El pasado 14 de abril María Altmann, una dama vivaz de figura espigada, de 89 años de edad, vio su historia desparramada en las tapas de los diarios The New York Times y Los Angeles Times.
Lo que la había convertido en nueva rica y que mantenía su teléfono sonando incesantemente era una suma de 21.800.000 de dólares que ella, su esposo y sus familiares habían recibido como compensación por las pérdidas sufridas durante el Holocausto.
La compensación monetaria provenía de un fondo de 1.25 billones de dólares establecido por bancos suizos en el año 1998 para dar cumplimiento a una amplia gama de requerimientos. En consecuencia, un Tribunal Resolutivo de Reclamos fue constituido por el Juez Federal Edward Korman a fin de realizar adjudicaciones a unos 32.000 reclamos efectuados en su mayoría por judíos que habían perdido sus depósitos en cuentas abiertas en bancos suizos.
Gideon Taylor, vicepresidente ejecutivo de la Claims Conference, que transfiere las recompensas autorizadas a los reclamantes, dijo que alrededor de 254 millones de dólares, como máximo, habían sido pagados a unos 3.000 solicitantes, y que la recompensa a la familia Altman era la más elevada pagada hasta la fecha.
La historia de los Altmann comenzó en Viena, donde María Victoria nació en 1916 como la hija mimada de la fabulosamente rica familia Bloch-Bauer. El clan ampliado poseía la fábrica de azúcar refinada más grande de Austria, numerosas mansiones y una pasmosa colección de arte.
Los Bloch-Bauer eran judíos, pero asimilados. “Nosotros íbamos al templo una vez por año en Iom Kipur, donde recuerdo haber visto a los Rotschild con sombreros de copa y chaquets”, recuerda Altmann. “Pero por otra parte también celebrábamos Navidad y Pascuas”!
En diciembre de 1937, en la última gran boda judía realizada en Viena, María Bloch-Bauer se casó con Fritz Altmann, un aspirante a cantante de ópera, y la flamante pareja partió para un extenso viaje de luna de miel. Poco después ellos regresaron, las tropas de Hilter habían marchado sobre Viena en medio de lo que Altmann recuerda como un irrefrenable júbilo del pueblo austríaco.
Una semana antes de la anexión por parte de los nazis, los hombres de la familia Bloch-Bauer –junto con su asesor comercial, Otto Pick – previeron lo que se venía.
Para proteger sus propiedades ellos viajaron a Suiza, en uno de cuyos bancos abrieron una muy bien delineada cuenta en la que depositaron un paquete de valores bajo la previsión de que, sólo con el consentimiento unánime de la familia de tenedores, el mismo podría ser vendido.
Casi inmediatamente el banco violó el acuerdo y vendió el paquete de acciones correspondiente a la refinería de azúcar a un comerciante alemán que contaba con los enlaces adecuados con los nazis, por una fracción de su valor total.
Según lo señalado por el Tribunal que autorizó el pago de 21.800.000 de dólares en su informe de 52 páginas, “habiéndose promocionado a si mismos entre los judíos de Europa como un puerto seguro para sus propiedades, los bancos suizos repetidamente trasladaro las propiedades de los judíos a los nazis a fin de congraciarse con ellos.” La identidad del banco suizo contratado por la familia Bloch-Bauer no fue revelada en el extenso informe del Tribunal ni en informaciones periodísticas, pero nuestro medio pudo determinar que fue el Union Bank de Suiza, cuya central se encuentra en Zurich. En 1998 el Union Bank se asoció con otro banco suizo y formó el UBS, hoy por hoy la firma de servicios financieros y de manejo de fondos más extensa del mundo, con filiales en 50 paises.
Roger Witten, un abogado de UBS y del Credit Suisse, le contó al New York Times que existen afirmaciones acerca de apropiaciones sistemáticas de pertenencias de las víctimas del Holocausto, y de otros malos manejos realizados por los bancos suizos, pero que las mismas habían sido rechazadas por diversas comisiones alegando que eran falsas.
El abogado E. Randol Schoenberg, quien alertó acerca del posible reclamo de Altmann hace cuatro años, dijo que la banca suiza no tenía ningún documento correspondiente a la transacción de la familia Bloch-Bauer, y que él había tenido que obtener la evidencia en los archivos de los EE.UU., de Canadá y de Austria. Altmann misma no guarda ningún rencor hacia Suiza, que brindó refugio a algunos miembros de su familia, señalando a los nazis alemanes y austríacos como los verdaderos villanos.
Los 21.800.000 de dólares serán compartidos por 13 herederos sobrevivientes de la familia Bloch-Bauer y de la familia Pick en los EE.UU. y Canadá, mientras que la parte que le corresponde a Altmann es de unos 2.000.000 de dólares.
Altmann, quien es madre de cuatro hijos, abuela de seis nietos, y que espera ser bisabuela, se mantenía hasta hace dos años dirigiendo una tienda de ropa femenina para mujeres de 40 años para arriba. Ella no planea ningún cambio en su estilo de vida. “Yo no voy a renunciar a mi casa de hace 30 años y seguramente voy a conservar mi amado auto, el venerable Chevy”, confesó. Altmann dijo que está planeando realizar donaciones para causas judías, por más que ella no tenga ninguna relación con la comunidad judía de Los Angeles.
“Desgraciadamente no fui educada como judía”, confiesa. “Mi esposo, cuya familia proviene de Polonia, era fuertemente judío. Nosotros solíamos tener muchas discusiones al respecto, y yo acepté hacerles la circuncisión ritual a mis hijos a cambio de que me permitiera tener mi árbol de Navidad!” dijo. Y agregó que posiblemente su vínculo más estrecho con el pueblo judío provenía del sentido de haber tenido un destino común.
Durante la última década, Altmann y Schoenberg estuvieron realizando un juicio contra el gobierno austríaco a fin de recuperar seis pinturas del pintor vienés Gustav Klimt, que le fuera confiscada por los nazis a un tio suyo, Ferdinand Bloch-Bauer. Las pinturas, incluyendo un mundialmente famoso retrato de la tía de Altmann, Adele Bloch-Bauer, están valuadas en 150.000.000 de dólares.
|
|
|