Un reciente libro aparecido en Israel describe las tensas relaciones que existieron entre la comunidad judía y el Estado de Israel. El autor, Raanan Rein, dirige el Instituto de Historia y Cultura de América Latina de la Universidad de Tel Aviv.
El libro apareció hace un año en nuestro país con el nombre de "Argentina, Israel y los judíos. En-cuentros y desencuentros, mitos y realidades", editorial Lumiere.
La relación de la comunidad judía con el Estado de Israel siempre ha sido fuente de estudios sociológicos, históricos, políticos, sociales y hasta psicológicos. La doble identidad que mantenemos los judíos que vivimos en la diáspora nos ha puesto, varias veces en nuestras vidas, en situaciones difíciles de resolver. ¿Cuán-tas veces muchos de nosotros estuvimos ante la disyuntiva de ser leales a Israel y callarnos las conductas pocos claras que llevan adelante algunos gobiernos de turno?
Sin embargo, los judíos argentinos hemos sumado otros dilemas a esta constante tensión. No solamente hemos puesto nuestra lealtad en examen a causa del conflicto entre israelíes y palestinos sino que, además, he-mos agregado otros conflictos a nuestra doble identidad. ¿Debíamos callarnos cuando empresas israelíes vendían armas a regímenes dictatoriales de América Latina? ¿Teníamos el derecho de silenciar a los familiares de los desaparecidos que levantaron sus críticas al comportamiento de la Embajada durante esos negros años?
Nuevamente las respuestas a estos interrogantes vienen desde Israel y demuestran, una vez más, la mediocridad de nuestra dirigencia comunitaria que, en vez de enfrentar un debate maduro y realista, opta por un silencio que cree, ayudará a la imagen de un Estado, el cual, desde luego, no necesita de nosotros para tal objetivo.
El libro de Raanan Rein nos acerca a una respuesta desprovista de preconceptos y desnuda de mitos y estereotipos. Aunque el libro, que en verdad es una tesis doctoral, se adentra en la relación de nuestra comunidad en la época del surgimiento del peronismo, es un fiel reflejo de la conducta de Israel hacia los judíos argentinos. Rein llega a la conclusión que Israel antepone sus necesidad diplomáticas antes que la realidad de la comunidad judía.
¿Se puede juzgar esta conducta? ¿Es necesaria una autocrítica de Israel y su relación con nuestra comunidad? Son los interrogantes que se desarrollan durante todo el libro.
El autor es categórico al analizar la conducta de la Embajada durante la dictadura militar. En una entrevista que brindó en el diario israelí Haaretz, el 27 de setiembre, señaló que durante los años en que gobernaron los militares en Argentina "se demostraron las diferencias entre el interés de Israel y la comunidad judía. La sensación en Israel era que no valía la pena poner en peligro las excelentes relaciones con el gobierno militar para salvar a judíos no sionistas". Continúo diciendo "Israel no manifestó siquiera un poco de sentimiento humanitario ni tampoco un sentimiento nacional y judío, simplemente priorizó sus necesidades de política exterior y su voluntad de mantener buenas relaciones con el gobierno militar desde el punto de vista político y económico, incluyendo la venta de armas".
El académico de la Uni-versidad de Tel Aviv en-cuentra las respuestas a su tesis en que a Israel solamente le interesó la suerte de los judíos argentinos que estaban dispuestos a la Aliá. Afirmó:"Israel se relacionó con la comunidad judía en Argentina en especial por su potencial de Aliá y todo su interés estaba centrado en conquistar la voluntad de la comunidad para el apoyo económico al Estado y para influenciar sobre el gobierno argentino".
A pesar de que el libro de Rein se dedica a la etapa histórica de los 40, 50 y 60, en especial a la votación por la partición de 1948, la relación del peronismo con la comunidad judía e Israel y al secuestro del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann, las similitudes con nuestra reciente realidad son asombrosas.
No son pocos en la comunidad judía los que criticaron la actitud que adoptó el ex embajador, Itzjak Avirán, y sus relaciones con el gobierno de Carlos Menem.
Nuevamente la tesis doctoral de Rein se manifiesta en las diferencias de intereses entre nuestra comunidad e Israel. Al igual que con la dictadura militar, Israel optó por mantener excelentes relaciones con un gobierno durante el cual la comunidad judía sufrió el atentado más brutal que se haya conocido.
Al igual que durante la dictadura, las quejas desde el seno de la comunidad no fueron escuchadas por la Embajada.
¿Cuál era el interés que debía representar el Estado de Israel?
Las exigencias de justicia ante un gobierno que a todas luces utilizó todos los mecanismos del Estado para ocultar la realidad de lo ocurrido en la AMIA o el mantenimiento de las excelentes relaciones comerciales y diplomáticas que se afianzaron en los 10 años de menemato. Era legítimo que la Embajada mantuviera tales "relaciones carnales" con el menemismo mientras la comunidad judía veía azorada como se sospechaba que Menem había recibido dinero de Irán, país que a todas luces fue uno de los responsables intelectuales no sólo del atentado a la AMIA sino también a la Embajada de Israel.
¿Es natural que un país mantenga excelentes relaciones con un gobierno que no logró ni quiso esclarecer la muerte de sus conciudadanos?
Seguramente muchos di-rán que gracias a la influencia que ejercía Avirán en el gobierno menemista se lograron avanzar en la reivindicación de justicia o se llamó la atención de la pobre investigación de la Corte de Suprema de Justicia. Estaría de acuerdo sino fuera porque, a 10 años del atentado a la Embajada, no sabemos absolutamente nada de quienes fueron los autores materiales del mismo.
Y aquí nuevamente la respuesta viene de Israel, y se llama Raanan Rein. No porque uno esté de acuerdo en su totalidad con la postura por él planteada, sino por la sinceridad intelectual de un judío israelí que lejos de mantener vivos los esteriotipos y mitos logran mostrarnos la realidad tal cual es, y siempre esa realidad es más dura de lo que pensamos.
© LA VOZ y la opinión.
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