Las instituciones concretizan a lo largo de su vida acciones y procesos que marcan hitos en el devenir de su historia. Este año nuestro colegio cumple sus primeros 70 años de constante, rico y vital accionar educativo. Ese momento fundacional, que hoy rememoramos y festejamos, en el que era seguramente imposible prever el actual desarrollo, tenía sin duda en sí mismo las raíces que dieron alas a nuestra institución. Nuestra Escuela, en la cual yo cumplo, este año, 60 años desde mi ingreso a ella como alumno, luego docente y director de la misma, se distingue por una suerte de pedagogía ¨invisible¨ (lo que se enseña sin formar parte explícita de los programas) y que se sintetiza en una expresión amplia, rica en matices y fuertemente connotativa: ¨idishkait¨ y ¨menchlejkait¨ (lo judío y lo humano). En primer lugar desde nuestra ideología: creemos en la importancia de afianzar la delicada y constante labor de tejer con hilos de oro y plata el puente necesario entre las distintas generaciones de nuestro pueblo. En segundo lugar desde la realidad institucional, ¨Scholem Aleijem¨ ha sido una escuela que desarrolló tempranamente la idea de Comunidad Educativa, de trabajo con las familias, de salir del limitado espacio del aula, cuando estos conceptos aún no eran aspectos a considerar. En tercer lugar esta institución ama recrear y resignificar lo judío, y que cada vez nuevas miradas y otros ojos lo actualicen y desarrollen sin perder de vista los principios fundacionales. En este sentido, la creación siempre renovada es el oxígeno que nos da fuerza para seguir viviendo y construyendo esta magnífica realidad que es el "Shule", en el contexto de la educación judía. El objetivo fundacional de nuestra escuela se orientó siempre a servir a los intereses de la educación judía aquí en la Argentina, nuestro país, tierra de promisión y albergue en la desesperanza de ayer; profundizar los valores de contenido y pedagógicos de la educación judía; ubicar la educación y la cultura judías y su problemática en el centro de la vida societaria y movilizar todas las fuerzas y posibilidades materiales y espirituales para el logro de nuestro objetivo rector: la continuidad de nuestro pueblo. Debemos recuperar posiciones así como lo están haciendo y como se hizo en otras oportunidades, a medida que se emerja de la crisis económico-financiera del país que golpeó a la institución y con la que se luchó y se sigue luchando, con fuerza y potente convicción de perdurar en la creación educativa. La integridad del pueblo judío y el libre e independiente Estado de Israel son aspiraciones fundamentales de nuestra ideología. El espíritu popular es un elemento indivisible de nuestra institución y hace a la idiosincrasia y estilo de nuestra Comunidad Educativa. Al mismo tiempo nuestra escuela orienta y promueve un conocimiento permanente de los valores e ideas humanitarias de la cultura universal y particularmente de la cultura argentina, que posean en su contenido el amor al prójimo, al trabajo, a la libertad y a la justicia, y que se funden en una nueva instancia, pasado y presente haciendo de la argentinidad condición inalienable de la propia identidad judía.
Cumplir 70 años (70 en la tradición judía es símbolo de conocimiento, madurez y reflexión) es, no sólo un hito remarcable sino también, un llamado a seguir produciendo, tal como está escrito en ¨Pirkéi Avot¨: ¨lo esencial no es la teoría sino la acción¨. Estos 70 años, fueron años de imaginación, gestión y presencia que dieron una fisonomía especial al judaísmo argentino en general y a la educación judeoargentina en particular. El tiempo transcurrido, como no podría ser de otro modo, da cuenta de éxitos y contratiempos, de alegrías y tristezas. Éxitos que fueron la base de una acción educativa fecunda; contratiempos que fueron factores direccionales de nuevas estrategias y gestiones. Toda esta gesta educativa pudo llevarse a cabo gracias a la imaginación y trabajo de innumerables dirigentes y maestros. En los nombres de algunos de ellos, quiénes fueron sus fundadores, quisiera recordar a Jaime Finkelstein, Sara y Jonás Kovensky, Lázaro Zytnitzky, Jaime Chalcoff, Idl y Mates Goldfarb, Zalmen Orenstein, Jaiche Zaltzenstein, Isaac Benek, Moishe Kornvais, Mordje Pincus,Iosl y Pinie Katz y Malke Wrotzlaw-Smolarsz. Mi emocionado homenaje también a la pléyade de docentes, quienes en las décadas del 40 al 60, dieron forma e hicieron realidad los sueños de aquéllos que imaginaron una educación judía popular, abierta y de avanzada, entre ellos; Fanny Karduner, Lidia Pemoff, Moishe Alpert, Jaime Waserszprung y Zalmen Hirshfeld. Debemos, entonces, agradecer especialmente a los docentes, al personal de las distintas áreas y a los ¨askanim¨ (Dirigentes voluntarios) que lideraron, interpretaron y acompañaron esta tarea fructífera ¡¨Jizkú Veimtzú¨! Fortaleceos y fortificaos. Mi gratitud y mis felicitaciones. A los padres y abuelos, nuestro llamado a que sigan encendiendo luces que iluminarán la vida de sus hijos y nietos. A nuestros alumnos y ex alumnos, reafirmarles que conociendo sus propias raíces les será más clara su identidad, como protagonistas conscientes de su pueblo, comunidad de historia y de destino. Y para concluir en esta oportunidad permitidme hacerlo con unas palabras de Martin Buber: ¨En mi juventud he leído una antigua leyenda judía, cuyo sentido no pude comprender. En las puertas de Roma hay un viejo leproso que espera. Este hombre es: El Mesías. Fui hacia él y le pregunté: ¿qué es lo que esperás? Me dio una respuesta que en ese momento me resultó un enigma y qué sólo comprendí muchos años más tarde. Me dijo: Te espero a tí¨.
|
|
|
|
|
|