A las siete de la tarde del próximo viernes 22 de noviembre, el movimiento nucleado en el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos verá cumplido uno de sus sueños más preciados: la inauguración del edificio del Centro Cultural de la Cooperación. Alrededor de esa hora, cuando la murga "Los Descontrolados de Barracas" llene de color y sonido toda esa cuadra de la avenida Corrientes - entre Paraná y Montevideo - una rara mezcla de emoción, alegría y nostalgia seguramente se apoderará de muchos dirigentes, algunos de los cuales fueron fundadores, exactamente cuarenta y cuatro años atrás, del IMFC. Y no cabe duda de que aquella gesta materializada en la ciudad de Rosario el 23 de noviembre de 1958 resultó algo más que la creación de una gran empresa cooperativa, más que una entidad nacida para integrar y potenciar la ejemplar función social que cumplían las cajas de crédito, más inclusive que un emprendimiento destinado a permanecer en el tiempo sobre bases democráticas y participativas. Era, ante todo y sobre todo, un proyecto cultural.
No hay que creer, sin embargo, que la concreción de ese sueño fue producto de la casualidad o de un golpe de suerte. Fogueados en la militancia por una sociedad más justa, dirigentes y asociados del IMFC fueron construyendo con el correr de los años un primer "edificio": una sólida organización que fue creciendo al compás de los acontecimientos y acumulando el trabajo de generaciones de mujeres y hombres comprometidos con el país y con el tiempo que les tocó vivir. Muchos de ellos ya no están pero es un acto de justicia decir que esta obra es obra de todos, porque todos y cada uno aportaron su esfuerzo para que otra cultura sea posible en la Argentina.
"Hay que crear una contracultura de confrontación - dice Floreal Gorini - que proponga nuevos valores a la sociedad, otros enfoques que le permitan analizar y pensar aquello que se le propone y comprobar si es lo que conviene a sus intereses. Esa cultura incorporada a la subjetividad de las personas es la que genera un pensamiento crítico, un pensamiento que ayude a formar un instrumento de transformación social".
"En toda doctrina social - explica Gorini -, al igual que en lo religioso, existe una gama de interpretaciones. En el curso de la historia, en el devenir de la vida, los hombres van asignando a las diferentes doctrinas sus interpretaciones, sus experiencias, sus prácticas. Y aunque sería fundamentalista decir que la cooperación es sólo aquella que se corresponde con nuestra interpretación, sostenemos una concepción cooperativista apoyada firmemente en el pensamiento y la obra de los fundadores (Owen, Saint Simon, Fourrier), quienes en el siglo XIX respondieron a la tremenda explotación que a partir de la Revolución Industrial hizo el capitalismo en la sociedad humana, generando movimiento sociales que planearon políticas alternativas de modelos solidarios".
Así, el Centro Cultural de la Cooperación creado por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, se propone aportar a la formación de nuevas generaciones de intelectuales comprometidos con los más nobles ideales de la humanidad.
Gentileza del periódico "Acción - En defensa del cooperativismo y del país", publicado por el IMFC, primera quincena de noviembre de 2002.
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