Según relata la leyenda, cuando Napoleón observó a los judíos, en Tisha Ve Ab, sentados en el suelo enlutados y llorando preguntó el motivo.
Le respondieron que era por la destrucción del templo acaecida 1700 años atrás, entonces observó: “un pueblo que recuerda y llora un pasado tan lejano, vivirá eternamente”. Gracias a D’s en eso no se equivocó el gran corso, ¡pero a que costo! D’s mío, ¡a que costo!.
Es por eso que en cada aniversario de la independencia de Israel, vuelven a mí los recuerdos de los sufrimientos anteriores que incubaron el doloroso y único parto.
Solo la acumulación de años de pena y martirio pudieron originar hombres de la talla ciclópea como los que idearon, defendieron y originaron el estado que tanto nos enorgullece hoy.
Releyendo una crónica del 5 de Iar el día de la independencia, me llamó la atención un cronista que destaca la actitud del basurero limpiando las calles pese a los obuses.
O de una madre acicalando su niña para ir al jardín mientras cantan una canción infantil que se oye solo cuando calla la metralla, y así otros ejemplos de los habitantes de una nación en guerra, que fueron junto a los soldados los que forjaron el país.
No solo lo reconquistaron y defendieron sino que lo regaron lo fertilizaron y lo hicieron florecer sentando un precedente no de conquista sino de recupero de la tierra propia para hacerla renacer por siempre.
Tuve la suerte de asistir a los primeros desfiles de Iom Hatzmaut, la sensación es imborrable, no por las armas (maldigo su necesidad) sino por las expresiones del público, muchos ancianos y no tanto, que en su niñez no pudieron siquiera imaginar.
La posibilidad de un país propio, un país que no los rechazara, cual si los judíos hubieran sido por dos milenios nodrizas de niños ajenos, y después de crecer estos fuera despedida del lugar que los cobijara, sin contemplaciones por el afecto y cariño prodigado, ahora esa nodriza, podía por fin, criar niños de su propia entraña a quienes volver a brindar amor sin que la desconozcan luego.
Tuve oportunidad de ver en esos desfiles a viejas figuras del ayer europeo, ex sastres, ex buhoneros, ex traperos convertidos ahora en guardias civiles, con sus uniformes e insignias radiantes, tomados de la mano bailando un hoira.
O cantando David Melej Israel, a la vera del camino donde los orgullosos soldados marcaban el paso de cara al sol y al futuro.
Cada nuevo aniversario recuerdo esos momentos y en cada aniversario voy al cementerio donde están las placas de los chicos judeo argentinos que hicieron aliáh y una vez en Israel fueron muertos por la mano del terrorismo .
O cayeron en enfrentamientos, lo hago para no olvidar el costo que tuvo y aún hoy tiene el mantenimiento de la nación judía.
Es necesario retroceder con la memoria y visualizar aquellos luft mentchn (hombres de aire), que al bajar de los barcos corrían prestos a tomar un arado, un fusil o una pala, para empezar a construir el nuevo país, en el cual nadie les ordenara en un futuro: “¡vete, no es tu casa!”.
Es necesario llevar la memoria al cementerio adyacente a Iad Va Shem donde largas hileras de tumbas testimonian lo arduo de la lucha y la cantidad de sangre vertida en aras de un ideal que parecía tan lejano e inalcanzable.
Es por ese motivo que en cada Iom Hazmaut, cuando festejamos el cumpleaños tan querido, sé que estamos los presentes físicamente, más una gran cantidad de Javerim que no están pero nos acompañan. Son los verdaderos guiborei Israel (héroes de Israel) que desde hace 62 años y aún hoy en día dan lo mejor de sí para que nosotros, judíos galúticos, podamos levantar la frente con dignidad y orgullo diciendo:“son mis hermanos”.
Contra todos los vaticinios de la historia, desmintiendo los análisis de los historiadores más conspicuos del siglo. El estado de Israel se irguió entre las naciones, depende de nosotros ,los judíos de todo el orbe, conseguir que sea un logro eterno para cumplimentar las palabras de nuestros profetas.
No es una tarea fácil, tenemos el hábito de enfrentarnos entre nosotros con consecuencias nefastas, espero que prime el sentido común y nos permita unirnos para perpetuar el deseo de nuestros mayores.
Tengo frente a mí un recorte de 1949, pertenece a la viuda de Orde Wingate quien fue el agregado militar británico en Palestina.
Un ferviente católico con actitud pro judía, el texto de la viuda de Wingate cuyo marido había fallecido recientemente en un accidente de aviación es el siguiente : “no poseo dinero ni joyas, ni otro bien para ayudar a la causa judía, les envío mi bien más querido, a mi hijo, para que se eduque y forme junto a ustedes con los ideales libertarios y de justicia que solo el pueblo judío ha mantenido a través de la historia de la humanidad”.
Me conmovió el párrafo por provenir de quien provino, así fue el desprendimiento de las madres, en este caso una gentil, pero en general fueron las madres judías las que parieron y lloraron a esos muchachos que permitieron el surgimiento de este pequeño país cuyo cumpleaños hoy festejamos.
Bebitajón Tzur Israel
Am Israel Jai La Nezaj
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