Viviendo en la última dictadura europea, los judíos de Belorusia están enfrentando desafíos únicos, según informa Michael J. Jordan desde Minsk.
Los abarrotados estantes con libros en la biblioteca personal de Iakov Basin forman una colección poco usual, una galería con todos los libros antisemitas, publicaciones que fomentan la conspiración que Basin arrancó de diferentes librerías a lo largo de los años.
Saca de uno de los estantes un libro para explicar el tema: “La Guerra según las Leyes de la Vileza.” Su tesis de los “crímenes judíos” - que aspiran a dominar el mundo, por ejemplo - reflejan la notoria falsedad de “Los Protocolos de los Antiguos de Zion.” Basin describe cómo el 29 de noviembre de 2000, el legislador de Belorusia, Sergei Kostian, distribuyó copias del libro de guerra a sus colegas en el Parlamento.
Basin, un líder judío y activista de los derechos humanos, le hizo juicio al publicador. Pero los jueces, controlados por el gobierno, en esta república ex soviética dijeron que el libro es “científico” y que se trata de “literatura académica” y por eso no hay lugar a los cargos por odio étnico. Unas 30.000 copias fueron publicadas.
Estos actos enojaron y frustraron a unos 70.000 judíos que viven en Belorusia.
Pero otros, después de décadas de política antisemita en la era soviética, están resignados a aceptar cierto nivel de provocaciones anti judías.
Los judíos están aliviados de que el gobernador autoritario, Alexander Lukashenko, no haya adoptado ninguna de las políticas antisemitas del pasado o que no haya hecho declaraciones anti judías, dijo Basin. Pero, agrega, Lukashenko tampoco “hizo nada por nosotros.”
Lukashenko envía señales mixtas a la comunidad judía. Participó de la ceremonia de inauguración de un monumento para el Holocausto en Minsk, en julio de 2000. Y después de que una sinagoga en Minsk fue incendiada en diciembre, dijo “no dejaremos que nadie haga daño a nuestros judíos.”
Pero la lista de las cosas que no se hacen es larga, dice Basin. Los vándalos de los cementerios e instituciones judías nunca son procesados. Títulos anti judíos como “Las Leyes de la Vileza” circulan sin impedimento.
Nunca han devuelto las cosas confiscadas de las sinagogas , por los comunistas y los nazis. No existe un día nacional de recordatorio del Holocausto, en esta tierra que vio morir unos 800.000 judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
Mientras muchos de los acontecimientos negativos para los judíos son actos de omisión, hay actos negativos también de comisiones.
Una nueva ley sobre la religión reconoce al judaísmo como una religión tradicional, pero dice que la Iglesia Rusa Ortodoxa es suprema y desdibuja las divisiones entre la iglesia y el estado. El ministro de educación le ha quitado la autonomía a la universidad judía del estado y ha amenazado con su clausura.
Los restos del cementerio judío de 300 años de antigüedad en Grodno fueron excavados en el verano pasado para que se pueda expandir un estadio de fútbol local. También hay un problema con un cementerio en Mogilev, donde los cristianos están siendo enterrados junto a los judíos en un antiguo cementerio judío.
Aunque parece poco ético echarle la culpa a Lukashenko por esta situación, él, más que cualquier otro líder europeo, disfruta de la habilidad de actuar como quiere y por ende cargar con toda la responsabilidad.
Después de todo, él es lo que muchos describen como “el último dictador de Europa”.
Lukashenko reina sobre una nación de 10 millones de personas. Hay patrullas policiales en cada calle en Minsk. Los residentes cuidan sus palabras al hablar por teléfono por miedo a que los estén escuchando. Varios líderes de la oposición y periodistas independientes han desaparecido sin dejar rastros.
Así de absoluto es el poder de Lukashenko. Desde mayo pasado ningún individuo en Belorusia puede tener el cargo de “presidente” - ni de una empresa, ni de una organización o una institución. ¿Por qué? Porque Belorusia tiene uno, y sólo un presidente: Lukashenko.
Fuera de Basin y algunos otros, judíos de Belorusia - la tercer comunidad judía en la ex Unión Soviética - la gente se niega a criticar a Lukashenko. Después de siete años de dictadura soviética, con recuerdos de tiempos oscuros de inseguridad, los judíos han aprendido a respetar la línea.
|
|
|