Se acerca nuevamente Pesaj y, habiendo madurado un año más en la vida de cada uno de nosotros, nos predisponemos en la práctica y en el espíritu para disfrutar la fiesta con familiares y amigos de acuerdo a las posibilidades de cada uno y, a su vez, enriquecernos interioramente con las enseñanzas que nos ofrece Pesaj.
Desde nuestra juventud recordamos como hito imborrable en nuestra memoria cómo el más pequeño de la familia, a veces por propia voluntad y en otras después de “hacerse rogar”, se pone de pie y recita “Má Nishtaná”, una versión modificada de un texto que figura en la Mishná Pesajim, y que contiene las cuatro “preguntas” clásicas que formula el hijo desconcertado a su padre al notar a diferencia del año, el cambio de ritmo y orden en los sucesos de la noche del Seder. (Las cuatro preguntas se refieren a la obligación de comer solamente Matzá, a la hierbas amargas – Maror, al hecho de comer reclinados y sumergir la comida dos veces – al comer Carpás y luego el Maror)
Una vez que el niño terminó de recitar su parte y las abuelas y los padres se secan las lágrimas de emoción ante la preciosidad de su elocuencia, los mayores comienzan a relatar los eventos de la esclavitud y la salida de Egipto de acuerdo a como está escrito en la Hagadá.
¿Y la respuesta? ¿existe una respuesta a las preguntas que acaba de formular el niño? A simple vista, la Hagadá no hace alusión específicamente a las cuatro preguntas. Sin embargo, a continuación, el texto expone lo siguiente:
“Esclavos hemos sido del Faraón en Egipto, y D”s, nuestro D”s nos ha extraído de allí con Mano Fuerte y Brazo Extendido; y si no fuera que D”s, nuestro D”s nos extrajo de allí, aún estaríamos subyugados al Faraón en Egipto; y aun si fuéramos todos sabios, todos entendidos, todos conocedores de la Torá entera, es una Mitzvá que relatemos acerca de la salida de Egipto; y todo aquel que relata profusamente sobre la salida de Egipto, es una persona merecedora de encomio y loa”
¿Qué nos está diciendo la Hagadá? ¿Tiene relación con lo anterior?
La Hagadá nos enseña cuatro pasos importantes en el modo de nuestro servicio al Creador:
Agradecimiento – (“Esclavos hemos sido... y D”s nos ha extraído...”) Existen muchos caminos que conducen a la persona a aprestarse a obedecer los preceptos de la Torá. Hay personas que cumplen con las leyes porque los “hacen sentir bien”. Otros, acatan los preceptos porque esperan recibir una recompensa en el Mundo Venidero. Si bien, todos ellos han obedecido y han cumplido con su deber, no deja de ser una manera egocéntrica de cumplir con las obligaciones. La fórmula ideal para aproximarse a la Torá es la gratitud. Este sentimiento, sobre el cual la Torá se reitera en numerosos pasajes, respecto a la demostración de reconocimiento que le debemos a quienes nos ayudaron en los distintos momentos de la vida, en este caso se expresa el siguiente sentimiento: “HaShem, Tú hiciste y haces tanto por nosotros, todo lo que nosotros observemos será poco para exteriorizar nuestro agradecimiento”. Si uno analiza el “ordenamiento” de la Hagadá, se encontrará con que el relato conduce a las palabras: “por lo tanto debemos agradecer, alabar, loar, enaltecer, etc.”. Luego de esta declaración comenzamos a recitar los primeros párrafos del Hallel, los tradicionales Salmos de alabanza para toda ocasión festiva. Ciertamente, esta noche tiene un Seder (orden): relato, sentimiento de agradecimiento, alabanza y acción .
Actualidad – La Hagadá no es una narración de acontecimientos históricos desvinculados de nuestra realidad. No se detiene a detallar de qué color era el caballo blanco de un prócer, ni otro dato que nada aporta a nuestra vida actual. Justo por lo contrario, cada fragmento puntualizado en la Hagadá está allí porque permite trazar paralelos con nuestra realidad, con nuestros desafíos en medio de un entorno hostil y con nuestros objetivos como judíos desde el ángulo individual y desde el espectro nacional.
Mediante la Hagadá, en la cual hacemos referencia a la manera sobrenatural en que D”s nos redimió de Egipto, podemos, asimismo, reafirmar que todo lo que nos sucede – ayer y hoy - responde únicamente a la Voluntad del Todopoderoso. Este concepto modifica totalmente la visión de los acontecimientos cotidianos.
Nuevamente, al leer la Hagadá, podemos reconocer que todo lo que hoy poseemos como bienes morales universalmente aceptados - p.ej. las libertades individuales – las debemos a aquel momento en que HaShem nos extrajo de Egipto e hizo saber a la humanidad que el trato cruel recibido por los judíos en aquel país es incorrecto y debe ser sancionado. Esto es una advertencia a los propios judíos a quienes la Torá instruye en primer lugar, y – también – al resto de la humanidad. Demoró muchos años que los seres humanos se sometan y acepten esta lección.
Acción – (“y aun si fuéramos todos sabios... es una Mitzvá que relatemos...”) El judaísmo no es una teoría ni se detiene en “buenos sentimientos”. Efectivamente es importante tener buenos sentimientos y percibirse como un muy buen judío, pero no se acaba allí la cosa. (Aquel que dice que ama a su esposa pero jamás le habla, no puede realmente creer lo que afirma...)
D”s nos exige acción. Pesaj, Matzá, Maror. Medidas estrictas en el consumo de cada una de ellas (hoy no podemos traer el Korbán Pesaj que posee muchas leyes respecto a su preparación y consumo). Es verdad: también nos pide que intentemos entender lo que hacemos hasta donde llegara nuestro intelecto. “Rabán Gamliel dice: Todo el que no dijo estas tres cosas en Pesaj, no cumplió con su obligación...” Sin embargo, el ejercicio de intentar cumplir todos los preceptos es ineludible si se quiere ser un buen judío. La acción es la que afirma el vínculo con el Todopoderoso y cada acción adicional refuerza esta relación.
Entusiasmo – (“y todo aquel que relata profusamente sobre la salida de Egipto, es una persona loable”) ¿Qué nos quiere decir la Hagadá? ¿Acaso esta declaración no sería verdadera en cada uno de los preceptos que cumplimos? Los comentaristas explican: La Hagadá trae como demostración a los Sabios que estaban sentados toda aquella noche narrando la salida de Egipto. Entre ellos estaba R. Eleazar ben Azaria, quien opina que la Mitzvá de Pesaj tiene vigencia solo hasta la medianoche. A pesar de eso, compartió la discusión de los Sabios hasta el amanecer. ¿Por qué? ¿No podía ir a dormir en concordancia con su propia opinión?
La respuesta es que si una persona se dedica a hacer únicamente “lo mínimo indispensable”, indica que no está muy alegre con la tarea que está realizando. Al reiterar esta historia año tras año, convocamos a nuestros hijos – y a nosotros mismos – a no escarbar cada concesión viable para cumplir lo menos factible. Esta es la razón, dice el Saba de Kelm (R. Simja Zisel Ziv sz”l) por la que se debe acompañar a un huésped hasta la puerta y unos cuántos pasos más. No debemos hacer como si nos alegráramos que se va y despedirnos de él lo antes posible. El observar las leyes “lifnim miShurat haDín” (más allá de lo que requiere el criterio mínimo de la ley, demuestra nuestro amor y la importancia que le damos a las cosas.
Al final del relato de la historia y antes de sentarnos a comer la Matzá, decimos una bendición en la cual se vuelven a mencionar estos cuatro puntos que acabamos de esclarecer: “Baruj atá... 1. Te agradecemos que redimiste a nosotros y a nuestros padres de Egipto (agradecimiento)..., 2. y nos has permitido llegar a esta noche (actualidad) 3. a comer matzá y maror... (acción); así HaShem, permítenos llegar a las próximas fiestas en paz...” (para cumplir más mitzvot). (Adaptado de “A gift for Yom Tov” de Rabbi Yisroel Miller Artscroll/Mesorah)
Tenemos tanto para agradecer: Todos. Cada uno de nosotros puede hacer memoria y observar su historia personal, la de sus padres y la de sus allegados directos y encontrar tantas circunstancias en las cuales hemos sido favorecidos con la Ayuda Di-vina. Tantas personas sabemos de los testimonios familiares que nos transmitieron nuestros padres y abuelos que salvaron sus vidas de manera “milagrosa” en momentos de las persecuciones en Rusia, Polonia, Alemania, Siria, etc., abuelos que llegaron al país con sus manos vacías, y “de la nada” se levantaron y formaron las familias a las cuales pertenecemos.
Sin embargo, tan acostumbrados estamos a que todo debe ser como nosotros lo deseamos y planificamos, que nos cuesta aceptar que las cosas no marchen como pretendemos. Nos es difícil reconocer las bondades con las cuales fuimos agraciados. La Hagadá dice que “en cada generación debe la persona considerarse como si él mismo hubiese salido de Egipto”... No hablemos en Pesaj solamente de una “tradición del pasado”. La historia es continua. La liberación fue en aquellas épocas de manos del Faraón, y hoy día de manos de innumerables agresores.
¿Y las respuestas a las cuatro incógnitas? Cuando el niño vea a su padre cumplir con la práctica de los preceptos como algo propio y no como una costumbre arcaica, cuando lo vea identificado y entusiasmado con las Mitzvot, cuando la conducta de su padre sea íntegra en sus midot (características del comportamiento), tal como la demostración de gratitud hacia todo lo que uno recibe de terceros, posiblemente no entienda a fondo el significado de cada uno de los preceptos, pero – sin duda – querrá seguir adelante con el mensaje que su padre le transmitió.
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