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Sakhnin, el equipo de fútbol en el que judíos y musulmanes patean para el mismo lado
El club, de origen árabe, está ubicado en el norte de Israel. Ya es un triunfo participar de la Copa UEFA, pero el trofeo mayor es otro: Bnei Sakhnin es la prueba de que judíos y árabes pueden convivir.

Por Daphna Baram.


Veinticuatro horas antes de llegar a Inglaterra para el partido decisivo de su equipo contra el Newcastle United de la Liga Británica, Mazen Gnaiem, el presidente del club Hapoel Bnei Sakhnin, todavía no tenía idea de cuál sería el aeropuerto al que llegaría su equipo. De hecho, se sorprendió al descubrir que Londres tenía más de uno. Pasar, repentinamente, de ser un ignoto club árabe de fútbol en el norte de Israel a convertirse en un equipo internacional con posibilidad de jugar en la copa UEFA sigue siendo asombroso. Y no sólo para Gnaiem.

Antes del partido con el británico Newcastle, los palestinos, árabes y musulmanes de toda Gran Bretaña se preguntaban si Sakhnin merecía su apoyo: algunos hasta pensaban en boicotear al equipo ya que, después de todo, juega bajo la bandera israelí, cuenta con jugadores judíos, emplea a un entrenador judío y canta el himno de Israel antes de los partidos internacionales. Al mismo tiempo, los israelíes en el Reino Unido no sabían si considerar a Sakhnin un club israelí ?hecho y derecho?, mientras que los hinchas judíos ingleses se preguntaban si podían identificarse con este club extraño. Para colmo, el crucial encuentro se jugaba justo en el feriado judío de Rosh Hashana.

Afortunadamente, el club está acostumbrado a este tipo de reacciones. Según Gnaiem, en su país el establishment israelí aún no los reconoce como ciudadanos iguales de Israel. Encima, muchos árabes los acusan de sionistas por jugar bajo la bandera del enemigo. Hace poco mantuve una discusión en una radio árabe con alguien de los emiratos del Golfo. El tipo me decía que nos apoyaría si jugábamos bajo la bandera de Palestina. Yo le expliqué que, de la misma manera que los futbolistas palestinos que viven en Jordania o Egipto juegan bajo la bandera local, nosotros jugábamos bajo la bandera israelí. No logré convencerlo, comenta el presidente del club palestino-israelí.

Bajo las órdenes de su entrenador judío, Eyal Laman, Sakhnin adoptó un estilo defensivo que lo promovió a la liga superior de Israel por primera vez a fines de la temporada 2002-03. En mayo de este año, mientras estaban languideciendo en las últimas posiciones de la tabla, le ganaron a Hapoel Haifa 4 a 1 en la final del campeonato nacional. Fue una gran fiesta. Más de 25.000 ciudadanos árabes y judíos celebraron la victoria del club, que les valió el ingreso en la copa de la UEFA de esta temporada.

Las reacciones racistas del público fueron escasas y principalmente provinieron de la barra brava de Beitar Jerusalem. La animosidad entre Sakhnin y Beitar es fuerte. “Muerte a los árabes” es el canto más frecuente que entonan las tribunas de Beitar; y sus dueños están orgullosos de asociarse con el partido de derecha Likud. “Recibimos un inmenso apoyo del pueblo judío”, dice el capitán de Sakhnin, el mediocampista internacional Abass Suwan. “En cuanto a los hinchas de Beitar, los ignoramos. Odian a los árabes, odian a otros equipos judíos, a veces pienso que hasta se odian a sí mismos”

El primer ministro Ariel Sharon se tomó un descanso en su plan de ataque de Gaza para llamar por teléfono al equipo y felicitarlo por su logro. Yasser Arafat y el príncipe Hassan de Jordania también se subieron al vagón de los elogios. “Todo es muy lindo”, suspira Gnaiem: “Pero, ¿de qué me sirve si ni siquiera tengo una cancha donde jugar cuando somos locales”. El estadio es el tema más doloroso para los jugadores y los hinchas de Sakhnin, y un recordatorio claro de cómo se los discrimina. Sakhnin tiene que jugar sus partidos de local en Haifa, a 50 kilómetros de distancia.

Sakhnin es el equipo más pobre de la primera israelí. “Es una desgracia”, sentencia Suwan. “El hecho de no tener una cancha decente no sólo nos avergüenza a nosotros sino a todo el Estado de Israel. Nos pueden utilizar para fines de propaganda, pero deberían darnos igual trato a cambio”. Avi Danan, uno de los tres jugadores judíos de Sakhnin, es un poco más optimista. Viene de la ciudad pobre de Beit Shean. “Cuando jugaba para el Hapoel Beit Shean y ascendimos a primera, tampoco teníamos cancha propia. Nos llevó varios años hasta que tuvimos el presupuesto para empezar a construirla. Con suerte, pronto también tendremos una cancha”.

Gnaiem dice que al principio es difícil persuadir a los jugadores judíos de sumarse al equipo. “Todos dicen No, no voy a Sakhnin, no a un equipo árabe. Encima, después de convencer al jugador, todavía tiene que lidiar con su esposa, su madre, su mejor amigo, hasta que todos concuerdan en que debería intentarlo. Pero eso sí, una vez adentro, no se quieren ir. Cuando un jugador palestino del Sakhnin perdió cuatro de sus hijos en octubre de 2000 (asesinados por la policía en los disturbios de la segunda Intifada), nuestros jugadores judíos fueron los primeros en llamar y ofrecer sus condolencias”.

A Danan, que va por su tercera temporada en Sakhnin, no costó mucho convencerlo: su hermano ya jugaba allí y le había hablado de la atmósfera cordial y hospitalaria que imperaba. A pesar de que gran parte de su familia es ortodoxa, no tiene ningún problema en jugar en un equipo árabe: ?No hay ninguna diferencia entre los judíos y los árabes. Mis padres se criaron en Marruecos entre árabes, yo hablo árabe, y la cultura de la hospitalidad en Sakhnin se parece a la nuestra. “Cuando entro a Sakhnin, me cuesta salir. La gente me invita todo el tiempo a su casa, a casamientos y a reuniones familiares. Me rodean de amor. Me podría haber cambiado de equipo este año, pero opté por quedarme. Nuestro presidente, Mazen, es como un padre para mí”. ¿Acaso la experiencia de Sakhnin le cambió sus opiniones políticas? Para mí, no tiene nada que ver con la política, dice Danan.

Traducción de Claudia Martínez. © The Guardian.

Octubre/Noviembre 2004 - Jeshvan 5765
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