En un acto realizado en la Embajada de Polonia, el 15 de marzo pasado, se conmemoró el 60º aniversario del momento en que el Ejercito Rojo entró en el campo de extermino de Auschwitz. Durante su transcurso hicieron uso de la palabra el Embajador de Polonia, Slawomir Ratajski; dos sobrevivientes de Auschwitz, los señores David Galante, judío, y Juan Czarnecki, católico; luego se pronunciaron oraciones fúnebres en homenaje a las víctimas y finalmente se condecoró al doctor Gilbert Lewy con la Cruz al Mérito de la República de Polonia.
Esta distinción fue propuesta por el Presidente de Polonia, Alexander Kwa’nievski por su trabajo voluntario dentro de la comunidad judía, por su vocación de ayudar a la cultura judía polaca en la Argentina y por su lucha a favor de los Derechos Humanos en relación con la Shoá.
Si bien puede resultar extraño el otorgamiento de esta distinción al doctor Lewy, que nació en Francia y llegó al país junto a su familia a la edad de 5 años, sus padres eran sobrevivientes de la Shoá de nacionalidad polaca y por lo tanto de acuerdo a las leyes de ese país mantiene esa nacionalidad.
Esta condecoración el Gobierno de Polonia pensaba entregarla en Varsovia en la fecha en que se conmemoró la liberación de Auschwitz, afines de enero, habiendo invitado especialmente al doctor Lewy a que se traslade a Polonia, pero debido a que por motivos personales del homenajeado no pudo viajar, la entrega se efectuó en Buenos Aires.
Luego que el embajador Ratajski colocara la condecoración hizo uso de la palabra el doctor Gilber Lewy. De su discurso extractamos los siguientes conceptos: “Tengo el corazón emocionado. En buena medida todavía no termino de entender los motivos de esta distinción tan inesperada. Creo haber hecho lo que debía hacer. Por cierto bastante menos; de lo que hubiera querido y sentido que debía hacerse en este tiempo que vivimos. Miro esta escena en el territorio polaco de su embajada en Buenos Aires y tengo ganas de abrazarlos a todos. (…) Quiero referirme brevemente, al tema fundamental que nos convoca, la Shoá en ocasión del 60º Aniversario de la llamada “Liberación de Auschwitz”, quiero cuidar las palabras, pero para nada las emociones. Comparto en mi alma judía, la tremenda sentencia, de Teodor Adorno: “No se puede escribir más poesía después de Auschwitz”. O los testimonios de Beltold Brecht, Jorge Semprun, Simone Weil o Primo Levy entre otros. Pero hay algo que he aprendido duramente con el correr de los años. Una herencia fundamental que recibí de mis padres, sobrevivientes de la Shoá A los testimonios suscriptos por intelectuales y hombres de la cultura del máximo nivel, como los que he citado, solo accede una minoría. Una minoría que al elegir su lectura, ya esta convencida, en gran parte de la dimensión de estos horrores diseñados por humanos, en los cuales el asesinato de un semejante se evalúa como acto patriótico, y en el caso específico del nazismo, se transforma en legal, imprescindible y necesario para proteger las características de la raza aria de cualquier contaminación externa. También adhiero al pensamiento del profesor Elie Wiesel, al sostener que lo contrario de la memoria no es el olvido; es la indiferencia, adscripta esta al proceso de globalización actual, regido por las leyes del mercado, distantes de la dignidad, la justicia y lo sagrado de la vida humana. (…) Así también apoyo la posibilidad de acceder, a la experiencia denominada “Marcha por la Vida”, un recorrido por los campos de exterminio nazi en Polonia, tengo la certeza, que este programa es capaz de cambiar la vida de quienes lo llevan a cabo y convertirlos en verdaderos transmisores de la verdad. Se que esta lucha debe ser permanente, y esta es la única razón valedera que me permite aceptar la distinción del gobierno polaco. Como un aliciente, como un estímulo para redoblar esfuerzos, para conseguir mas apoyos.
Amigos: Cada generación debe ser responsable de ella misma. Esta responsabilidad es indelegable y se construye a través del bagage educativo que seamos capaces de recrear y trasmitir”.
Numerosos miembros de la comunidad, especialmente invitados, se hicieron presente en la Embajada de Polonia, al igual que integrantes de la representación diplomática israelí en Buenos Aires, los que finalizado el acto saludaron al homenajeado.
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