Estudiamos el Daf Iomi en el ghetto de Lodz, incluso cuando estábamos muriendo de hambre, aplastados en cuerpo y espíritu. Pero esto no es sorprendente. Aquella blatt Guemara que estudiábamos en secreto todas las noches, era nuestra principal fuente de alimentación, tanto física como espiritualmente.
Nuestro lugar de reunión estaba en la calle Bzezhiner 7, en una de las casas del ghetto – la casa de Reb Iejiel, un jasid de Gur, y su casa hacía de shtiebel. Este era nuestro refugio donde olvidábamos nuestros problemas.
Bien tarde, cuando nuestra pequeña cena demostraba su incapacidad de satisfacer nuestro hambre, nos refugiábamos bajo el manatial de la Torá. Lentamente, evitando ser detectados, nos escabullíamos uno por uno. El terrible miedo a ser descubiertos por el Kripo (Kriminal Polizei) hizo que ninguna percaución esté demás.
Podría parecer extraño que nuestros opresores, que planificaron destruir todo el ghetto, estaban preocupados por si nosotros rezábamos o estudiábamos Torá. Pero así eran las cosas.
Uno de los jefes de los Kripos era Sotar, un Volksdeutsche que había crecido entre judíos. Hablaba yiddish con fluidez y estaba familiarizado con las tradiciones y hábitos judíos. Como niño que creció en la pobreza, había sido el Shabat goy del Alexander Rebbe. Ahora, en su posición de poder, era consejero especial sobre asuntos judíos, y se distinguía por su capacidad para penetrar en las actividades secretas de los judíos y por su brutalidad en infligir el castigo en todos aquellos que no cumplían con “la ley”.
Que nos descubra Sotar era nuestro mayor miedo. Una vez estuvo muy cerca de descubrirnos en medio de una tefila, pero en el último momento alguien nos contó lo que sucedía y nos escapamos. Pero eso no nos detuvo de volver a reunirnos como siempre de 9 a 11, la noche siguiente, para nuestro shiur de Daf Iomi.
Entre los participantes de las reuniones estaba Reb Zalman Meir, que nos daba un tremendo aliento con sus sijot (conversaciones jasidicas) e historias.
El nuestro no era el único grupo del ghetto que estudiaba Torá. En la calle Marshiner un grupo secreto de jasidim de Gur evitaban el trabajo forzado y dedicaban el día entero a la jasidut y al estudio de la Torá. Seguramente cumplían con el calendario del Daf Iomi.
Como uno puede adivinar, nuestro grupo no duró mucho. En Elul de 5704 (septiembre 1944) nuestra jevra se desarmó y nos dispersamos. El camino de Lodz llevaba directamente a Auschwitz, donde nuestro grupo fue destruido – por un tiempo. Al principio no teníamos libros u objetos sagrados. La Auschwitz Selektzia me eligió para realizar trabajos forzados en una fábrica de goma sintética en Hanover, donde algunos de nosotros intentamos restablecer nuestro seder.
Después de las largas jornadas laborales, un pequeño grupo se reunía y, sin sidur o Guemara, estudiábamos de memoria. Cada uno de nosotros recordaba de memoria algunas mishnaiot de diferentes partes del Shas, encontes contribuíamos al conocimiento del otro, manteniendo el nuestro hasta que quedaba agotado nuestro almacenamiento de leyes orales... y comenzábamos de nuevo. La Torá no debe ser olvidada por Israel.
Inmediatamente después de la derrota alemán, decidimos comenzar nuevamente con nuestro estudio del Daf Iomi. El campamento de trabajo de Hanover estaba cerca de Bergen-Belsen, entonces varios compañeros se fueron allí y volvieron con Guemarot. Los nazis habían guardado juegos enteros de Shas para utilizarlos en sus nefastas acusaciones contra los judíos. Para nosotros el descubrimiento de las Guemarot fue como encontrar un tesoro.
Entonces volvimos a reunirnos y con la ayuda de fotocopias de la “evidencia de la perversión judía” de los nazis comenzamos nuevamente nuestro programa de estudio del Daf Iomi.
Vimos cumplirse el juramento de Hashem: “Mi Torá no será olvidada de las bocas de tu semilla...”
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