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CONTRATERRORISMO PSICOLÓGICO
Hugo Zuckerberg
A fines del siglo pasado, varios grupos militantes internacionales y regionales le declararon la guerra a los Esta-dos Unidos. En lugar de llevar a cabo esta guerra usando medios convencionales, el terrorismo se convirtió en el mecanismo elegido para encender esta nueva guerra, es decir, la cuarta guerra mundial (Woolsey, 2003). En este artículo, discutiremos la esencia verdadera del terrorismo, presentaremos y trataremos su antídoto natural: el "contraterrorismo psicológico". Este concepto se presenta y describe en este artículo con un enfoque de intervención táctica y estratégica que intenta mitigar no sólo las consecuencias psicológicas del terrorismo sino también prevenir el atentado terrorista mismo. Desde el 11 de septiembre de 2001, una toma mayor de conciencia, equipamiento, inteligencia y preparación se pusieron en práctica en el trabajo de aquellos a cargo de la tarea del contraterrorismo. Sin embargo, las herramientas psicológicas necesarias para tratar al contraterrorismo psicológico son difíciles de encontrar. El artículo desarrolla tanto el concepto del contraterrorismo psicológico como las aplicaciones prácticas orientadas a la psicología que se pueden estudiar para prevenir y mitigar al terrorismo.

LA NATURALEZA DEL TERRORISMO
Para entender al contraterrorismo desde un punto de vista psicológico, primero tenemos que entender al terrorismo mismo. Se puede pensar en el terrorismo como el uso premeditado, o amenazador, de la fuerza o violencia como un agente coactivo o punitivo. Más específicamente, el terrorismo representa una guerra psicológica, un combate militar no tradicional. El objetivo explícito del acto terrorista es producir un estado de miedo, incertidumbre, desmoralización e impotencia como una fuerza coactiva y/ o punitiva. El terrorismo se usa como herramienta para acabar con la resistencia y apagar el entusiasmo de la población y/ o del gobierno. La clave para entender al terrorismo no es considerarlo desde el punto de vista del campo de batalla sino desde el núcleo, es decir, su fenomenología psicológica, si lo desea. Las formas de terrorismo usadas para confrontar a los Estados Unidos hasta la fecha no fueron muy sofisticadas. Fueron bastante ineficaces y para nada efectivas. El éxito de cualquier actividad terrorista futura se medirá por su impacto en las mentes de las víctimas. No se medirá por la cantidad de personas heridas o muertas o por el número de edificios destruidos. Éstos son medios de conseguir un fin; no es el fin en sí mismo. El terrorismo es una guerra psicológica. En consecuencia, se lucha en el campo de batalla mental y no en los que están acostumbrados la mayoría de los soldados.
En el estudio de medicina, es importante explorar los "mecanismos de acción". Este concepto se refiere a los medios por los cuales una enfermedad produce su efecto patogénico o una droga sus efectos terapéuticos. El concepto de mecanismos de acción tiene relevancia en el estudio del terrorismo y contraterrorismo. Como se explicó anteriormente, el objetivo del terrorismo es desmoralizar y acabar con la resistencia. El terrorismo puede consistir de acciones aversivas o sólo de la amenaza de estas acciones. Como Art Tzu (Clavell, 1983)señaló en su tratado The Art of War (El arte de la guerra): "Pelear y vencer en todas las batallas no constituye la excelencia suprema; la excelencia suprema se logra acabando con la resistencia del enemigo sin pelear".
Psicológicamente hablando, hay tres mecanismos terroristas de acción: el terrorismo se puede usar para provocar un estado de conmoción, bajar las defensas en gran manera y desistir de la idea de resistir, para destruir las defensas lentamente y desistir de la idea de resistir o puede utilizar una combinación de ambas: la estrategia abrumadora ("conmoción y temor reverencial") y la de destrucción gradual (un concepto similar a éste se usó militarmente contra los Estados Unidos en Vietnam). En el caso del terrorismo, la cantidad de "víctimas psicológicas" será mayor que la de las "víctimas corporales". Es una afirmación hecha a propósito (OIM, 2003). Sólo mediante la comprensión de la naturaleza del terrorismo podemos desarrollar sistemas de intervención más efectivos.
En este momento, hay cuatro amenazas fidedignas y significativas relacionadas con el terrorismo: la amenaza objetiva de incidentes de destrucción física y muerte, la amenaza percibida de lesiones y muerte a individuos, familias, comunidades, la amenaza de desorden sociológico y la amenaza de la recesión económica que puede traer aparejada la posibilidad de que sectores industriales específicos quiebren. La industria aeronáutica, por ejemplo, informó que desde el atentado terrorista del 11 de septiembre se cerraron más de 100.000 fuentes de trabajo.
Desde un punto de vista lógico, parece imposible que grupos de terroristas puedan derrotar a nuestro países militarmente. Sin embargo, una probabilidad mayor sería que los terroristas pudieran destruir una nación al punto de obtener las victorias sobre políticas extranjeras deseadas. ¿Cómo podría ocurrir semejante hecho? La respuesta está en entender que tres de las cuatro amenazas descriptas anteriormente son, en realidad, más psicológicas en naturaleza que militares. El miedo, aunque subjetivo, es un agente poderoso de cambio. Puede destruir la salud personal debido al estrés excesivo (Everly & Lating, 2002), puede separar familias, comunidades y acabar con la unidad política, puede poner a un grupo contra otro y fomentar el malestar civil, puede hacer colapsar la industria y, por ende, la economía (como lo evidencia la crisis tecnológica).
Al contagio psicológico se le suma la crisis psicológica asociada con el terrorismo (Saathoff & Everly, 2002). Ya sea si se refiere a un agente infeccioso o a una enfermedad emocional o social, el contagio psicológico representa una cascada tóxica y viciada de sucesos de conducta y psicológicos, es decir, una cadena de reacción permanentemente expansiva que amenaza con destruir los cimientos de la sociedad al atacar su necesidad psicológica más básica según Maslow: la seguridad. El efecto social y psicológico de un atentado terrorista puede convertir esa crisis en una catástrofe. Manejar el contagio psicológico en la guerra contra el terrorismo debe ser la mayor prioridad.• (continuará)

Hugo Zuckerberg
Director Gral. del ISSI (Instituto Superior de Seguridad Israelí)
Especialista en: Protección y Planificación VIP para Eventos;
Evacuación, Escape y Rescate de víctimas.
Antiterrorismo y Antisecuestro.
Ref: Everly y Castellano.

Mayo 2004 - Iyar / Sivan 5764
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