Hay una historia que se dio a conocer hace unos años respecto a una pequeña niña que le pidió a su madre encender velas de shabat. Cuando sus padres se negaron ella decidió hacerlo por su cuenta, y se fue al almacén y pidió velas. Sabiendo que en su casa no eran observantes, el vendedor pensó que las únicas velas que podrían necesitar serían las velas de memoria, entonces le vendió dos velas de yahrzeit. La niña las encendió en su habitación y cuando su madre entró y vio las luces, le preguntó qué estaba sucediendo. “Una es para ti, mamá,” respondió la hija inocentemente, “y la otra es para papá”.
Una nueva historia de yahrzeit, de otro tipo, se hizo pública recientemente en los círculos del kiruv.
Una mujer que se hizo religiosa recientemente se quejó ante el rabino que su marido insistía en fumar en shabat, socavando la atmósfera del shabat en la casa.
El rabino le sugirió que le pida a su marido no fumar mientras las velas estén encendidas.
El marido aceptó hacerlo.
Entonces el rabino le sugirió que use velas más grandes, que durarían más tiempo.
Lo hizo hasta que llegó al punto donde comenzó a usar velas de yahrzeit de 25 horas. Normalmente estas velas son asociadas con la muerte, pero la pareja acompañó lo que estaba haciendo la mujer, y estas velas de yahrzeit trajeron luz y vida al hogar.
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