Shoah es la palabra hebrea que significa “torbellino”. Es el término utilizado para describir la conflagración que barrió a seis millones de almas judías entre 1938 y 1945. Una guerra se desató contra los judíos, y en la misma se perpetraron atrocidades indescriptibles en contra de un pueblo indefenso. Hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, fueron asesinados en manos de los malditos nazis, que su nombre sea erradicado para siempre. Cada año, en Iom HaShoah, recordamos a los mártires que santificaron el nombre de D-os en los campos, los ghettos y las cámaras de gas.
Se cuenta una historia de un festejo de Januca en Auschwitz. Era diciembre y un grupo de judíos en Auschwitz deseaban encender una vela por el festivo. Obviamente, no había manera de que los alemanes permiten que esto suceda, y era imposible de conseguir velas en el campo. Pero esto no hizo bajar los brazos a estos judíos. Guardaron pequeñas porciones de manteca todos los días hasta que tuvieron suficiente para hacer una pequeña vela. En la noche de Januca, se reunieron en secreto, un grupo de cuerpos flaccidos alrededor de un rabino. El rabino entonces pronunció las tres bendiciones que se recitan en la primer noche de Januca. Después de las bendiciones y de encender la vela, uno de los congregantes se acercó al rabino y preguntó “¿Cómo pudo usted hacer la tercer bendición? En la tercer bendición le agradecemos a Hashem por traernos hasta este día! ¿Cómo podemos agradecer a Hashem por traernos hasta este día, mientras estamos viviendo todos estos horrores, muertes y tormentos? ¿No estaría mejor estar muertos?”
El rabino respondió que él también se había preguntado si se debía recitar esa bendición. “Pero,” dijo, “cuando miré a mi alrededor y vi el resplandor en los rostros, y percibí la fe que ardía dentro de sus corazones, tuve que bendecir a Hashem, por permitirme vivir para ver esta asamblea de mártires que santificaron el nombre de D-os en público, que mantuvieron su fe entre las llamas.”
Al conmemorar el 59º aniversario de la liberación de los campos, debemos preguntar: Si le pudiéramos pedir a los seis millones un último deseo, ¿cuál sería este? Seguramente, expresarían el deseo de continuidad del pueblo judío. Ellos, quienes murieron como judíos, querrían que nosotros vivamos como judíos, que sigamos aferrándonos a la fe que ellos aferraron con tanta fuerza. La mejor manera entonces de memorizar a los seis millones es fortalecer nuestro compromiso con el judaísmo, e intensificar nuestros estudios judaicos. Con este esfuerzo, tendremos el mérito de conectarnos con ellos en un lazo eterno.
Pero estamos viendo que muchos rabinos, sobrevivientes del Holocausto, no hablan de la “Shoah”, sino que utilizan el término “Jurban Europa”. De hecho, ellos conmemoran la destrucción no en Iom HaShoah, sino en Tisha B´Av, el nueve de Av. ¿Por qué hacen esto?
La verdad es que el uso del término “Shoah” para describir la tragedia de Europa es un invento moderno, bastante similar a la palabra “Holocausto” en español. Esto puede ser resultado del hecho que el Holocausto fue un evento singular, una tragedia sin precedentes. Desde una perspectiva, esto podría ser un gran error.
Mientras Hitler pudo haber sido el último gran antisemita que quiso destruirnos, no fue el primero. Como leemos en cada Purim, Haman casi llegó al mismo nivel de genocidio, pero gracias a una serie de milagros no hubo asesinatos masivos. Durante todo el milenio, miles y millones han muerto durante dos conquistas de Israel y la destrucción de los Templos Sagrados, la Inquisición, las Cruzadas, los pogroms de los cosacos - una serie de un jurban tras otro, que han caído sobre el pueblo judío.
Si vemos al Holocausto como un evento único, podemos creer que el antisemitismo es un fenómeno pasajero y que un pequeño recordatorio es suficiente para asegurar que nadie más se levante para matar “desde el más joven al más anciano, bebes y mujeres, en un sólo día” como leemos en Meguilat Ester.
Por eso es importante reconocer que los eventos que sucedieron en los últimos 2000 años, son parte de un trágico elemento en la historia judía. Cuando el Segundo Templo fue destruido, sólo habían espadas - los que nos querían asesinar no tenían herramientas modernas de destrucción masiva a su disposición, y aun así mataron cientos de miles. Además, esta destrucción nos redujo de una nación soberana a un pueblo herido y solitario, preparando el escenario para otras tragedias. Aun esperamos la restauración de una Jerusalém reconstruida, la Ciudad de la Paz. Nada de esto reduce la tragedia que sucedió hace 59 años - pero tampoco se deben olvidar las otras tragedias que sucedieron antes.
Respecto a esto, nuestras observancias de Iom HaShoah deberían estar unidas con la observancia de Tisha B´Av - el día en el cual recordamos todas las tragedias que cayeron sobre nosotros. Así como hay poemas que conmemoran la destrucción de los dos templos, las masacres, la Inquisición y los pogroms, debemos incorporar lecturas sobre la destrucción de Europa, a nuestra observancia ese día (hay poemas hermosos escritos sobre este tema, por Rabi Shimon Schwab z”l, el líder recién fallecido de la comunidad judía alemana en Washington Heights. El rebe jasidico de Bobov, y otros, también contribuyeron a esta trágica liturgia).
Se cuenta la historia sobre Napoleon Bonaparte que estaba viajando por el sector judío de una ciudad en Tisha B´Av. Pasó por una sinagoga y escuchó gente llorando. Envió un oficial para investigar y éste volvió para contarle que estaban llorando por la destrucción de su Templo, unos 1650 años atrás. Cuando él escuchó esto, se asombró mucho - y dijo que cualquier pueblo que recuerda la destrucción de un Templo durante tanto tiempo, se merece que lo reconstruyan.
Esperemos que los méritos de los seis millones de mártires se levanten ante D-os, y que sus méritos - y aquellos de los sobrevivientes - logren poner final a nuestra larga dispersión. Esperemos ver construido el tercer Templo, rápidamente en nuestros días, Amen.
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