¿Con qué legado nos impregnó? La química especial que se produce esta noche en cada uno de nosotros, aunque con muchos hace posiblemente décadas de años que no nos vemos. El orgullo de sentirnos judíos, y judíos dignos y lo hizo con su ejemplo personal, dándonos una clase de literatura, o explicándonos sociología, lo hizo con temple con nosotros en esos inolvidables noches de Kinderland o hablándonos de utopías a realizar en Argentina o fundamentalmente en Israel. El legado es la creación de un estilo Shólem Aléijem, un clima Shólem Aléijem que se conjugaba en el aula, en el movimiento jalutziano, o en el movimiento juvenil “Iugnt Guezelshft Kinderland”. Es muy difícil que un ex-alumno de esta escuela que vive en Israel, en Washington o en París, si visita Buenos Aires, no traiga a sus hijos a conocer el “shule”. Aquí se producía un sentimiento de pertenencia y de orgullo pues el shule se vivía con gran alegría y fervor jasídico, nos sentíamos parte de una importante creación. Él tuvo la capacidad de gestar un profundo sentimiento de pertenencia, sentimiento de orgullo de quienes formaban parte de esta casa. En términos post transformó hace 50-60 años en una marca. Con su característica de líder natural supo asociar a sus proyectos y utopías a decenas de voluntarios, los cuales siguiendo su ejemplo dedicaban horas del Finkelstein solía contar que cuando era un niño llamaba su atención un señor anciano, que todos los días al oscurecer, en su Brisk natal, encendía manualmente unos faroles a gas. Cada vez que lo observaba y lo seguía, quedaba maravillado por la función que cumplía este anciano judío que tenía la virtud de iluminar toda la ciudad. El nos contaba que esta imagen lo acompañó permanentemente, como la esencia en su quehacer cotidiano; de esta misma manera encontró Jaim Finkelstein una misión y un sentido en el transcurso de su vida: encender luces de judaísmo, de sionismo y de solidaridad en los corazones de centenares de activistas, de personas mayores y de jóvenes. El consuelo para los centenares de miembros e la gran familia Shólem Aléijem, aquí en la Argentina, en Israel o donde se encuentren, como así también para sus hijos y nietos, será la luz que Jaim Finkelstein supo encender en los corazones y las mentes de sus miles de alumnos, no se extinguirá jamás. Honor a su memoria.
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