Yiddele era un joven judío observante, y ahora le habían dado el cargo de listar cada persona que salía a trabajar en Shabat. Lo que sucedió realmente fue que otro hombre se tomó el trabajo de escribir la lista, y entonces Yiddele tomaría el rollo de papel en sus manos y lo sostendría.
Un Shabat los alemanes hicieron una inspección. Vieron cómo Yiddele formaba a la gente en filas y los contaba, y su camarada escribía los números de las personas y luego le daba la lista a Yiddele.
El inspector alemán se dirigió a Yiddele. “¿Usted es el supervisor?” Cuando Yiddele le dijo que sí, el alemán demandó, “entonces ¿por qué usted no escribe los números de las personas?”
Yiddele le dio al hombre la lista.
“Por favor, Herr Inspector, todos los detalles están escritos aquí.”
Pero el alemán no aflojaba. “¿Por qué no está escribiendo los números con sus propias manos?”
Ciento veinte personas estaban mirando como si estaban clavados en sus lugares, mientras la furia del alemán iba en aumento. De repente levantó su rifle y lo apuntó hacia Yiddele, gritando, “¡Le ordeno que escriba los números de los hombres con sus propias manos!”
El hombre de las SS, lleno de rabia, apuntó el rifle hacia Yiddele y gritó, “¡Le di una orden! Esta es su última advertencia. ¡Comience a escribir o disparo!”
Yiddele se desabrochó la camisa lentamente, y luego miró hacia el hombre de las SS y anunció silenciosamente, “Dispáreme entonces. No escribiré en Shabat.”
Todos se asombraron cuando el hombre de los SS bajó el rifle y con los ojos fijos en el suelo dio la orden, “¡Libre!”
Rabbi Kalman Farber, en Zajor 4:139-40
|
|
|