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El 17 de marzo se cumplen doce años de atentado que destruyó el edificio de la Embajada de Israel en la Argentina, que estaba ubicado en la intersección de las calles Arroyo y Suipacha.
Luego de doce años lo único que sabemos es que el atentado ocurrió; que hubo muertos y heridos; que, según algunos servicios de inteligencia extranjeros, habrían sido hombres de la Jizbalah quienes lo realizaron siguiendo instrucciones del gobierno de Irán y que la investigación judicial que debía efectuar la Corte Suprema no pudo comprobar la existencia una conexión local que brindará apoyo a los terroristas que ejecutaron el atentado.
Esto último pese a que de, acuerdo a los especialistas, es casi imposible realizar un atentado de esta naturaleza sin que existan personas locales que brinden algún tipo de colaboración a quienes lo organizan y lo llevan a cabo.
La única certeza que tenemos es que el dolor producido por la muerte de tantos inocentes continúa y que la plaza instalada en el lugar del atentado es un recordatorio permanente de lo ocurrido y de que no han sido castigados los culpables.
Él por qué de esta situación generó y genera infinidad de versiones, que por serlo no pueden considerarse otra cosa que versiones y por lo tanto no son justificativo de la inacción investigativa.
El próximo 17 de Marzose realizará el acto conmemorativo, se volverán a escuchar discursos reclamando a las autoridades nacionales que de una vez por todas se investigue seriamente lo ocurrido, que se denuncie a quienes a lo largo de estos doce años hicieron todo lo que está a su alcance para que nada se averiguara y posiblemente, teniendo en cuenta lo sucedido el 11 de marzo en Madrid, se escuche alguna voz que en su reclamo de justicia haga alguna comparación.
Esto no será ninguna novedad, pues en alguno de los principales diarios porteños - días después de los atentados madrileños - se pudo leer que existe una relación con el atentado a la Embajada. Consideraron que los de Madrid son respuesta a la participación de España junto a los Estados Unidos en la guerra contra Saddam Huseim al igual que el atentado del 17 de marzo de 1992 fue consecuencia de que el gobierno de Menem envió tropas para participar de la guerra contra Irak en 1991.
Está manera de analizar la motivación del atentado que destruyó el edificio de la Embajada de Israel en Buenos Aires podría llegar a ser valida pero no puede servir de excusa para justificar la falta de resultados en la investigación, pues el atentado ocurrió en la Argentina y es responsabilidad del Estado dar una respuesta valedera, lo que en los doce años transcurridos no ocurrió.
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