La fiesta de Purim tiene lugar en este año judío de 5766 los días 13 de adar (13 de marzo de 2006) cuando se observa el Ayuno de Ester; 14 de adar (14 de marzo), Purim; y 15 de adar (15 de marzo), que es Shushan Purim (Purim de la ciudad de Shushan, en aquel entonces capital del Imperio Persa).
La lógica y la historia del mundo nos dirían que los judíos, al haber sido conquistados, hubieran debido adoptar las costumbres y parámetros de sus convecinos entre los cuales fueron obligados a habitar. En vez de eso, como Purim nos instruye, no se salvaron a sí mismos “fundiéndose” en el seno de la población mayoritaria, sino por mantener sus valores y su forma de vida. La filosofía que ellos desarrollaron para compensar su situación, generalmente desdichada, el concepto de que preservar su diferencia les era positivo, que ellos mantenían un sistema de vida que valía la pena proteger y que habían heredado algo que era digno de ser continuado.
El hecho de que proclamaron la conmemoración de Purim para todas las generaciones sucesivas, provino de esa actitud. Purim nos suministró guías sobre cómo vivir como judíos – cómo preservarnos a nosotros mismos – en la diáspora.
El hábito de dar regalos a los amigos, y especialmente a los pobres, junto con orar y ayunar, nos enseñó la importancia de vivir en unidad y comunidad. Somos responsables los unos de los otros y actuando juntos podemos lograr milagros.
Repetir cada año la historia de Purim nos induce no solamente a estudiar el contenido del Libro de Ester, sino también de todos los libros de la Torá, que nos enseñan quiénes somos, de dónde venimos, hacia adonde vamos y lo que es más importante todavía, cómo lograr llegar a nuestro destino.
La transformación experimentada por Ester y por la comunidad judía de Persia ilustran la importancia que tiene reconocer las influencias de otras culturas, incluyendo sus sutiles presiones en lo económico y lo social, que interfieren con nuestros valores espirituales y pueden impedir que nos percatemos de las realidades políticas. Al mismo tiempo, el Libro de Ester nos muestra claramente que no es necesario abandonar el judaísmo para progresar en lo profesional o lo político. Se puede ser un leal ciudadano y al mismo tiempo un judío practicante.
El presente artículo ha sido tomado del sitio educativo en Internet “My Jewish Learning” y vertido al español por el director de OJI, Pedro Olschansky.
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