Haciendo Historia
Con motivo del reciente homenaje realizado al Jajam Isaac M. Chehebar Z’L en Israel, donde se inauguró el centro de Estudios “Or Itzjac” en su memoria, nos permitimos reproducir a continuación la nota publicada por LA VOZ JUDÍA el 22 de Agosto de 1990. Dicho artículo, redactado por el Sr. Israel Gutwirth Z’L, quién fuera en vida el director de nuestra publicación, fue escrito en ocasión de la lamentable desaparición física, de quién fuera una verdadera luminaria en la historia de nuestra Kehilá
Jajam Itzjak Chehebar z”l
Una gran luminaria se ha apagado
Por Israel Gutwirth Z’L
El domingo 19 de agosto, una enorme multitud de judíos acompañó hacia su descanso eterno a uno de los más destacados dirigentes rabínicos de nuestra comunidad, Harav Jajam Itzjak Chehebar, z”l, cuyo deceso sumió en el más profundo dolor a toda la colectividad judía.
Integraron el cortejo fúnebre miles de acompañantes, entre ellos los más prominentes rabinos, directores y profesores de ieshivot, discípulos, representantes de todas las instituciones judías y destacadas personalidades del quehacer religioso, educativo y cultural de la comunidad toda, cuyos rostros expresaban el profundo pesar que los embargaba por la pérdida de una de las más prominentes figuras religiosas judías de la Argentina, quien había logrado gracias a su gran fuerza interior, construir una red de sinagogas, talmudei Torá, ieshivot y escuelas religiosas, en lo cual contribuyó a fortalecer el judaísmo en la Argentina.
Este país era un verdadero yermo en materia de judaísmo raigal cuando el jajam Chehebar llegó aquí. Gracias a su empuje se comenzó, poco a poco, a construir el judaísmo por medio de la creación de una ramificada vida religiosa judía. Muchos de nosotros aún recordamos los primeros tiempos y los innumerables escollos que debió sortear para llevar adelante sus planes, pero lentamente y gracias a su indoblegable energía, logró formar una fuerza unificada religiosa.
Mientras la Kehilá ashkenazi se empeñaba en solucionar problemas de asimilación, casamientos mixtos y conversión de gentiles al judaísmo, el jajam I. Chehebar se puso como meta la judaización de los judíos alejados de nuestras fuentes, en un denodado esfuerzo por acercarlos a la Torá y nuestra tradición.
Al principio debió afrontar la firma oposición de los dirigentes sefaradíes de esa época, cuya actitud hacia el judaísmo raigal era, en esos días bastante tibia.
El entonces joven rabino sefaradí había llegado a estas tierras desde Siria con mucho entusiasmo y un gran bagaje de judaísmo religioso, y estaba profundamente convencido de que en cada uno de sus hermanos ardía en rescoldo el espíritu ancestral del pueblo. Sólo era necesario saber cómo avivar el fuego latente.
Y su entusiasmo y denodado esfuerzo fueron coronados por el éxito. Gracias a su empeño e iniciativa se construyeron y habilitaron establecimientos de enseñanza religiosa, sinagogas y hasta restaurantes casher, cuya cantidad y calidad están en constante crecimiento. Actualmente, y gracias a su tesón pionero, la comunidad sefaradí de la Argentina atraviesa un período de florecimiento y desarrollo, con sinagogas llenas de orantes hasta en los días de semana. Por iniciativa de Harav I. Chehebar z”l, aún los clubes socio-deportivos que estaban bajo su supervisión se habían comprometido a observar estrictamente la cashrut y no admitir hijos de casamientos mixtos.
Nuestros sabios de bendita memoria sostuvieron que todos solicitarán de la boca del maestro que se asemeja a un mensajero de D-os. Esto significa que el pueblo respeta, reverencia y escucha las palabras de todo maestro que lucha contra viento y marea para mantener el judaísmo. Esta es una descripción exacta de lo acontecido con Harav Chehebar z”l en vida, quien logró insuflar un nuevo espíritu en la comunidad sefaradí de la Argentina, que se transformó en la más importante de toda la diáspora mundial.
Hace ya bastante tiempo que se sabía de su delicado estado de salud pero los judíos oraban siempre por su total restablecimiento y confiaban en que recuperaría la salud. Por esta causa su desaparición resulta doblemente dolorosa.
Hace un año, el autor de estas líneas se entrevistó con el Jajam Chehebar z”l, quién expresó su satisfacción por poder ponerse en contacto por mi intermedio con los hermanos ashkenazim de la comunidad, que se esfuerzan por mantener la existencia de la sagrada tradición judía. “Conozco” – prosiguió – las grandes dificultades que la colectividad ashkenazi debe atravesar actualmente. Hace falta un ramificado frente conjunto de ashkenazíes y sefaradíes a fin de crear una sola kehilá unificada y amplia y profundizar la formación de los jóvenes en el espíritu de nuestros ancestros.”
“La educación judía” – agregó “ha demandado siempre una gran dosis de abnegación. En el transcurso de las generaciones hemos desarrollado una forma de vida duradera, cimentada sobre los pilares del Tanaj, el Talmud y otras fuentes, de las cuales aprendimos cómo vivir aún estando rodeados por los más terribles enemigos. Debemos, entonces renovar esa tradición y crear un poderoso frente educativo conjunto para rescatar a las nuevas generaciones de la asimilación, que amenaza consumirlas”.
“Lo fundamental” – recalcó el jajam – “es retornar a la tradición internarse profundamente en el mundo de la juventud a fin de saber como brindarle los elementos judaicos principales y formar una generación que pueda retomar airosamente la antigua tradición, nuestras forma de vida en el espíritu ancestral judío.”
“Una de las causas principales que contribuyó a la declinación espiritual de la comunidad ashkenazi de la Argentina es el hecho de que ha perdido a la joven generación.”
“Este error fue cometido por los inmigrantes de esa extracción, quienes han descuidado a la segunda generación al no proveerle una educación judía raigal. Construyeron, eso sí. Una red de lujosos edificios escolares, pero no tuvieron en cuenta que ellos no podían, por sí mismos, formar una generación judía, enraizada en las fuentes. Los edificios debieron ser llenados con un hálito de vida, que únicamente puede ser brindada por una educación raigal auténtica.”
“Según tengo entendido,” prosiguió, “aún se insiste, actualmente en el mismo error. En la gran mayoría de las escuelas los alumnos no toman contacto con el Sidur, el ritual judío de oraciones, ni se forjan los eslabones de la tradición. Y lo terrible es que cada uno cosecha de acuerdo a cómo ha sembrado.”
“Nosotros los sefaradíes, ideamos proyectos y los ponemos en práctica. Creamos nuevas escuelas religiosas, ieshivot y clubes con contenido judaico, para evitar que nuestra juventud sea cautivada por el atractivo medio circundante. Por todo lo dicho aconsejo a los hermanos ashkenazies retornar, haciendo uso de los métodos modernos, a la vieja tradición judía y hallar el sendero que conduce hacia la juventud, tal como lo hemos hecho nosotros. Sobre todo debe hacerse hincapié en el judaísmo tradicional.” No existe ningún otro camino.”
“Personalmente – subrayó – creo en la eternidad de Israel. A pesar de todas las dificultades que atraviesa la judeidad de la Argentina se habrá de mantener. A esto contribuirán decididamente, las decenas de instituciones y establecimientos de Torá, de modo que la colectividad ashkenazi habrá de recobrar su esplendor de otrora y convertirse de nuevo en un motivo de orgullo para toda la comunidad.
El hecho de recordar a un justo se transforma en una bendición para quien lo evoca. Nos ha dejado para siempre una personalidad luminosa que nunca será olvidada en nuestro medio, un guía religioso cuyas acciones acompañaban a las palabras. Esta pérdida en nuestra comunidad actual, poco pródiga en personalidades de tamaña envergadura, es, por ende, doblemente lamentable y dolorosa.
Según cierto sabio aserto judío, los justos no necesitan monumentos mortuorios, porque estos están constituidos por sus palabras y acciones en vida, por los cuales serán recordados.
El nombre luminoso del jajam Itzjak Chehebar z”l será evocado siempre por cada integrante de nuestra comunidad, por sus numerosísimos discípulos y por todos los judíos del mundo que han tenido el privilegio de conocerlo.
¡Bendita sea su memoria!
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