El abogado Jorge Kirszenbaum (el Kamaleón) es un político comunitario que trepó, trepó y llegó. Entró al circo del poder político por la puerta izquierda del antiguo "Mapam" (izquierda sionista socialista), siguió su ruta hasta toparse con los compañeros de "Convergencia" (progresistas laicos) y, por fin, recaló en el templo ortodoxo de los sefaradíes de "Mizrahí". Kirszenbaum es lo que se llama "un político de raza", de esa raza que al revés de los dinosaurios, no sólo no está en extinción, sino que se reproduce, se multiplica y a veces, hasta se clona. La enfermedad del presidente de DAIA, Gilbert Lewi, quien había comenzado la difícil tarea de tratar de armonizar a una Comisión Directiva dividida entre Berajistas (la mayoría) y renovadores (los menos) le abrió las puertas de la representación política de la Comunidad judeo argentina. Kirszenbaum estaba en la DAIA des-de los tiempos de Rubén Beraja. En la actualidad es Vice Presidente primero de la entidad, y ahora, por la desgracia ajena (y para la nuestra), llegó a la presidencia, desde donde atropella ciegamente, siguendo las órdenes del reo Beraja. La Causa AMIA se está abriendo, las nubes se disipan... Ya está cerca de la cárcel "el gran turco de Yabrud", ya no está más el corrupto Juez Galeano, (lo está esperando un Juicio político) ya desaparecieron los cómplices fiscales, ya Rubén Beraja está preso Y José Hercman fue echado de la presidencia de DAIA. Sus relaciones con el Grupo Meller, sus homenajes a la Policía Federal que debería habernos cuidado en los atentados y el "curioso" affaire del alquiler de un departamento de su propiedad a un iraní sospechoso del atentado, entre otras picardías, terminaron con su cínica sonrisa. Ya la blonda abogada Marta Nercellas (de la DAIA, de Rubén Beraja y de Ya-brán, entre otros buenos muchachos) no se muestra radiante y coqueta como en otras épocas. Ya Kirszenbaum mostró su obsecuencia debida al "gran turco de Alepo", y hasta Julio Toker, (a quien este periódico presentó en sociedad hace ya bastante tiempo) mostró nuevamente su hilacha. Antes, condecoró a la policía corrupta, ahora se queja, junto a Kirszenbaum, porque se iba a distinguir al presidente Kirchner por ayudar a abrir los archivos que llevaron a conocer la trama secreta del encubrimiento en la Causa AMIA. Pero todo esto no es nada. Lo peor, lo que realmente nos debe causar temor, es lo que aun no sabemos: Los entuertos y entretejidos político-económicos que se dieron durante la época menemista. El mismo Menem, o Corach, o Avirán, o Galeano, o Beraja, o Dobniewsky, o Ner-cellas, o Avila, o Hercman, o Kirszen-baum, o Toker, o los rabinos ortodoxos sefaradíes que fueron a pedir la libertad de Beraja, lo conocen, y alguna vez (quizás más pronto que lo que se piensa) deberán explicárnoslo. Mientras tanto, Abraham Kaúl, el presidente de AMIA, deberá decidir si sale definitivamente a despegar a la Comunidad de estos corruptos, o sigue como hasta ahora, con la dualidad de no saber quien se robó la gallina, dónde está, y si conviene o no encontrarla.
Kaúl defendió a Kirchner. "El presidente no tiene nada que ver con el estado de la investigación; Kirchner ha hecho todo lo posible para que la investigación avance, aunque a algunos no les guste. En el juicio han surgido verdades que hay que asumir, y esas verdades han surgido por la decisión de abrir los archivos" dijo. Luego, intentó poner paños fríos a la interna comunitaria. No lo pudo conseguir. La guerra final recién comienza. Esta DAIA, que nada dijo (y que participó) del encubrimiento pergeñado durante los años de pizza y champaña del menemismo, ve como la historia que inventó se va al tacho de basura, que la gente ya los mira de reojo y que la justicia los está esperando. Mientras tanto, desperdician sus últimos cartuchos y se terminan sus municiones. Las víctimas del atentado, que por ellas luchamos, están cada día más cerca de ser honrados como se merecen, con la verdad.• © LA VOZ y la opinión
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