La Voz Judía


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Cuentos chinos y espejitos de colores
Por Ben Jaim

Una vez más la población ha sido inducida a creer en soluciones mágicas como modo de resolver los serios problemas que afectan al pais. Pocos días atrás se echó a rodar el trascendido de que el gobierno del presidente Kirchner tendría entre manos una noticia bomba que sería anunciada en breve y que cambiaría el destino de nuestra economía, recibiendo cuantiosas inversiones de China que rondarían los 20 mil millones de dólares, que crearían innumerables fuentes de trabajo y proporcionarían miles de nuevos puestos para las mismas. Asimismo, agregaba el trascendido, se habría de recibir un préstamo multimillonario de parte de China que nos posibilitaría salir del default, con todo lo que ello implica en términos de liquidar la deuda externa y reinsertarnos en el mundo como un pais creible y serio. Como si esto fuera poco, también se adelantaban anuncios de aumentos de sueldos para los jubilados y de asignaciones familiares para los trabajadores.
Ni que hablar, que en cuestión de horas todo el pais no tenía otro tema de conversación y no hubo medio de prensa que no tomara como eje de la información lo que se presentaba como el milagro argentino. No hubo sector político, analista económico, empresario o especialista en relaciones internacionales que no diera rienda suelta a sus opiniones, comentarios, sugerencias y/o críticas, todas ellas acompañadas de sentimientos de entusiasmo, cautela o temor. A nadie se le cruzó por la cabeza dudar de la veracidad de los trascendidos puesto que si bien no se mencionaban las fuentes (se decía que sólo conocían la noticia el presidente y una o dos personas más de su entorno), era obvio que alguno de los altos funcionarios era quien había adelantado la información a los medios. Hasta que vino la desmentida desde el propio lado de los chinos. Y el globo se pinchó, como por arte de magia.
Entonces, todos los que hasta ese momento habían opinado sobre el tema del milagro chino, quedaron descolocados. El propio presidente Kirchner se encargó de bajar las expectativas, responsabilizando al periodismo de inventar una novela. El periodismo, por su parte, salió a defender su papel responsabilizando al funcionario que pasó la información, y del cual no pueden dar el nombre por el compromiso de no revelar las fuentes. La pregunta del millón es: ¿estaba o no al tanto el presidente de los trascendidos cuando estos empezaron a circular? Por lo menos no salió a desmentirlos hasta después de que la embajada de China desmitificara las noticias.
Con el correr de los días, y luego ya de la visita del presidente de China, Hu Jintao y toda su comitiva, el panorama se fue aclarando un poco. Algunos aspectos del acuerdo con ese pais se pusieron en su justa medida, a saber, que no se trataba de una negociación concreta e inmediata que traería a la Argentina la multimillonaria cifra a modo de inversiones, sino de una especie de preacuerdos para un intercambio comercial a ir desarrollando a lo largo de diez años y cuyo primer avance se vería de aquí a tres o cuatro años.
Lo que sigue sin quedar claro y por tal motivo despierta enorme ansiedad y preocupación, son las condiciones que deberá aceptar nuestro pais en términos de dicho intercambio; uno de los mayores temores es que debamos entregar nuestros recursos naturales a cambio de mercancía que por su bajísimo costo provocarían una muy desfavorable competencia con la industria nacional sin ofrecer a cambio ninguna alternativa a la mano de obra desocupada.
No olvidemos que en las últimas dos décadas gran parte de nuestra industria quedó desmantelada afectando también al comercio y a miles de trabajadores, y sólo recientemente se fue recuperando parcialmente.
En pocas palabras, si como trascendió, el presidente Kirchner se comparó con Gardel o con San Martín por considerar que podía haber abrochado un acuerdo inédito y salvador con el gobierno de China Popular, lo menos que puede decirse de él es que se apresuró en exceso. Hace falta ser más cauto para no dejarse deslumbrar por cosas que pueden terminar no siendo más que espejitos de colores.

El cuento chino de los cassettes
Como recordará el lector, pocos días después del acto llevado a cabo por el 10º. aniversario del atentado a AMIA-DAIA, en el que hubo fuertes requerimientos al gobierno nacional para que concretara lo prometido por el presidente un año atrás en relación a dar mayor impulso a la búsqueda y condena de todos los culpables, materiales e intelectuales, del atentado, Kirchner recibió a una delegación formada por dirigentes de la AMIA y representantes del American Jewish Commeetee. En dicha reunión el presidente de AMIA, Lic. Kaul, escuchó decir al presidente Kirchner que habían sido encontrados los míticos cassettes (desaparecidos) con escuchas telefónicas que se están reclamando desde hace 10 años a la SIDE y a la Policía Federal, y que servirían como prueba testimonial y comprometedora de algunos de los presuntos integrantes de la conexión local del atentado. Ante tal asombrosa revelación, al término de la reunión, Kaul transmitió a la prensa allí presente las palabras que a su entender había escuchado de boca del presidente. Pero después de algunas horas, el propio presidente salió a desmentir la versión diciendo que se había tratado de un malentendido, que él no había hablado de los cassettes (que obviamente siguen sin aparecer) sino de unos remitos en los que constaba quién entregó los cassettes, nada más.
A decir verdad, era prácticamente imposible que existiera tal hallazgo. Las querellas de AMIA, DAIA y Familiares saben hace tiempo que esos cassettes tuvieron un destino desconocido aunque casi seguramente fueron destruidos.
Esa vez quien quedó descolocado por las desmentidas de Kirchner fue el presidente de AMIA. Pero Kaul siguió asegurando que no hubo ningún malentendido y que él escuchó lo mismo que minutos después declaraba ante todos los medios.
En verdad, el domingo anterior al encuentro en casa de gobierno, el periodista Raúl Kollmann de Página 12, el más oficialista de los diarios capitalinos, adelantó en su habitual columna y como noticia bomba (atribuida a un supuesto anónimo alto funcionario del gobierno en un reportaje que le efectuara dicho periodista) que se corría el rumor de que los mentados cassettes estaban por aparecer en cualquier momento.
Nunca se supo ni se sabrá qué pasó realmente en esa oportunidad. Si Kirchner interpretó mal alguna información que le transmitieron, si como se dice en la jerga, le vendieron pescado podrido, o si se fascinó con la idea de ser el Gardel de la causa AMIA ante la delegación judeoamericana y se apresuró a reproducir algo que no era más que una conjetura, un imposible. Ergo, espejitos de colores.
De lo que debemos estar advertidos, entonces, es de no caer en la fascinación de creer en las soluciones mágicas. Y menos aun de caer en la fascinación del poder, sea éste de naturaleza política o económica. No habrá Gardel ni San Martín que vengan a liquidarnos la deuda externa. Y al parecer, al poder político le interesaba menos resolver la cuestión de los atentados que sacarse de encima esa mosca molesta del juicio más importante de la historia argentina que afectaba su imagen internacional.

 

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