El 20 de octubre de 2003, centenares de personas nos convocamos en el Auditorio de AMIA, con el propósito de ofrecer un merecido reconocimiento al decano de los intelectuales judeoargentinos. Se sabe, los homenajes pueden re-sultar abrumadores si están gobernados por la solemnidad, el compromiso y las formalidades. Y nuestro escritor es un individuo mucho más preocupado por los avatares de la literatura, la filosofía y la estética que por los compromisos sociales; mucho más preocupado por el devenir etimológico de las palabras, por la frase justa y el sonido afinado de la lengua que por los elogiosos discursos. Sin embargo, creemos que, dada su representatividad, un homenaje a su persona lo es también a la cultura de la comunidad judía toda y a la sociedad argentina en general. Bernardo Ezequiel Ko-remblit es un intelectual que ha producido un estilo vital. Ese estilo está plasmado en la estética, en la filosofía, en la literatura, en la misma tradición judía, y envuelve con su potencia no sólo al lector: quienes tenemos la fortuna de ser interlocutores de Koremblit sabemos de esa suerte de fascinación que ejercen sus precisas palabras; su agudo pensamiento y su filoso humor. La inteligencia y el refinamiento son las constantes de su vida como de su producción literaria. Bernardo Ezequiel Ko-remblit, en permanente búsqueda de la estética en la vida y la literatura, es un intelectual de neto perfil humanístico al que, como a él le gusta decir: “Le interesa una sola cosa: todo”. Las dimensiones de su obra y la trastienda, nos muestran cómo siempre ha puesto sus fervores en ejecución. Aun a pesar de los inconvenientes, de la adversidad y de los disgustos de todos los días. Por ello, hizo suyo el proverbio chino: “El camino más largo comienza con el primer paso”. Y nunca ha dejado de dar los pasos siguientes. Llegar a “todos los que él es”, por parafrasear una de sus obras, no es cosa fácil. Él es Bernardo Korem-blit del actor Ben Ami y del teatro judío; él es Bernardo Ezequiel de Romain Ro-lland, de Borges y de Can-sinos Assens; él es Ezequiel de Gloria Guzmán y del Teatro Maipo; Bernardo de Hebraica y de la revista Davar; Ezequiel del Diario Crítica y de Mundo Isra-elita; Ezequiel de Nicolás Olivari y del Gólem de Praga; Bernardo de su libro “La coherencia y la paradoja”. Donde nos escribe: “Sea de nácar mi amor, y viva el lecho profundo, me encontrará el pescador, que nácar busque en su rum-bo”. Él es Ezequiel de su columna: “El humor, el ho-nor y el amor” y de su reciente libro “Eva o los infortunios del paraíso”. Él es Bernardo Ezequiel Koremblit de su hija Alicia Eleonora y de sus nietos Alejandro Gustavo, Marina, Edgardo y Fernando Da-vid. Esa noche, con la ayuda del distinguido panel que nos acompañó, formado por José María Castiñeira de Dios, Santiago Ko-vadloff, Marcos Aguinis, la poeta y nieta Marina Alurralde, Lauro Fernán Laíño y Mo-shé Korin, se trató de develar en parte “todos los que él es”.• © LA VOZ y la opinión
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