La Voz Judía


La Voz Judía
Impresiones de la Comunidad Judía de Frankfurt
Por Judith Weil

Como muchos hijos de refugiados alemanes, siempre tuve emociones confusas respecto a este país. Por un lado había escuchado historias positivas acerca de la infancia de mi madre en Frankfurt, y por otro, Alemania es Alemania, y todos sabemos lo que hicieron los nazis.
No estaba segura de mi aceptación de una invitación de parte de la municipalidad de Frankfurt para acompañar a mi madre a visitar la ciudad. Íbamos a ser miembros de un grupo de unas 60 personas, en su mayoría gente que había vivido en la ciudad y el resto, parientes, en algunos casos como el nuestro, niños u otros miembros dela familia. Era la vigésima cuarta vez que Frankfurt estaba organizando una visita de esta índole, ya que la ciudad había recibido grupos similares todos los veranos, desde 1981.
Mi madre estaba contenta de tener la oportunidad de ir al kever avot, tanto en Frankfurt donde está enterrado su abuelo paterno, y en Fulda, donde su abuelo materno y otros parientes están sepultados. Además, para ella, Alemania era el lugar del cual fue arrancada repentinamente, donde le dijeron un día al regresar del colegio “Nos vamos a Inglaterra esta noche” y nunca tuvo la oportunidad de despedir a sus amigos.
En lo que me concierne a mí, no sabía exactamente qué pensar. El hecho de haber aceptado la invitación tiene que ver con que el kever avot de mi madre es también mi propio kever avot, aunque haya desaparecido una generación, y también con el hecho de que tenía curiosidad por conocer este país. El lado contrario fue que siempre había tenido una reacción negativa hacia todo lo que fuera alemán y no estaba contenta de relacionarme con ningún organismo alemán.
De cualquier manera, a pesar de nuestros sentimientos, decidimos aceptar la invitación a Frankfurt aunque nunca había imaginado que algún día iba a pisar el suelo alemán.
Decir que fuimos bienvenidos sería una gran subestimación.
La municipalidad nos envió nuestros pasajes y organizó un programa que tenía por lo menos una actividad por día, menos en Shabat. Nos dieron un excelente trato, comenzando con una recepción en el sector VIP del aeropuerto, luego nos llevaron a uno de los mejores hoteles de la ciudad, donde, al día siguiente, nos recibieron con una comida kosher, y nos encontramos con la alcalde de a ciudad, Petra Roth, y luego una cena de despedida kosher, poco tiempo antes de irnos. Nos dieron una suma de dinero suficiente para cubrir nuestras necesidades básicas, como la comida, y también pases libres para colectivos y subterráneos, entradas libres a museos, salones de belleza y al zoológico, y además nos llevaron a una gran cantidad de excursiones. Algunas de estas – como la que hicimos a Worms – merecen un artículo aparte.
Nuestra experiencia general fue que la gente era amable y dispuesta a ayudar. Sé que los individuos que conocimos fuera de la comunidad judía eran personal de servicio, cuyo trabajo era ser agradable y amigable, o la gente que nos vio afuera, que aunque no fueron tan positivos con nosotros, tampoco molestaron. De cualquier manera mi sensación fue que la amistad era sincera.
Nos contactamos con el organizador del grupo que había instalado un “Proyecto de Vida Judía en Frankfurt”, y nos enteramos que los gentiles alemanes están involucrados en numerosas SCHEMES diseñadas para garantizar que no volverá a suceder lo que sucedió. Se aseguran que la nueva generación sepa acerca del pasado nazi del país y nos enteramos que todos los adolescentes alemanes deben realizar “estudios del Holocausto”. Los organizadores del proyecto invitaron a nuestro grupo a conocer profesores de historia con la esperanza de que los podamos ayudar a comprender mejor – y dar mejor – las experiencias y los puntos de vista de la gente que ha sido forzada a huir de la Alemania nazi. Algunos miembros de nuestro grupo fueron invitados a hablar frente a los alumnos y los medios, y otros fuimos entrevistados por personas que estaban investigando diferentes aspectos del Holocausto. Un miembro del grupo que había sido enviada a Inglaterra con el Kindertransport, dijo que algunos de los chicos con quienes se encontró lloraron cuando se enteraron que nunca volvió a ver a su padre. Había sido deportado a Buchenwald.
Frankfurt tiene varios cementerios judíos y nosotros – mi madre y yo – fuimos a visitar la parte judía del cementerio Rat Beil Strasse, que data del año 1829, y visitar la sección que fue utilizada por lo que hoy llamaríamos, miembros de la comunidad jareidi. Es la sección donde Rabí Shimshon ben Refoel Hirsch está enterrado, así como también el Slonimer Rov. A pesar de que nuestro objetivo era visitar la tumba del abuelo paterno de mi madre, aproveché la oportunidad para visitar de los bisabuelos paternos de mi marido, que también se encuentran en éste sector.
Al ingresar a esta sección vimos un hombre y una mujer dejando flores sobre algunas de unas tumbas que estaban muy juntas. La mujer explicó que las tumbas en esta área eran de urnas que contenían cenizas. Mientras los nazis en mucho casos deportaban gente en masa y los llevaban a campos de concentración, en otros casos se llevaban individuos, los asesinaban, incineraban sus cuerpos y devolvían sus cenizas a los familiares.
La mujer, que no era judía, dijo que venía dos veces por semana a visitar las tumbas “porque están muy abandonadas. Casi nadie viene a visitarlas.” El hombre dijo que a menudo la acompañaba en sus visitas.
Leí las inscripciones sobre algunas de estas tumbas y me asombré al ver que los apellidos me resultaban familiares, cuántos nombres eran iguales a los de individuos que yo conocía personalmente. La gente que yo conocía era probablemente hijos, nietos u otros parientes de esta gente asesinada por los nazis.
Había filas y filas de estas tumbas pequeñas.
Nos sentimos profundamente conmovidas por las palabras y acciones de esta mujer, y tratamos de expresar nuestros sentimientos de manera sincera. No sentimos que fuera necesario mencionar que la practica de colocar flores al lado de las tumbas no es judía.
Recordamos este incidente unos días después cuando nos encontramos con los directores del Proyecto de Vida Judía en Frankfurt. Su declaración fue: “Ustedes se fueron de Alemania porque sintieron que no eran bienvenidos. Esperamos que esta vez, al irse, sientan que son bienvenidos.”

 

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