La educación ha ocupado siempre un lugar central en el seno del judaísmo. El mandamiento bíblico de “los enseñaras a tus hijos” ha sido siempre considerado ineludible por todo padre y toda madre judíos.
Nuestro pueblo se ha sacrificado desde tiempos inmemorables por brindar a sus hijos una formación judía original y arraigar en sus corazones un amor y una lealtad infinitos a la tradición de los ancestros y los eternos valores nacionales.
La función educativa encomendada a todo integrante del pueblo de Israel ha sido definida por nuestros sabios de bendita memoria sin hesitaciones: “Cuando un niño comienza a hablar, el padre le enseña la Torá. Esto es lo que nos ha ordenado Moshe, como heredad de la congregación de Iaakov”. La madre judía cantaba a sus niños: “Toire iz beste sjoire”, una canción de cuna idish que afirma que la Torá es el más preciado bien que poseemos y el bebé mamaba, junto con la leche materna, un amor natural y atávico por el pueblo de Israel y la Torá.
Sin embargo hubo tiempos en los que en la misma medida que los padres fieles a D-s y Su Torá se preocupaban abnegadamente por brindar una educación judía raigal a sus hijos, decrecía su interés por brindar la misma formación a sus hijas.
Este hecho dio frutos indeseables y se transformó en un punto vulnerable de la concepción educativa ortodoxa, posibilitando la subrepticia introducción entre los jóvenes, de ideas ajenas al espíritu judío, y que entrañaban un serio peligro.
Esa afligente situación se prolongó durante un largo período, para dolor de todos los leales adherentes a la Torá, hasta que surgió la figura de Sara Schenirer, Z”L, ella misma una ejemplar madre judía, y fundó el movimiento educativo ortodoxo “Bet Iaakov” el cual se transformó, con el tiempo, en el bastión educativo raigal de Agudat Israel que irradió luz y esplendor a su alrededor y formó legiones de leales hijas de Israel, para gloria de toda la judeidad.
En los días en que nació la idea del “Bet Iaakov” hubo grandes personalidades, rabinos y dirigentes que protestaron por el abandono en que se encontraba la educación de las niñas y plantearon el problema en los congresos de rabinos que se efectuaron en ese entonces. Incluso en el llevado a cabo en Katowicz de trascendencia histórica por haberse fundado en él la Agudat Israel Mundial expusieron esa cuestión en toda su gravedad, sin que lograse encontrar una solución adecuada a tan doloroso problema.
La señora Sara Schenirer fue enviada por el Cielo para salvar a las jóvenes judías y protegerlas de los males de esa época. Ella fue destinada por la Divina Providencia para iniciar, una revolución espiritual en la vida del pueblo judío que salvaría a esa generación de niñas del exterminio espiritual y las haría retornar al seno del pueblo elegido.
La iniciadora del “Bet Iaakov” logró que Agudat Israel le confiara la educación en ese establecimiento durante la primera Gran Asamblea efectuada en Viena. A partir de entonces el movimiento recibió un fuerte impulso y se transformó en heredad de multitudes.
Con la bendición y el aliento del Jafetz Jaim, el Rabí de Gur, el Rabí de Chortkov y los demás grandes de la Torá y el temor reverente, ZTZ”L, “Bet Iaakov” se transformó en un instrumento bendito para el pueblo de Israel en toda la diáspora: Polonia y Lituania, Hungría y Checoslovaquia, Rumania, Alemania, Austria, hasta los días del Holocausto en Europa.
“Bet Iaakov” y sus alumnas han escrito un glorioso y tremendo capítulo, pleno de prodigiosas manifestaciones de supremo heroísmo espiritual, páginas de martirologio en los campamentos de exterminio, de modo que no me extenderé en este artículo acerca de esa maravillosa leyenda de abnegación.
En el movimiento “Bet Iaakov” se cumplió el versículo de Iov (Viii, 7) que reza: “Y tu principio habrá sido pequeño, mas tu postrimería acrecerá en gran manera”. El principio se produjo hacia el final de la Primera Guerra Mundial en Cracovia, en una habitación pequeña, gracias a una mujer, cuya memoria ilumina y continuará iluminando por generaciones, la señora Sara Schenirer, y ni bien irrumpió el gran resplandor de la santa idea del “Bet Iaakov, conquistó a toda la Casa de Israel, desde los grandes de la generación y sus luminarias, hasta las multitudes judías.
La fundadora vivió para ver cómo fueron creadas cientos de escuelas “Bet Iaakov” en todo el mundo, de las cuales sobresalió muy especialmente el Seminario de Maestras homónimo, de Cracovia. Y “Bet Iaakov” se transformó en un gran movimiento, junto a sus hermanas “Batia” y “b´not Agudat Israel”.
En Polonia este movimiento llegó a la cúspide de su desarrollo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Contaba, entonces, con 300 escuelas a las que asistían casi 60.000 alumnas, y se había constituido en un factor educativo decisivo dentro de la comunidad judía de Polonia antes de su declinación y ocaso durante el terrible Holocausto en Europa.
Tamaño éxito era único en su género. “Bet Iaakov” ganó credibilidad en todos los círculos judíos, aún en aquellos que se oponían a Agudat Israel ya que comprobaron que era una firme garantía de que sus alumnas servirían de ejemplo de judías leales, orgullosas de su pueblo y de la Torá.
Como movimiento educativo mundial, “Bet Iaakov” tuvo un éxito resonante y ocupó un lugar de honor en medio de la nación como pregonero de un mensaje que iniciaba un nuevo capítulo en los frentes de combate educativos del pueblo judío.
La santidad y los méritos acumulados le valieron al “Bet Iaakov”, movimiento que después del terrible Holocausto logró renacer milagrosamente en nuestra Tierra Santa, donde resurgió con nuevos bríos, gracias a D-s y se fortalece día a día, hecho prodigioso del cual somos testigos, bendita sea el Altísimo.
Y esto no sólo en Eretz Israel. En mis numerosos viajes como enviado de Agudat Israel no he encontrado ningún lugar donde no se hayan creado nuevamente escuelas “Bet Iaakov”, tanto en los países de Europa donde existen comunidades judías, como en los de América del Norte y del Sur. En Argentina, Brasil, y otros constaté personalmente la existencia de un movimiento “Bet Iaakov” ramificado, que es una verdadera bendición para los judíos de la Torá y un ancla de salvación para nuestras niñas.
En honor a la verdad es necesario destacar que los establecimientos educativos raigales para niñas creados por otros círculos ortodoxos, como los conocidos por los nombres de “Ole Rajel”, “Bet Rivká”, “Bet Janá”, “Bet Braja” y otros, deben atribuirse a los méritos del movimiento “Bet Iaakov”, que ha sido su modelo inspirador por sus elementos educativos, y que continúa sirviéndoles de prodigioso ejemplo y faro indicador del camino a seguir.
Y hay otro logro de gran importancia, un logro realmente histórico, que podemos atribuir al movimiento “Bet Iaakov”.
Somos testigos de que después del Holocausto de la Casa de Israel en Europa, de la eliminación de los grandes de la Torá y el temor reverente, ZTZ”L, y de la destrucción de las ieshivot de Europa, se produjo el milagro del renacimiento de la Torá en nuestros días, bendito sea el Señor, de un período de reflorecimiento del estudio y difusión de la Torá en Eretz Israel, Estados Unidos, Europa y otros. Y si vivimos para ver y oír la voz de la Torá resonando poderosamente, como decenas de miles de jóvenes afluyen a las sagradas ieshivot y los colelim, y nuestra Tierra Santa se ha transformado nuevamente en un gran centro de Torá, temor reverente y devoción, no podemos menos que reconocer que debemos acreditar una gran parte de estos logros al movimiento “Bet Iaakov”.
Para nuestra gran felicidad podemos dar fe de un hecho que regocija los corazones: la leal joven judía, educanda de las escuelas “Bet Iaakov”, sólo elige y sigue a un estudiante de ieshivá, docto en Torá, y brinda con verdadera abnegación todo su apoyo al esposo, a fin de que éste pueda perfeccionar su conocimiento de la Ley y los hijos estudien en ieshivot y se conviertan en una bendición para Israel.
Este hecho maravilloso, ejemplo de entrega y abnegación que da la educanda del “Bet Iaakov” para mantener al rojo vivo la brasa de la Torá en el pueblo judío, constituye un fenómeno prodigioso, un verdadero milagro, y bendito sea el Señor, que nos concedió la gracia de vivir para verlo.
Con un sentimiento de satisfacción y hasta de orgullo y santidad, Agudat Israel, nuestro sagrado movimiento, puede elevar su voz para decir: “ved los brotes de lo que hemos culticado, bendito sea D-s”.
En el 70º aniversario de la desaparición física de la iniciadora del sacro movimiento “Bet Iaakov” decimos: Por cuanto es recordada para bien la grande e ilustre mujer Sara Schenirer, ZTZ”L, le cuadra el versículo del Cántico de D´voraL1)
“Hasta que yo, D´vora, me levanté,
me levanté madre de Israel”.
Un nuevo cántico, una especie de nuevo Cántico de D´vora, un cántico de lealtad al judaísmo de la Torá es el que nos trajo Sara Schenirer, madre de Israel. El cántico de “Bet Iaakov” resuena, anunciando una nueva orientación del pueblo y todo él es una expresión de honra y esplendor a Agudat Israel y al pueblo de Israel, el pueblo de D-os y de su Torá.
Por Harav Iehuda Meir Abramovich Presidente de Agudat Israel Mundial
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