Una reciente investigación llevada a cabo por el Centro de Estudios para las Comunidades Judías Latinoamericanas del JOINT, da información actualizada sobre la comunidad judía de Argentina. Hacía más de 40 años que no se efectuaba un estudio similar.
Además de dar cifras aproximadas sobre el número de judíos que viven hoy en el pais, el informe brinda una descripción de diversos aspectos socio-demográficos que pueden ser de utilidad para diversos fines, tales como la planificación, el desarrollo de acciones o la toma de decisiones en el trabajo de las diversas instituciones y organizaciones comunitarias.
Pero más allá del informe y de los números está la lectura que cabe realizar de los mismos en cuanto a cómo evaluamos esos resultados. Porque tal vez resulte menos sorprendente la cifra total de judíos que viven en el pais – que según el estudio rondaría los 156.000 en la Ciudad de Buenos Aires, y los 88.000 en el Gran Buenos Aires – que sumarían 244.000, que el hecho de que, de todos ellos, sólo el 67% se define a si mismo como judío en forma parcial o total.
No menos impacto produce detenerse a leer los porcentajes relativos a consanguinidad judía, dado que ello nos brinda un panorama de cómo se van conformando las nuevas familias interétnicas, a partir de los matrimonios mixtos. Veamos los números.
Del total de la muestra tomada:
52% son hijos de padre y madre judía
10% son hijos de padre judío
15% son hijos de madre judía
12% tienen un abuelo judío
7% tienen una abuela materna judía
Los judíos en el mundo
El Profesor Sergio Della Pérgola, investigador de la Universidad Hebrea de Jerusalem, y el más prominente experto en demografía judía, ha dado a conocer recientemente los resultados de un estudio que abarca la población judía mundial desde los tiempos del Imperio Romano hasta nuestros días, intentando determinar la línea de progresión y relacionándola con los diversos avatares sufridos por el pueblo judío a lo largo de su historia y que redundaron en la pérdida de las dos terceras partes de sus integrantes.
Della Pérgola estima que, imaginando un escenario hipotético en el que no existieran ni el antisemitismo, ni las persecuciones, ni la asimilación, deberían haber en nuestros tiempos aproximadamente 100 ó 120 millones de judíos (la cifra real actual es de unos 13.000.000). Esta apreciación se basa en datos que consideran que en ocasión de la gran revuelta judía contra los romanos, la población judía totalizaba un 2% de la antigua población mundial.
“No caben dudas de que las expulsiones, las persecuciones y la destrucción han conducido a que el número total de judíos en el mundo sea hoy mucho menor que su potencial crecimiento”, dice Della Pérgola. “Pero por otro lado, agrega, no hay que olvidar que muchos pueblos tan amables como los judíos desaparecieron completamente en el curso de la historia, por lo tanto los judíos no deberíamos sentirnos en desventaja”.
El Departamento de Educación de la Agencia Judía publicó recientemente un nuevo programa de estudios que intenta dar respuesta a los muchos interrogantes referidos a la demografía judía. Partiendo de la era de los Patriarcas, el programa determina que en la época de oro del reinado del Rey Salomón, aproximadamente 1000 años antes de la era cristiana, vivían en la tierra de Israel aproximadamente 2.000.000 de judíos.
En ocasión de la destrucción del Segundo Templo, esa cifra había ascendido a 4.500.000, un record que sólo fue superado en el siglo 19. Durante la Edad Media la cifra desciende y se mantiene estable en alrededor de 1.000.000. La cifra más alta registrada en todos los tiempos fue en los tiempos previos al Holocausto, y ascendía a 16.500.000. En 1945, finalizada la Segunda Guerra Mundial, se registraron 10.500.000 judíos.
En las últimas décadas el número de judíos permaneció estable, en alrededor de 13.000.000, teniendo en cuenta el crecimiento demográfico registrado en Israel y que es contrarrestado por el constante decrecimiento de los judíos de la Diáspora.
Con respecto a los lineamientos hacia el futuro, Della Pérgola considera que Israel continuará creciendo y se convertirá en la primera minoría mundial, reemplazando a los EE.UU.
Los datos más recientes sobre la judería americana son del año 2000-2001, e indican un descenso de alrededor de medio millón, es decir que de 5.700.000 pasaron a 5.250.000. Dicho descenso se atribuye a un descenso en las tasas de natalidad y al porcentaje de casamientos mixtos, que es de alrededor de un 50%.
Según Della Pérgola, la cifra correspondiente a los EE.UU. se elevaría a 9.000.000 si se incluyera a todos los miembros de una familia en la cual haya por lo menos un miembro judío.
Conclusiones
Aunque resulte remanido, no podemos menos que volver a interpretar que el descenso en el número de judíos, tanto a nivel local como a nivel global, está íntimamente ligado a la asimilación.
Si en tiempos pasados fueron la Inquisición, los pogroms, o el Holocausto los que diezmaron al pueblo judío, hoy la amenaza de un lento proceso de extinción se llama Asimilación, el así llamado “holocausto blanco” del pueblo judío.
El alejamiento de los valores que hacen a la vida judía, la depreciación de una herencia milenaria y el canje por otras culturas difusas, o por ninguna, la distorsión y el corte de la cadena de transmisión del judaismo van generando cada vez más ese tipo de seres que se identifican a si mismos como “de origen judío”, o “descendientes de judíos”, pero no más “judíos” por autodefinición. Y hasta, en muchos casos, vemos como estos “ex judíos” pueden llegar a actuar como furiosos “antijudíos”, hecho bastante comprobable en muchos judíos conversos.
Nada es absoluto, y de igual modo existen numerosos judíos asimilados que deciden emprender el retorno hacia el judaismo; asi también hay casos de descendientes de judíos conversos que se afanan por encontrar sus raíces judías. Pero la tendencia a la disminución es inexorable y numéricamente no se contrarresta por esos casos puntuales.
Habrá que elegir entre dejarse llevar por la ola o empezar a revisar todo lo hecho hasta el momento y que resultó infructuoso y planificar sobre otras bases de cara al futuro; siempre que nos interese preservarnos como pueblo, por supuesto.
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