La ex empleada doméstica de Adolf Hitler, Elisabeth Kalhammer mantuvo una entrevista con el diario austríaco, Salzburger en la que comentó cómo fue trabajar en la casa que el dictador alemán teníaen Berchstesgaden en los Alpes bávaros. Kalhammer se enteró que Hitler estaba buscando una empleada a través de un anunció que fue publicado por la Oficina de Empleo en la localidad austríaca de Wels y fue elegida entre muchas jovencitas que se postularon para este trabajo. Pero ella expresa en la nota que tuvo miedo de agarrar ese trabajo. La ex empleada comentó que cuando llegó a la casa por primera vez había que cumplir unas ciertas reglas: "Lo que se hable en la casa, no puede salir bajo ningún concepto de ella. Las faltas eran castigadas con la prohibición de poder salir de casa". Con el correr de tiempo Kalhammer se fue adaptando a las reglas y dándose cuenta que solo las personas con años de servicio tenían permitido ingresas a salas privadas consideradas por Hitler. Una de las cosas que llama la atención en la entrevista tiene que ver con las manías que tenía el dictador nazi: "Cuando él salía en alguna ocasión a pasear afuera, estaba prohibido observarlo. solo podíamos verlo a través de las cortinas". Otra de las cosas peculiares de la entrevista fue cuando comentó acerca de la alimentación: "Seguía una estricta dieta para la que tenía a su propia cocinera y bebía agua caliente. Pero bien entrada la noche, Hitler se escabullía en la cocina donde debía haber uno de los conocidos "pasteles del Führer: un pastel de varias capas de manzana con nueces y pasas de uva". Por último la ex empleada doméstica comentó: "Cuando los aliados comenzaron a acercarse a la zona, se prohibió a los jóvenes abandonar. Nos explicaban que los negros venían a cortarnos el pelo y violarnos". Pese a esta "advertencia" Kalhammer huyó con una amiga dos días antes de la finalización de la guerra a la casa de su madre.
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