó al lado un carril vacío, con una barrera automática que se levantaba al colocar monedas en la máquina. Revisó que tenía el cambio necesario y procedió a cambiar de carril. Cuando el Rosh Ieshiva le preguntó qué estaba sucediendo, el joven le explicó que de esta manera saldrían de la estación de peaje más rápidamente. Reb Aharon le pidió al joven que regrese al carril donde estaban antes. Le explicó por qué: si el empleado de la casilla de peaje ve que un auto se pasa a un carril sin empleado para hacer más rápido, se sentirá que su trabajo es insignificante. El Rabi hizo lo que cualquier otro diría fue una mala decisión, para que el empleado del peaje tenga la posibilidad de sentir auto estima.
No es este el material del cual está hecho el racismo.
Es muy importante que reconozcamos que un judío es de hecho una diferente entidad humana. No, jalila, para que nos lleve a maltratar a los demás – porque esto sería racismo y está prohibido según nuestras creencias – sino pavimentar el camino para una apreciación más refinada de lo que es un judío. Por más que tenemos que oponernos al racismo, necesitamos celebrar nuestro espíritu distintivo único.
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