... Todos sus perseguidores no necesitan cansarse (para atraparla) pues en su mes (fácilmente) la alcanzan.
Irmiáh II – 24
.Hay un mes en el año, Ab, preparado desde los días de los meraguelim.
Rashí Idem...
... mandar salir á todos los judíos de nuestros reynos, que jamas tornen, ni vuelvan a ellos,
... que fasta en fin deste mes de julio, primero que viene deste presente año, salgan con sus fijos é fijas é criadas é criados é familiares judíos, así grandes como pequeños, de cualquier edad que seyan, é non seyan osados de tornar á ellos de viniendo nin de paso, nin en otra manera alguna; só pena... de muerte...
1492, Acta de Expulsión de los Judíos de España
Y he aquí que cuando decretó el Rey de España sobre todos los judíos de su reino que salgan en tres meses, se completó el plazo el 9 de Ab, y él no supo absolutamente de la coincidencia, como si desde los Cielos lo inspirasen a fijar semejante fecha.
En este mismo día salieron todos los ejércitos de D”s de las tierras de España.
Don Isaac Abrabanel, comentario de Irmihá Idem y Hoshea 6
Bueno es recordar fechas, vivir en un tiempo donde cada día es especial y diferente. Nos hace sentir dentro de la agenda cósmica y nos redime de extraviarnos en una vida muerta donde lo mismo da Tamuz que Ab, jol o Shabbat.
Me gusta, a veces, hojear los libros viejos de las guenizot y ver anotadas en las contratapas los aniversarios de padres y abuelos, perpetuados en los venerables textos, por hijos y nietos, para saber cuándo era el Iortsait y pronunciar Kadish. No importaba el grado de erudición de los deudos o de los fallecidos. Cada judío merece un día en el año, su día. Cuántas veces recibimos llamados para averiguar una fecha de aniversario y cuántos programas de computación hay para rescatar la especificidad de un día de la uniformidad de todos los días. El César Adriano valoraba el calendario hebreo. Por eso persiguió la semijá (designación), que autorizaba a los jueces a santificar fechas. Lo mismo que su antecesor Antíoco Epifanes unos cuatro siglos antes. Y cuando el Rey Cuzari le pide al sabio judío una prueba de la protección divina a la Ley Oral, a fin de que no se deforme, responde sin titubear: “¡Nuestro calendario, Rey de los cuzarim!” El mundo cristiano, con todo su poder y magnificencia, aún no se puso de acuerdo sobre las fechas de su navidad, que no es la misma para los católicos que para los ortodoxos griegos.
El pueblo judío fue recluido en guetos, estrangulado hasta la asfixia durante veinte siglos, luchó con sus manos atadas por la espalda, al decir de Mark Twain, disperso por los cuatro confines, casi incomunicados; mas cuando se reencuentran sus hijos en esta era, en que el mundo se achica, tienen todos las mismas fechas. El judío de New York puede concurrir en su Iom Kipur a una sinagoga yemenita con la seguridad de que ahí también será Kipur. Kipur para los “yidden” de Lublin es el mismo día que para los “judeós” de Tetuan. Mientras tanto cada matutino relata un hecho del día anterior de una forma diferente. ¿No es un milagro de memoria activa? Y así se mantuvo la Guemará y la Mishná desde Sinai. Cuántos esfuerzos, inútiles por supuesto, de la hoy difunta KGB por impedir que el tesoro de un calendario judío ingrese en la Unión Soviética, difunta también. Y hereda del tribunal del Santo Oficio que en su Edicto General de las Delaciones exigía: “Os mandamos denunciar si sabéis... que algunas personas hayan guardado los sábados en observancia de la Ley de Moisés, vistiéndose en ellos camisas limpias u otras ropas mejoradas, poniendo en la mesa manteles limpios y echando en la cama sábanas limpias por honra de dicho sábado, no haciendo lumbre... guardándolo desde el viernes por la tarde”. Y si para esos judaizantes hubiera sido lo mismo miércoles que viernes por la noche, más de uno se habría salvado de la hoguera. Pero Shabbat es en Shabbat y no en otro día.
Hoy, nuestros muertos del 10 de Ab, fecha del atentado a la AMIA, la misma en que se incendió la mayor parte del Templo, no tienen ni Iortsait. Se los evoca el 18 de julio. Algunos dirigentes, cuya buena intención está fuera de toda duda, habrán imaginado alguna conveniencia política utilizando el calendario del papa Gregorio. Lamentamos, no obstante, que aquellos que perdieron sus vidas hayan perdido también el sentido que tuvieron sus muertes al coincidir en semejante efeméride.
Don Isaac Abrabanel, testigo ocular y protagonista del destierro sefaradí, mitigó la angustia de su exilio con el tesoro de una fecha. Los hebreos no dejaban la España de sus amores ni en julio ni en noviembre. Los echaban en Ab. Era el mes, a los nueve días... tal como lo profetizó Irmiahu. Estábamos dentro del programa. ¿Hay consuelo mayor? Fue el mismo día en que se decretó que nuestros padres no entrarían en Erets Israel. El mismo día que ardieron el Primero y Segundo Templos de Jerusalem y el mismo día en que cayó Betar, y Jerusalem fue arada con sal para que ni la hierba volviera a crecer.
Qué difícil abandonar esas queridas comarcas embrujadas por mágicas belleza y cantares; es donde vivimos, mucho antes de que apareciese el cristianismo en España, cuando no se llamaba ni Castilla, ni Hispana, ni Iberia, sino “Sefarad, “y la diáspora de Jerusalem que está en Sefarad heredará las ciudades del Negueb” (Obadia I). Y el Targum traduce Sefarad = Hispania, las Hespérides de los antiguos. En medio del aturdimiento escuchamos la contraseña que D”s enviaba: ¡Judíos! ¡Yo estoy con ustedes y los acompañaré en este nuevo exilio! Y qué importante es escuchar semejante Voz. Fue la Voz que le hizo sentir a Don Isaac, ministro de reyes a la par que erudito en Torah, no el vagabundo errante que veían los cristianos, sino un soldado de los ejércitos de D”s que recorre geografías y civilizaciones proclamando la vigencia de la Torah en la historia. Y parafrasea el versículo: “En ese mismo día salieron todos los ejércitos de D”s de Egipto” (Éxodo XII – 11), cambiando Egipto por España. Pues cada nueva diáspora era un nuevo Egipto, donde los judíos liberaron las chispas de la Shejiná en el exilio de la soberbia de las culturas humanas. Vio así su tragedia como misión y ministerio histórico, y esto lo hizo renunciar a su hacienda, nombre y honor. Y no se bautizó ni siquiera en su apariencia. Trescientas mil almas lo acompañaron. “Y se fueron sin fuerza, trescientos mil hombres a pie, yo entre ellos, desde jóvenes hasta ancianos, niños y mujeres en un mismo día, de todas las provincias del Rey, y hacia donde soplaba el viento se fueron...” (Abrabanel, Idem).
Nuestros mártires no cayeron un 18 de julio. Los escombros fueron su matsebá polvorienta un 10 de Ab. Perdieron sus vidas. Que no pierdan también sus muertes. Y sus fechas. Veamos, con nuestros propios ojos, pronto y en nuestros días, la reconstrucción del Bet Hamikdash. Y empezando por la teshubá de la dirigencia (la observancia del Shabbat sería buen comienzo), encaremos la Teshubá de todo Israel.
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