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Está lejos y en este momento hace frío. Hablan otra lengua, usan otro alfabeto. Leen y escriben de derecha a izquierda. Están en guerra, aunque no parezca. Son expeditivos a primera mirada y –si se quiere hasta cortantes. Pero pueden ser inmensamente cálidos. Viven en medio de parajes recargados por milenios de significados cambiantes que sin embargo son reiterativos.
Podría ser desmentido si es que hubo algún connacional encubierto, ¡pero qué sensación agridulce patrullar tamaño evento como único argentino y latinoamericano en la muchedumbre!
Lo que sobrecoge de Israel es su inmensa y vigorosa vitalidad. Muchas hipótesis pueden avanzarse, en procura de entender sus colosales logros en ciencia, tecnología y calidad de vida con consignas simplistas
Lo que me seduce sin eufemismos son las maneras, los modos; en resumen, la forma y la arquitectura con la que este pueblo vive su compleja, fornida y a menudo atormentada existencia.
Cuando desembarco cada noche en mi habitación de hotel junto al Mediterráneo, exhausto tras una larguísima jornada, la televisión me ofrece le ametralladora visual de la región en la que se halla Israel, con su sucesión interminable de muertos, balas, represión, gritos y manifestaciones multitudinarias de gente airada y vociferante, frontalmente atacada por fuerzas represivas que disparan sin tartamudear.
Cuando el año pasado centenares de miles de personas ocuparon las calles de TEL Aviv para pedir justicia social, educación más accesible y vivienda, lo que el gobierno de Netanyahu (bien de derecha) hizo fue escuchar, prestar atención y preparar soluciones
Nadie las reprimió. Y los cambios se precipitarán, porque ésta es una democracia vibrante. No conozco otro país en el mundo donde haya más libertad de expresión y prensa que éste.
Pero, a diferencia de las monarquías, satrapías y teocracias prevalecientes en toda la región, Israel es un mosaico en todo sentido, un entretejido donde prevalecen la tolerancia y el debate, que es incendiario y muy obsesivo, lo admito, pero es un debate al fin.
Luego, maravillado por la belleza infinita del Lago Tiberíades (el bíblico mar de Galilea), comprendí que Israel afronta su peripecia como un fenomenal desafío existencial. Cada mañana es, para ellos, como un trémulo nacimiento
http://www.perfil.com/ediciones/2012/2/edicion_648/contenidos/noticia_0013.html
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