La expresión es la traducción de una mencionada en el Pentateuco cuya traducción completa es se cortará ese ser de el campamento, es una alusión a aquellos que debían ser echados en forma total de la vida judía y nunca más mencionados ni recordados.
Originalmente, se podía aplicar a aquellos que, por cometer actos aberrantes, reñidos con la moral ofendieran al resto de la población creyente y de buenos hábitos.
Con el tiempo se fue aplicando a presuntos herejes, (caso Espinoza o Acosta), a aquellos que desobedecieran mandatos reales o religiosos etc, etc.
Traigo a colación esta expresión pues es lo que sentí al leer la carta de una familiar de fallecida que en vida fuera devota judía pese a haber nacida en otra religión.
Fuera del campamento, esa fue la sensación mía y también la determinación del rabinato, no se tuvo en cuenta su dedicación de toda una vida, la educación en la fe judaica de sus hijos y nietos, se le quitó el derecho a descansar en paz entre los suyos aún en su último descanso.
No tengo dudas que el rabinato aplicó la halajáh, de lo que tengo dudas es si pensaron en el tema o se ampararon en la ley escrita u oral sin tomarse el tiempo para considerar las circunstancias.
Decidido a investigar el tema, comencé a leer viejos boletines comunitarios y en ellos encontré ¡oh sorpresa!, como se negoció con los “impuros” su participación en la compra de cementerio comunitario, vale decir, se sentaron los miembros conspicuos de la comunidad a negociar con los impuros porque pese a sus actividades se los consideraba judíos, no importó su desvío de una vida digna y en muchos casos, se hizo la vista gorda enterrándolos en cementerios judíos, dineros mediante, pero no se los enterró fuera, inclusive cuando ya existía el cementerio propio de la sociedad en Avellaneda.
Esto me hace pensar que aquella comisión de religión que en 1927 se sentó junto a los impuros para tratar asuntos comunitarios, no los consideró indignos, muchos de ellos descansan en Tablada, Liniers o Rosario, pero los sucesores de aquellos consideran impura e indigna a aquella persona que no nació en hogar judío, más allá de lo que hiciera con su vida a posteriori.
Podría recorrer con los rabinos las necrópolis judías e ir mencionando a aquellos que en vida fueron estafadores, inmorales o malas personas, pero nadie les negó derecho a sepultura junto a sus hermanos, sin embargo a las personas conversas de buena fe no se los permite.
Seguramente si le marcara a los rabinos las lápidas de los impuros que descansan en Tablada y no en sector identificable, me dirían que hay que dejar las cosas como están, pero si les marcara que hay una tumba de una persona nacida en otra fe, buscarían el modo de remover los restos y trasladarlos fuera del campamento, como ya se ha hecho en más de una oportunidad.
No es mi deseo ofender a los rabinos, pero creo que ellos están sin querer ofendiendo, no dando a cada caso el tiempo y estudio que requieren, porque se están amparando en la Mishnáh y el Talmud, sin tener en cuenta que los autores de esos textos han sido sabios que supieron adecuar conductas a las circunstancias según lo que consideraban mejor para la supervivencia moral del pueblo judío.
En definitiva, porque no reunirse los líderes religiosos y considerar que bajo determinadas circunstancias, los miembros de la comunidad que hayan vivido como tales, con vidas dignas, tienen derecho a descansar entre los suyos.
Si hipotéticamente Orde Wingate o Raoul Wallenberg hubieran testimoniado su deseo de ser enterrados en cementerio judío, se les hubiera aceptado poniendo una cadena u otro límite que separara sus lápidas del resto, no creo que se les hubiera negado, al menos se lo hubiera discutido, entonces porque no hacer algo equivalente con aquellas personas que vivieron como judíos y fueron dignos de merecer estar entre nosotros?
Se que aplicar la halajáh es necesario para mantener nuestra continuidad, lo que no acepto es el doble discurso de permitir a los inmorales y dejar a los dignos fuera del campamento, sólo por no haber nacido de madre judía.
Inclusive a aquellos que pese a haber nacido de vientre judío han sido reacios a la comunidad, a la religión y a la moral, no tienen problemas en ser llevados a sepulcros en cementerios judíos, no se cuestionan su pasado o acciones, se lo entierra y listo, pero a aquellos que no vienen de vientre judío se los deja fuera del campamento sin hacer averiguación alguna sobre su vida y obra.
Estimo que este es un debate que nuestros líderes religiosos tienen pendiente, deberán hacerlo con la mayor seriedad y reflexión, porque están quedando muy descolocados frente a realidades actuales de nuestra comunidad.
Se me ocurre pensar que si Ruth la moabita, viviera entre nosotros, se le negaría acceso a todo lugar judaico, no sólo a una sepultura judía y según creo haber leído en la Toráh, no fue esa la decisión tomada con ella, tal vez los líderes de aquel entonces eran más pragmáticos que los de nuestros días, o los de hoy no quieren tomarse el trabajo de pensar por sí mismos.
Tal vez, en un futuro no lejano seamos más sabios en nuestras decisiones a la hora de decidir a quien dejaremos fuera del campamento y sentaremos un precedente de amplitud, inteligencia y misericordia judaica.
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