En nombre de los 7.000 millones de habitantes del planeta les pido perdón a los habitantes de Siria, hombres, mujeres y niños, porque seguirán matándolos impunemente a los ojos del mundo, ante el estruendoso fracaso de las instituciones que creamos para protegerlos.
Las Naciones Unidas y su carta de derechos humanos, gigantesca burocracia y supuesta misión de salvaguardar la seguridad mundial, los han abandonado a su suerte. ¿Por qué nadie hace nada?
La respuesta cruda y cruel es que por ahora nadie va a hacer nada. Los sirios tendrán que seguir poniendo los muertos si quieren librarse de las cadenas de la opresión de un régimen que completa 10 meses asesinándolos, primero en paquetes de a uno, luego de a 10, ahora de a 100 y quién sabe más adelante de a cuántos. Ya el padre del actual dictador, Hafiz al Assad, lo había hecho en Hama en 1982, cuando entre 20 mil y 40 mil personas fueron aniquiladas.
Hama, Homs y otras poblaciones sirias se unen a Sarajevo, Kigali, Phnom Penh, Andiján, y otras en la lista universal de la infamia. Para ser justos, algunos trataron de hacer algo. Sorprendió positivamente la Liga Árabe que asumió una posición valerosa al lado correcto de la historia. Igualmente, 13 países miembros del Consejo de Seguridad, incluyendo a Colombia, trataron, pero no se pudo.
Primaron los intereses de dos gobiernos sobre las vidas de los inocentes. Uno, el chino, que ya había usado con éxito los mismos métodos represivos en Tiananmen, en 1989, con un saldo de centenares de manifestantes muertos, antes de Twitter, Facebook y celulares con cámara. Otro, los rusos que aplicaron la estrategia de tierra arrasada en Chechenia para aplacar una revuelta separatista. Ambos anteponen sus intereses en la región a cualquier consideración.
Esta situación no debe sorprender, pues ha ocurrido en demasía en las últimas décadas. Con los cascos azules como testigos de excepción, en calles y campos de Ruanda asesinaron a cinco mil personas diarias a machetazos en 1994, miles de mujeres musulmanas bosnias eran violadas por paramilitares serbios y unos 300 mil civiles masacrados en Darfur por las fuerzas del gobierno sudanés. El único consuelo es que varios líderes de esa barbarie están siendo actualmente juzgados en La Haya por crímenes de lesa humanidad.
Quedaría la esperanza de que algún día Bashar al Assad ya derrocado y sus cómplices sean conducidos esposados a esos estrados. No resucitará a los muertos pero es mejor que nada.
Órbita Global
Elespectador.com|
Jorge Mariorrodriga es el jefe de la Edición Global del diario El País de España (antiisraelí) lo que hace valorar más sus opiniones
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