Estas notas, de Teodoro Boot y de Horacio Verbitsky, sobre las denuncias contra el general Roberto Bendini por presunto antijudaísmo resultan altamente antagónicas. Por ello, para mostrar dos enfoques distintos de un problema que atañe a toda nuestra comunidad, las publicamos para la consideración de nuestros lectores.
Por misteriosas razones, el general Bendini está siendo objeto de una furibunda campaña de desprestigio por parte de lo que comúnmente se denomina "la ultraderecha", término que engloba a medios y parlanchines subsidiarios tanto del poder económico más concentrado como de las "usinas de inteligencia". Tal es el caso del diario Infobae, de Daniel Hadad y al parecer también de Raúl Pedro Moneta. Hasta el momento, puesto que el general no ha dado muestras de tener amantes de cualquier género o especie, es acusado de practicar el antisemitismo y, más recientemente, de hacer uso personal de dineros públicos mientras se desempeñaba como Jefe de la Brigada Mecanizada IX, con asiento en Río Gallegos. Viniendo de quienes vienen, ambas acusaciones son tan sorprendentes como si a Osama ben Laden se le diera por señalar terroristas. Pero mucho más llama la atención que la DAIA se sume a la campaña de Hadad, Infobae y Urgente 24, cuyo director es el notorio ex pinochetista Edgard Mainhard. El señor Hercman, presidente de la entidad, insiste en que se investigue el posible antisemitismo de Bendini a raíz de algunos conceptos que este habría vertido en el transcurso de unas supuestas maniobras aludiendo al parecer al supuesto Plan Andinia, todo en condicional. Y no es para menos: todo lo que cuenta el señor Hercman para exigir se investigue a Bendini son los trascendidos de Infobae y los comentarios que los parlanchines hacen en base a los trascendidos de Infobae, que a su vez se retroalimenta de los comentarios de los parlanchines dando lugar a nuevos trascendidos que serán debidamente comentados. Todo ello carece de la menor seriedad y las personas normales -en especial las autoridades de Defensa- no deberían perder un minuto de su tiempo sino fuera porque remite a un dilema en el que se debaten las fuerzas militares, que parece afectar también a la propia DAIA. El dilema militar es ¿para qué diablos sirven en la actualidad las Fuerzas Ar-madas? En tanto la Fuerza Aerea tiene la misión de custodiar los aeropuertos y los free shops y la Marina cuidar que las flotas pesqueras no roben lo poco que hasta ahora no han regalado los sucesivos gobiernos, el estado de incertidumbre afecta particularmente al Ejército, que, privado de la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional, se ve también impedido hasta de practicar juegos de guerra contra sus enemigos predilectos: Chile y Brasil. ¡Imaginen los titulares de Infobae si un general planteara la hipotética toma de Río de Janeiro! Siempre ha sido difícil para el Ejército, y si bien la Doctrina de Seguridad Nacional en su momento aclaró en parte el panorama, no simplificó las cosas en absoluto. Por ejemplo: ¿qué hipótesis de conflicto plantear apta para un juego de guerra? El Comunismo Internacional era un concepto demasiado vago. Nadie, ni siquiera un general argentino podía imaginar un juego de guerra contra algo tan abstracto. Fue recién con la aparición de las formaciones guerrilleras que se aclararon un poco las cosas. Antes, las tenían que inventar. En el transcurso del servicio militar participé de una extraña maniobra, consumación de un curso de comandos: según explicó el teniente Marenco, combatiríamos contra una invasión del Ejército Revolucionario del Pueblo. En una suerte de ensueño alucinado de Mario Roberto Santucho, los guerrilleros descenderían en paracaídas. Pero esto no era lo más raro. Lo verdaderamente curioso es que el ERP aún no existía. Al menos, no se había presentado en público, lo que hizo poco después. Jamás pude librarme de la sensación de que el creador del ERP había sido el teniente Marenco. Desde luego, no hay una relación de causalidad entre el surgimiento del ERP y lo que el pobre Marenco, tal vez con la ayuda de la cannabis indica, tenía que inventar para dar algún sentido a la loca carrera en las sombras de un grupo de conscriptos que disparaban sin ton ni son balas de salva. Eliminada la hipótesis de conflicto interno, en ple-no proceso de integración continental y reanudadas las negociaciones con Gran Bre-taña, demanda horrores pensar en un enemigo capaz de justificar un juego de guerra. Tal vez -imposible >> saberlo con seguridad- Bendini haya imaginado -o lo leyó en el New York Times- a grupos extranjeros interesados en apoderarse de las riquezas patagónicas. De ser así, la elección es desafortunada ya que el juego de guerra resultaría inútil ¿Qué podrían hacer los militares? ¿Dar un golpe de estado en Chubut? ¿Tomar Esquel para impedir la instalación de la mina de oro? ¿Secuestrar a Benetton? ¿Evitar por la fuerza la tala de bosques en Tierra del Fuego? ¿Satisfacer la lascivia de la tropa deteniendo a Jane Fonda? ¿Y por qué esos intereses habrían de ser judíos? Y en todo caso ¿qué judíos? ¿Woody Allen? ¿Ariel Sharon? ¿Carlos Corach? Que se sepa, nadie mencionó a ningún judío, excepto Infobae. Mariana Vega, la enviada de Infobae asegura que la supuesta hipótesis de conflicto supuestamente planteada por Bendini ante un supuesto juego de guerra para supuestos coroneles es culpa de la diputada provincial Judith Forstmann, a la que acusa de ser la "ideóloga" de la corriente "nacionalista" de la cual se nutriría el general Bendini. Al respecto, comenta Urgente 24: "De acuerdo a Vega, en la edición más reciente de la revista del centro de estudios, Forstmann firmó una nota de opinión en la que expone su temor de que en la Argentina se repita 'la metodología usada para la usurpación del territorio mexicano por parte de los Estados Unidos en la década de 1830' y agrega que 'en nuestra patria, en este momento, vemos que grandes extensiones de tierra han sido compradas por numerosos extranjeros en diversas provincias', y concluye mencionando las 'fuertes versiones de que se utilicen los terrenos fiscales como fuente de recursos para pagar la deuda externa'. Sería interesante que el señor Hercman aclarara donde entran judíos en todo esto. ¿O acaso él también se ve obligado a imaginar "hipótesis de conflicto"? La entidad que el señor Hercman preside es una asociación de tercer grado que nuclea a organizaciones de naturaleza social, cultural y deportiva, cuya existencia está garantizada por las actividades que llevan a cabo, independientemente de que en la sociedad haya o no arrestos antisemitas. No es el caso de la entidad que preside Hercman, que carecería de razón de ser, por ejemplo, en Israel, donde -a no ser que Arafat esté en lo cierto- es inconcebible imaginar antisemitismo. Es en este punto donde las cuitas de Hercman se asemejan a las de los militares argentinos y los guerrilleros en paracaídas de Marenco son equivalentes a los antisemitas que denuncia Infobae. Así como un manto de piadosa comprensión debe caer sobre los militares argentinos a la hora de preguntarse para qué sirven, es razonable la misma indulgencia para con Hercman. Pero, al menos en atención a la importancia de la colectividad que tan mal representa, el señor Hercman debería mostrarse más cuidadoso, de manera de evitar que lo sigan empleando de idiota útil, por decirlo de una manera elegante.•
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