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Las semanas que median entre Pesaj y Shavuot han adquirido el carácter de un período memorial, en el cual resulta fuera de lugar disfrutar muy profundamente de las cosas buenas de la vida, dado que fue durante ese tiempo que, de manera recurrente a través de los años, nos sucedieron diversas calamidades.
Pero ello no alcanzó para obliterar lo que, originariamente, fue la cualidad básica de estas siete semanas. Y ella es, además del hecho de estar infundidas por la alegría de la Primavera, su carácter de puente entre dos festividades, un puente a lo largo del cual el alma puede andar sin rumbo fijo ni impedimento alguno, saboreando la dicha certera del pasado, el futuro y la eternidad, segura por la creencia en la Divina Gracia.
¿Qué de malo podría hacernos el hombre? Existe un D”s. El nos liberará del mismo modo que tan frecuentemente lo hizo. No es acaso la sola creencia en Su existencia, en Su proximidad, una liberación en si misma? ¿No se extinguen acaso todos nuestros dolores, todas nuestras tribulaciones, en cuanto dejamos de caer en el engaño de los objetos materiales, cuando el animal dentro nuestro ha sido acallado, y cuando nuestros oidos se han vuelto afinados ante los sonidos de la voz del Creador a través de todo el universo?
¿Qué podría hacernos la “brillante inteligencia” humana? Nosotros estamos por encima de ella. Estamos agradecidos por que cada mandamiento para hacer o para dejar de hacer algo nos proporciona un momento de respiro dentro del tumulto de la vida, en la medida en que pensamos en El. ¿Qué puede, finalmente, acontecernos? ¿No nos han prometido acaso la redención? Sabiendo como lo hacemos, que tanto si vivimos bien o enfermos en nuestro pequeño momento en el Tiempo, en medio de los conflictos por el odio entre los individuos y las naciones, y en medio del paso de las generaciones, un estremecedor movimiento de preparación, producido por D”s, está atravesando el mundo. El creador está trabajando sobre él; su plan maestro para la humanidad. Y repentinamente – no sabemos de antemano cuándo, aunque podemos haber ayudado a acercarlo – el Gran Trabajo al final de la historia se levantará frente a nuestros ojos y dentro nuestro, el diluvio de los Tiempos por la Eternidad, la Redención de Israel y la humanidad, el Mesías...Sabiendo eso, ¿puede alguien desesperarse?
Que haya cientos de bocas susurrando quejosas: ¿”Cómo puede uno imaginar que en siglo 20...?” no tiene porque preocuparnos. Una generación pasa y otra llega. El pensamiento intuitivo será, algún día, nuevamente reconocido. Las experiencias y las persepciones de un plan superior volverán a tener, una vez más, preeminencia por encima de los telescopios y los microscopios: el Creador volverá a ser reconocido. En cierto modo, la verdad del símbolo y el poder del que eleva una plegaria, así como el reconocimiento de que existen milagros que aún no han tomado forma material por más que ellos ya hayan sido concebidos – milagros que antes de corporizarse, han proyectado la certeza de su advenimiento dentro de las almas humanas.
¡No permitamos que esos quejosos susurros nos hagan desfallecer!
Llegará el tiempo en que ellos cesen. Permitamos que nuestras almas corran libremente por el puente que une Pesaj con Shavuot, y se colmen de dichosas certezas...
De “El Puente” , selección de ensayos de Nathan Birnbaum
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