Recuerda D" mío a to-das las almas de nuestros hermanos, miembros difuntos de la casa de Israel que han sacrificado sus vidas en este año que pasó. Izkor no tendrán la posibilidad de estar inscriptos en el libro de la vida plena. Izkor los soldados que fueron ahorcados y sus cuerpos degradados y vejados, antes y después de muertos, ante una multitud que festejaba sus miserias humanas. Izkor los muchachos cu-yos cráneos fueron aplastados con rocas, cuando se llegaron hasta las riberas de un río, para ver fluir sus aguas. Izkor los jóvenes que fueron a una discoteca y recibieron esquirlas, clavos y púas en sus cuerpos, que los mutilaron o asesinaron de muerte cruenta. Izkor los niños con los miembros mutilados, que sólo cometieron el pecado de subir a un autobús hebreo, para ir a la escuela. Izkor los ciudadanos, que fueron degollados en arteras emboscadas en sus casas o en sus lugares de esparcimiento. Izkor la madre embarazada que recibió una explosión de clavos en su cuerpo, cuando fue al mercado a hacer sus compras, Izkor los colonos que fueron blanco móvil de las armas asesinas, por osar ir a su lugar de trabajo. Izkor los restos de cuerpos esparcidos por el aire, de aquellos chicos que se atrevieron a concurrir a una posada en plena ciudad. Izkor los miembros de Tzahal, que tuvieron la desgracia de caer vivos en manos de sus enemigos y sufrieron las peores vejaciones y mutilaciones. Todos ellos estuvieron allí ,luchando la lucha que nosotros, judíos de la diáspora no luchamos, ellos lo hacen por nosotros. Porque si alguna dignidad podemos mostrar como miembros de la casa de Israel, es gracias a aquellos que estando allí, mueren por nosotros. Por eso hoy ,día de Rosh Hashaná, pensemos como será el que tienen los familiares de las víctimas de la locura asesina en Israel. Sabemos que no tienen consuelo, pues nada devuelve a un ser querido, pero ojalá pudiera hacerles saber, que la casa de Israel toda, allí y aquí, está de duelo junto a ellos. Que su ausencia de hoy, es el compromiso recordado de ser fieles a una herencia, a una tradición, a una identidad. Por tanto, ahora debemos rescatar de nuestros pensamientos, una meditación en recuerdo de los caídos en la tierra de Israel. Porque sabemos que ni ellos, ni nosotros, fuimos educados para odiar ni para matar, sin embargo, sufrimos las consecuencias de quienes sí han recibido esa educación. Cada uno de los caídos, mutilados o heridos, fue o es como el hermano que tenemos a nuestro lado, como tal debemos amarlo. Quiera D" que algún día, no tengamos que decir Izkor por nuestra sangre vertida ni en Israel ni en ningún otro sitio, que nuestras recordaciones sean sólo por aquellos que finalizaron una vida en plenitud. Por todos aquellos de la casa de Israel, que ya no están entre nosotros a causa de los asesinatos, pido a quienes lean estas líneas, me acompañen en esta vieja oración Ytgadal veitkadash shméh rabá... exaltado sea el poder del nombre...• © LA VOZ y la opinión.
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