¿Qué pensaba exactamente el general José de San Martín respecto de los judíos? No lo sabemos, ya que no hay ninguna mención espacial en lo que escribió. Por otra parte, sí conocemos que, en las guerras de la Independencia, Simón Bolívar contó con la ayuda de judíos que vivían en la isla de Curazao. Los hermanos Ricardo (Mordejai, Juana y María Antonia), José Curiel, Isaac de Sola, Abraham Meza apenas si son algunos nombres rescatados de quienes colaboraron animadamente con Bolívar.
Lo que si podemos establecer es que la relación mas estrecha de San Martín con los judíos se estableció a título individual y en Europa, o sea a posteriori de sus campañas por la emancipación en America. También conocemos bastante certeramente que por su condición de masón, no practicaba ninguna religión y se manifestaba contra todo fanatismo.
San Martín llegó a Bélgica en 1824; allí se vinculó con las logias masónicas locales, tal su trayectoria, las que lo recibieron fraternalmente. Dada su acción en America fue homenajeado; la logia “La perfecta amistad” hizo grabar una medalla en su homenaje con un destacado grabador, judío y masón, Jean Henri Simon. Este logró plasmar una de las más nobles efigies del héroe hacia comienzos de 1825. Puesta a la venta, un periódico de Bruselas publica la siguiente nota: “El caballero Simon, grabador de S.M., va a editar diez medallas de hombres ilustres (…) Varias medallas grabadas del natural van a ser emitidas por este artista. La que acaba de aparecer ofrece a los amigos de las artes la semejanza perfecta de un general extranjero, justamente célebre, el general San Martín, tan conocido en la revolución de la América española del Sud”.
Se considera que el perfil del Libertador que se halla en la medalla fue copiado del natural por el eximio medallista judío Simon, siendo uno de los más auténticos retratos de San Martín. En el anverso pude verse en el campo, el busto de San Martín, de perfil izquierdo, de casaca con charreteras, luciendo la placa de Fundador de la Orden del Sol de Perú y la leyenda “LE GENERAL SAN MARTIN”; en el reverso, una leyenda traducida del francés y de las peculiaridades, abreviaturas y jeroglíficos masónicos, que dice: “La Logia LaParfaite Amitié constituida al oriente (en la ciudad ) de Bruselas el 7 de julio de 5807 ---al General San Martín – 5825”. Hay que aclarar que la masonería agrega cuatro mil años a las fechas de la era cristiana común. En letras pequeñas, en ambas caras, se lee “Simon F.”, la frase latina que significa Simon fecit o sea “la hizo Simon”.
En la ciudad de Buenos Aires se levanta la Plaza Grand Bourg, ubicada en las calles Mariscal Ramón Castilla y Alejandro Aguado en el bello barrio de Palermo Chico, entre las avenidas del Libertador y Figueroa Alcorta. Alí estas ubicadas diversas estatuas: el Mariscal Ramón Castilla, Alejandro Aguado, el General Martín de Pueyrredón, el General Las Heras, el General Álvarez de Arenales y el General Martín Miguel de Güemes. En el centro de estas esculturas, podemos ver la imagen de Nuestra Señora del Carmen de Cuyo, Patrona del Ejército. Estas estatuas están junto a otro conjunto escultórico denominado “El abuelo inmortal”, una escultura realizada por el artista plástico Ángel Ibarra García en 1951, representando a un San Martín anciano, rodeado por sus nietas.
Frente a este plaza, al otro lado, se encuentra una réplica de la casa que San Martín habitó entre 1834 y 1848 en Grand Bourg, la que se inauguró el 11 de agosto de 1946, siendo hoy la sede del Instituto Nacional Sanmartiniano.
A los militares los conocemos, pero, ¿quién era Alejandro Aguado? Alejandro Aguado fue un amigo muy estimado y querido por el general San Martín. Se conocieron durante su juventud en el ejercicio de las armas al servicio del rey de España, durante las invasiones napoleónicas. Posteriormente los caminos se separan: San Martín viene a America con su proyecto que independentista que se concretará en su Plan Continental y Aguado parte a Francia, ya como comerciante.
No se puede establecer con certeza cuándo ni como, pero hacia 1828-30 ambos se reencuentran, reanudando los lazos de amistad. Mitre dice que “…Un amigo compañero de armas suyo en la guerra de la Península, un español, el opulento banquero Aguado, vino en su auxilio y le salvó la vida, sacándolo de la miseria. Le hizo adquirir la pequeña residencia de campo de Grand Bourg, a orillas del río Sena...”.
Lo curioso –si se quiere- es que Alejandro Aguado provenía de una familia judía, mas precisamente judía-portuguesa. En esos días el papado estaba a cargo de Gregorio XVI, un religioso muy conservador que, incluso, tenia disputas político – religiosas con España, Portugal, Prusia y Rusia.
A partir de ese momento, San Martín obró como hombre de confianza de Aguado, lo cual fue retribuido por éste en forma de ayuda económica. Sin bien San Martín no vivió a expensas de Aguado, si recibió colaboración pecuniaria que le permitió vivir en Francia sin padecer estrecheces. En mas de una oportunidad, el Libertador se declaró deudor de los favores recibidos por Aguado. "Me puso a cubierto de la indigencia. A él debo, no solo mi existencia, sino el no haber muerto en un hospital", escribió en una carta.
A tal punto llegó la cercanía entre ambos hombres que Aguado nombró en su testamento a San Martín –junto a sus otros amigos Pelchet y Couvert- como custodios de sus bienes en la sucesión y tutores de sus hijos menores, dotándolos de una asignación mensual, además de una cierta suma, joyas y obras de arte. Sabia que no lo defraudarían. Aguado falleció en 1842.
La calle y la estatua con el nombre de Alejandro Aguado en ese lugar tan emblemáticamente sanmartiniano testimonian la profunda amistad con José de San Martín; en diversas ciudades argentinas, calles y escuelas recuerdan a este hombre bueno. Lamentablemente son pocas las fuentes que, hablando de Aguado, mencionan su origen judío. ¿Ignorancia?, ¿vergüenza de que San Martín cultivara amistades con quienes no eran aceptados por la Iglesia Católica ?, ¿velado antisemitismo?. No lo sabemos: lo cierto es que la amistad entre ambos fue fuerte y sentida. En otro aniversario de la muerte de nuestro Libertador, recorremos un camino poco transitado.
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