La señora Luisa Ch. De Sutton Dabbah nos hizo llegar copia de la carta que enviara a los médicos del Hospital Hadasa de Jerusalém en agradecimiento por la atención que le brindaran a su marido. Teniendo en cuenta el tenor de la misma, consideramos oportuno darla conocer para lo cual contamos con su autorización
4 de agosto de 2004
Sr. Director:
Me llamo Luisa Ch. De Sutton, tengo 84 años y soy argentina.
Quisiera sintetizar en estas líneas todo mi agradecimiento hacia el Hospital Hadasa de Jerusalém; en estos momentos todas mis palabras resultarían vanas, frente a los sentimientos que me impulsaron a redactar esta carta.
Salimos de Bs.As. con destino a Israel, Jerusalém, el domingo 2 de agosto; veníamos por un acontecimiento muy especial.
Durante el viaje mi marido se sintió mal; como se puede imaginar yo lo atribuí al viaje. Se quejaba de un malestar estomacal. Le pedí a la azafata una cápsula de Buscapina; esto lo tranquilizó un poco; no lo suficiente. Ya en el hotel al ver que no mejoraba con sus molestias y dolor, urgente llamamos a un médico, el cual cuando llegó, con una precisión terminante, diagnosticó obstrucción intestinal, urgente debía internarlo porque su vida corría peligro. Así fue como ingresamos en el Hospital Hadasa; análisis, radiografías, chequeos, fueron hechos con toda prontitud, puedo decir en el más mínimo tiempo se tomó la decisión de una intervención, quiero aclarar que nosotros llegamos de Bs. As. a Israel casi pasadas las cinco de la tarde y ya en la madrugada estuvo intervenido, de la cual felizmente salió bien; situación muy riesgosa y comprometida; olvidé decir que mi marido tiene casi 89 años.
Y ahora si paso a felicitar a todos los profesionales que lo atendieron, quisiera nombrarlos uno por uno, pero ni siquiera sé los nombres, debo destacar la calidad humana, el respeto y la idoneidad profesional; precisos, no dubitativos, seguros en el diagnóstico y por sobre toda las cosas humanos.
Quiero destacar que soy una persona creyente y observante de mis acciones. Agradezco por sobre todas las cosas al Todopoderoso, mis pedidos, mis ruegos y rezos hicieron posible que pueda contar en esta carta toda mi angustia casi superada.
Y a ustedes doctores, enfermeras, personal, sólo puedo decirles esta simple palabra que sintetiza todo, gracias, muchas gracias y que D-os los bendiga. Hago extensivo el reconocimiento de todos mis hijos, nietos y bisnietos.
Quisiera agregar que yo no hablo hebreo pero mis nietos Alejandro A. Sacca y su señora Esther supieron traducir todas las preguntas que me hacían.
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