Hace unos meses, los medios masivos de comunicación, dieron
rienda suelta al hecho de que dos religiosos de Jabad Lubavitch fueron detenidos en dependencias de la Policía Federal, acusados de tenencia y trafico de estupefacientes.
Dos días después, puestos en libertad con causa abierta, a una velocidad pocas veces vista, las cámaras de televisión registraban el momento de sus salidas, y a un grupo de jóvenes jazidim, que haciendo sonar sus instrumentos musicales permitían que otros bailaran y cantaran, festejando la buena nueva.
El lugar de detención, como no podía ser de otra manera, fue en el hotel 5 estrellas que la Policía tiene en Cavia y Figueroa Alcorta, el que albergaba, entre otros, a notables como Rubén Beraja y Maria Julia Alsogaray.
Se dijo hasta el cansancio, a través de los medios gentiles, que se trataba de dos “Rabinos”, lo que puse muy en duda en mi comentario televisivo (en LA VOZ TV), pero quedaba asegurada la pertenencia a la ortodoxia judía, y gozaban de privilegio para su ingesta de comida Kasher, la que les hacían llegar algunos benefactores.
Un periódico que circula en la Comunidad judía (LA VOZ JUDIA), criticó a ultranza y juzgó sobre quien es o no judío, con pluma propia o ajena.
Dice ese periódico, con firma de un tal Abraham Berg, que “conservadores y reformistas deben ser extinguidos porque son prácticamente la lacra del judaísmo, ya que fomentan todo tipo de vicios y muy especialmente la asimilación”.
Quiero suponer que la venta y tenencia de drogas peligrosas es un privilegio que tanto conservadores como reformistas no merecen, por lo que hasta el día de hoy se hallan exentos de ese beneficio.
Como es de suponer, el mencionado periódico, con la pluma de este eminente pseudo periodista, se auto proclama “El diario de los justos”, desde donde se nos adoctrina sobre la moral y las buenas costumbres, arengando el cumplimiento de los preceptos bíblicos pero con reglas propias, que dicen “ tratarás mal a tus semejantes, y que la ley del vientre es puro cuento
Aquí, me cabe recordar a su gran benefactor, el ex Presidente del Banco Mayo, Dr. Rubén Beraja, de quien dijo (A. Berg) que debía gozar de plena libertad por lo mucho y bien que había hecho a nuestra comunidad, pero aclaró que no conocía la causa ni las razones de su detención.
Este tipo de escribas, “per se” o “por terceros” denigran nuestra cara profesión de periodistas, y se suman a los rabinos que en su momento llevaron un petitorio a Comodoro Py 2002 (juzgados Federales) para llorar por la libertad del reo detenido y pedir su inmediata absolución, mientras miles de ahorristas padecieron la irreparable perdida de sus ahorros de toda la vida.
Estos olvidadizos rabinos, prefieren ignorar a todos aquellos a quienes tuvieron que consolar por haber sido víctimas de un hecho que consideran luctuoso.
El ejercicio de nuestra profesión nos exige pautas éticas, como el decir la verdad por difícil que ésta sea.
Es nuestra obligación porque somos el nexo entre la noticia y la sociedad.
Debemos ser creíbles y no guardar nada bajo la alfombra, ni la escoria ni las bajezas o flaquezas de los miembros de nuestra comunidad.
No he visto reflejado en “LA VOZ JUDIA " el menor comentario sobre los dignatarios que en su momento fueron detenidos, ni la catequesis de A. Berg, que con sarcasmo y torpeza, se contradice con la ética de nuestros mayores, y el contenido de nuestras sagradas escrituras.
El matutino La Nación (ver nota aparte en esta edición) publicó una nota donde da cuenta de que “Condenaron a dos israelíes por traficar cocaína a Tel Aviv” y agrega, “son dos judíos ortodoxos”.
Pero no son éstos de quienes les escribo, sino otros, y tampoco son Conservadores ni Reformistas.
En nombre del altísimo, “todo lo pueden”, traficar drogas, diamantes, mentir. Agredir, ultrajar y difamar como el mejor de los ateos, y tirar la basura bajo la alfombra para ocultar la verdad de estos y otros hechos.
La realidad y nuestra profesión nos impone, dar a conocer, sin importar quien se entere, por el bien de los feligreses y la comunidad toda, a la que estamos defendiendo con nuestro rigor periodístico, por que la verdad es una sola y la sociedad nos demanda “ no ser cómplices”
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