El pasado 13 de enero el juicio oral de la causa AMIA entró en la etapa de los alegatos, de los cuales, al escribirse esta nota, se habían pronunciado los de los letrados querellantes, el doctor Pablo Jacoby de Memoria Activa y los doctores Marta Nercellas, Juan José Avila y Julio Frederick de la DAIA, AMIA y Familiares y Amigos de las Víctimas respectivamente, faltando los correspondientes a los fiscales que serán efectuados a principios del mes de febrero. A continuación habrá una semana de receso y le llegará el turno a los abogados defensores de los acusados.
Los alegatos de los querellantes tuvieron una gran diferencia debido a que Memoria Activa sólo acuso a Carlos Telleidín como participe necesario mientras la querella unificada (DAIA, AMIA y Familiares) acuso como participes necesarios a Telledín y a los ex miembros de la policía de la Provincia de Buenos Aires Juan José Ribelli, Anastacio Leal y Raúl Ibarra, para Mario Barreiro solicitó una pena de 20 años de prisión..
Teniendo en cuenta la amplia repercusión periodística que han tenido los mismos no hemos de entrar en el análisis de lo que dijo cada uno de los letrados sino en un hecho, que es a nuestro entender puede ser significativo para el futuro de la unidad de la comunidad judía de la Argentina, si bien puede no haber merecido más que una pocas líneas en los diarios y revistas.
El abogado defensor de Carlos Telledín, Víctor Steinfale, manifestó, según lo publicado por el diario “La Prensa” (20/1, pág. 4), lo siguiente “si las partes acusadoras están en desacuerdo, esto termina en la nada y no hay ninguna posibilidad de que Telledín sea condenado con estas acusaciones”.
Como no somos especialistas en derecho penal no podemos juzgar desde un punto de vista legal las motivaciones que generaron el desacuerdo que señala Steinfale, lo que sí podemos hacer es tomar en cuenta las crudas opiniones que efectuaron miembros de Familiares y Amigos de las Víctimas o el doctor Gilbert Lewi refiriéndose al hecho de que Memoria Activa no acusara a los cuatro ex policías.
Por ejemplo Sergio Burstein dijo “Jacoby representa a 4 familiares mientras que nosotros, la AMIA y la DAIA somos la voz de 40 familiares que pedimos la perpetua de Telledín, Ribelli y los otros tres policías acusados (diario “Clarín”, 15/1, pág. 8).
El doctor Lewi expresó en múltiples reportajes que Jacoby planteara que la acusación a los ex policías fue consecuencia de la interna política entre Menen y Duhalde es darle defensa de los acusados un elemento que puede ser utilizado por sus abogados. En uno de los reportajes (Ámbito Financiero, 16/1, pág. 9) dice textualmente “si uno es querellante, no puede defender a los acusados: que lo hagan sus defensores o, todo caso, que determinen los jueces. Por eso no entiendo la postura de su abogado [Jacoby]. Ellos están más interesados, me parece, en hablar de la conexión dirigencia comunitaria/gobierno de Menen que llegar a la verdad. De otro modo no se entiende que defiendan a los policías de la Bonaerense”.
Como en el alegato de Memoria Activa se aseguró que el Estado argentino es la conexión local, la periodista Adriana Meyer le preguntó al doctor Lewi su opinión y este respondió “Creó que acusar así es como si todos y nadie fueran culpables. Yo digo que hubo un grado terrible de irresponsabilidad y, a lo mejor, de encubrimiento. A mí no me consta eso, pero es como un sentimiento. Puede haber sido por razones económicas, políticas o de favores pero evidentemente somos conscientes de que el Estado argentino no hizo el atentado, es muy loco pensar eso” (Página 12, 19/1, pág. 12).
Estas opiniones, que son sólo una ínfima muestra de las efectuadas, ahondan la brecha existente no solo entre los miembros de Memoria Activa y los de Familiares y Amigos de las Víctimas sino también con las instancias centrales comunitarias y sin lugar a dudas se harán sentir, una vez que se conozca el fallo del juicio oral, en todos los estamentos que integran la comunidad pues cada miembro de la misma se hará eco de las que a su entender son las correctas.
Por otra parte estamos convencidos que estos mensajes les resultan dolorosos a quienes los reciben, ya que no dudamos que tantos unos como los otros están convencidos de sus posturas, de que luchan por esclarecer el atentado y que se haga justicia.
Nuestros sabios explican que la destrucción del Segundo Templo y de la ciudad de Jerusalem fue consecuencia de las luchas entre los diferentes círculos en que se encontraba dividida la sociedad judía en el siglo primero de la era, lo que genéricamente denominan “odio entre hermanos”.
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